Mayoría absoluta de noes. Lo único que tienen claro los
comerciantes es que la revitalización de las Palmeras no
pasa por peatonalizar la calle. El pasado martes se celebró
en Presidencia una reunión entre vecinos y miembros de la
Ciudad, entre ellos, Juan Vivas; los únicos que faltaron
fueron los propietarios de los locales, el punto de la
discordia.
El miércoles, la junta directiva de la Asociación de Vecinos
de Independencia Jáudenes, se reunió con el presidente de la
Ciudad, Juan Vivas y con el consejero de Fomento, Juan
Manuel Doncel. El motivo, fundamentalmente, revitalizar el
paseo de las Palmeras. ¿A qué conclusión llegaron? Al de que
peatonalizar la calle sería estupendo. Sin embargo, los
comerciantes, citados a este encuentro no acudieron y fue
imposible conocer su postura y saber si todos están por la
labor de la solución más fácil, rápida y menos costosa, la
de peatonalizar. Una vez consultados los comerciantes,
vecinos, presidente y consejero tendrán que seguir rascando
en busca de una salida que no deje a nadie descontento.
La anemia en el paseo de las Palmeras viene de lejos, desde
las obras del desdoblamiento, cuando esta vía quedó muerta,
así lo reconocen tanto los propietarios de los locales, como
el presidente de la Ciudad.
Muchos vecinos, y menos comerciantes, piensan que el
Revellín podría ser el espejo donde se mirara las Palmeras,
pero hay quienes discrepan de esta idea. La Gran Vía ha
robado todo el protagonismo a su vecina calle y se cree que
evitando el trasiego de coches se pondría la puntilla a la
situación actual de inanición.
Otros aseguran que la idiosincrasia de esta calle no permite
crear una zona de tiendas ‘a la moderna’, ya que los
comercios son familiares -dedicados antiguamente a los
‘paraguayos’- y se ha perdido parte del objetivo que
perseguían, vender al turista, algo impensable actualmente,
debido, sobre todo, a la equiparación de precios con la
Península y al alto coste del barco.
El diseño de la calle es otro de los inconvenientes. No hay
espacio ni para los peatones ni para los coches: es difícil
pasear y es difícil aparcar para hacer una gestión rápida.
Los bolardos redondos, los maceteros y los árboles no ayudan
nada. Tampoco ayuda el muro de medio metro, que abulta mucho
y decora poco. También ha pensado Vivas en cambiarlo y,
sobre todo, en agujerearlo en varios puntos de su base para
que escupa el agua de las inundaciones.
La propietaria de la Boutique y el de Carma coinciden en que
la hostelería sería una gran solución. El aumento de
terrazas y la diversidad, heladerías, cafeterías... podría
animar a la gente a pasar por un lugar que tan buenas vistas
posee. “Si los pisos están tan caros será por algo”. Lo que
no están caros son los locales. Uno de los comerciantes
aseguró hace dos meses que la gente no querría un comercio
en la zona “ni regalado”. Son muchos los establecimientos
que tienen echadas las rejas.
Pero el principal debate se centra en si peatonalizar la
calle ayudaría a revitalizar la zona. La mayoría responde
que no, con rotundidad. Dicen que el paso de vehículos es lo
único que posibilita la actividad. La Gran Vía ha eclipsado
este paso. Una de las comerciantes dice: “Si a mí no me
obligan a pasar por aquí todos los días, yo no vengo nunca”.
La dueña de Boutique insta a la Ciudad a que obligue a la
gente a circular por la vía mediante incentivos: el hecho de
poner la sede de Tráfico en esta calle u otros
requirimientos ayudaría mucho.
Uno de los empleados de Fone Movil dice que la única
solución radica en el dinero: “Se gastaron dinero de los
fondos europeos en hacer el desdoblamiento y esta vía; no
creo que la Ciudad ponga una partida presupuestaria para
mejorar esta calle”.
El paso exclusivo para residentes provocaría ‘urticarias’ en
los comerciantes.
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