Entre las brumas de la mañana la
costa de Gomara se desdibujaba en el paisaje, hundiéndose en
un Mediterráneo terso como la piel de una doncella. Dejando
Tetuán atrás fueron quedando Azla, Amsa, Tamrabet, Tamernut
y Auchtme; al enfilar Oued Laou ya lucía un tibio sol
mientras, allá en las montañas, la cumbre del yebel Kelti
sobresalía, triunfante, entre un mar de algodonosas nubes
que retozaban, juguetonas, serpenteando por su falda.
La villa de Oued Laou, recientemente visitada por Mohamed VI
marcando un hito en su reciente historia, lucía una nueva
avenida paralela a su larga playa, mientras dos plazoletas
acabadas hace poco auguran las inversiones y mejoras en
infraestructuras que se esperan, empujadas por la presencia
y el celo del joven soberano alauí. Con 46 km2 y unos diez
mil habitantes, Oued Laou es una encantadora villa de recio
sabor, dotada de un espléndido paraje natural y de un valor
turístico en alza: bañada por el mar y cerrada por una
corona de montañas, aúna en su paisaje y recursos (pesquero,
agrícola…) un excelente potencial de futuro, siendo ya
conocida por su festival veraniego de música y cultura que,
año tras año, va alcanzando notables cotas de prestigio. En
el futuro de la villa está firmemente empeñado su
infatigable alcalde, Mohamed Yemlahi, al que desde hace años
he visto moverse incansable buscando ayudas y fuentes de
financiación para su municipio, no solo en Marruecos (en
Tetuán y Tánger no para de remover la Administración) sino
también en España, cosechando interesantes ayudas de la
Junta de Andalucía. Ayer el regidor de Oued Laou, un
político solvente al que vengo tratando con cierta
asiduidad, estaba que fumaba en pipa. Al hombre le costaba
comprender la falta de controles, por parte española, de
ayudas al desarrollo, en este caso procedentes de Cataluña y
Mallorca; la culpa la tiene una asociación local, de nombre
ADEO, que logró conseguir fondos notables para ciertas obras
de infraestructuras y mejoras sociales (supuesta carretera,
centro de capacitación de la mujer, mejoras en las
condiciones de trabajo…) presupuestadas en, no se asombren,
bastante más 250.000 euros. Mi impresión es que algunos
listillos y sinvergüenzas, de ambas orillas, están haciendo
un pingüe negocio con esto de la ayuda comunitaria; he visto
los papeles, los proyectos… y luego las pésimas ejecuciones,
unas chapuzas: como el presunto pozo de agua, ya existente,
al que solo se remozó el acceso. De pena. Alguien, en
España, debería tomar cartas en el asunto y fiscalizar a
tanto cutreprogre, tanto caradura que vive de desviar para
su bolsillo dineros ajenos. Tienen nombre y apellidos.
Pero para rebotes -y reales- el que se pilló Mohamed VI en
su viaje hacia Oued Laou, al toparse en ruta con dos
megaproyectos turísticos financiados, según parece, con
fondos angloamericanos y rusos respectivamente a la altura
de Tamrabet y Auchtme. Las monstruosas excavaciones y
desmontes, empezadas sin ningún criterio de respeto hacia el
agreste y bello entorno natural circundante, han causado ya
un irreparable deterioro ecológico. Resultado: de momento,
las obras han sido paralizadas sine die. Desarrollo,
naturalmente; pero equilibrado. Sería una pena que la
pintoresca costa de Gomara corriera el destino -y el
colapso- de Marbella y la saturada costa malagueña, en la
orilla de enfrente.
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