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OPINIÓN - VIERNES, 17 DE OCTUBRE DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Hay una frase hecha que dice, “los viejos rockeros no mueren”. Es solo una frase hecha porque, sin duda alguna “los viejos rockeros, como cada hijo de vecino también mueren, no son eternos”. Ahora, eso sí hay que tener en cuenta que sus obras perduran a través del tiempo y que las generaciones venideras seguirían cantando sus canciones puesto que, todos ellos, marcaron una época inolvidable.

Puesto a buscar frases hechas que tengan algún sentido importante, se me viene a mí memoria, esa que dice: “una retirada a tiempo es una victoria”. Querer mantenerse, cuando su tiempo se ha consumido, es un gran error que sólo comente los estúpidos que siguen creyéndose el ombligo del mundo.

Todos los grandes hombres han marcado una época y han dejado una huella perenne de su paso por el camino que la vida les marcó. Pero todos ellos, sin excepción, se dieron cuenta de que su tiempo por diversas circunstancias se había acabado y dejaron su lugar sin volver la cara atrás, dejando pasar le tiempo y que la historia escrita por los hombres, les diera el lugar que les correspondía.

Viene todo ello a cuento, de que he visto en un acto a Felipe González, dejando en sus palabras su sello inconfundible lleno de ironía y gracia andaluza.

Felipe González durante los primeros ocho años de su mandato demostró, con claridad meridiana, lo que era gobernar un país y, sobre todo lo que era ser un hombre de Estado, elevando el papel de España a nivel internacional. En una palabra, sin darle más vueltas al asunto, durante esos ocho años fue un extraordinario gobernante. Después, en esos cuatro años finales, las circunstancias y algunos personajillos acabaron con él.

Pero pesar de todo ello, nadie le puede negar a Felipe González, que fue un gran gobernante durante los primeros ocho años de su mandato. Un auténtico hombre de Estado de los que quedan pocos.

Le sucedió otro gran presidente, José María Aznar, que a su llegada al poder prometido estar sólo dos legislaturas y cumplido su palabra. Su cuatro primeros años de mandato son para enmarcarlos por su bien hacer. No se puede decir lo mismo de sus últimos cuatro años.

Pero tanto González como Aznar, dejaron una huella imborrable a su paso como presidente de de todos los españoles. Y esa huella permanecerá en el recuerdo de todos, incluso de las generaciones venideras a la hora de hablar de los presidentes que tuvo España en épocas pasadas.

Ninguno de los dos, volverá a presentarse, de nuevo, a unas elecciones para ser elegidos, en este caso reelegidos presidentes del pueblo español. Sería un error que incluso podría borrar las huellas de su bien hacer en su etapa anterior.

Ellos saben, perfectamente, que su tiempo ha pasado y que nunca segundas partes fueron buenas. Prefieren dejar las huellas que marcaron su paso por el Gobierno. Porque esas, como los viejos “rockeros” aunque mueran nunca desaparecerán, permanecerán perennes hasta en las generaciones venideras.
 

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