O lo que es lo mismo, hablar para
no decir nada, o para decir lo contrario, o así, de una
frase a la otra.
Así es como entiendo las manifestaciones del parlamentario
De la Encina, que dicho sea antes de nada, siempre ha dado
muestras de cordura y de sensatez. Sin embargo al enjuiciar
ese “famoso y fatídico” viaje, del pasado viernes, parece
que quiere decir una cosa y, al final, no dice eso, tampoco
dice lo contrario y nos quedamos con las ganas de saber qué
quería decir o dirigido hacia qué parte iba.
El parlamentario ceutí, pero electo por la provincia de
Cádiz al Congreso de los Diputados, hizo una valoración de
la travesía del viernes y la tildó de “horrible” para casi
mil viajeros de Ceuta, o que , al menos, habían partido de
Ceuta.
Tanto el señor De la Encina como yo podemos hablar de esa
travesía por lo que nos ha llegado de diversas personas que
estuvieron en ella, o por sus familiares o amigos. Por
experiencia propia no podemos hablar, al no haber ido –
afortunadamente- en ese viaje.
Y a partir de aquí viene lo que él, posiblemente hubiera
querido decir, pero se quedó a medio camino:” En situaciones
tan desfavorables, lo primero es la seguridad del pasaje y
si es preciso que los barcos no naveguen”.
Apreciación atinadísima del señor Diputado por Cádiz, pero
el caso es que el barco navegó, salió de Ceuta, atravesó el
estrecho y al llegar a la bahía de Algeciras el puerto
estaba cerrado, luego ¿Hubo o no descoordinación entre Ceuta
y Algeciras?.
Si hubiera habido coordinación se habría dado una de estas
dos circunstancias, a) que el barco no hubiera salido de
Ceuta y b) que al haber salido, hubiera tenido todo
dispuesto en Algeciras para poder atracar, de la forma más
“cómoda” posible para el pasaje, en vez de haber tenido que
estar las horas que estuvieron allí en el barco y con las
tensiones que eso originó.
No me cabe duda de que el señor diputado ha soportado, como
si fuera cosa propia, lo que pasaron los viajeros, pero él
debe saber y a buen seguro que tratará – si puede- que eso
no se vuelva a dar, al menos, a corto plazo.
Él, que al igual que yo, habrá tenido que cruzar el Estrecho
muchas veces, con buen tino dice:” Todos comprendemos el
deseo de los ceutíes que estaban esperando viajar a la
península para hacerlo, pero en situaciones como esta llega
un momento en el que lo mejor es explicar a la ciudadanía
que lo más oportuno es que el barco no navegue”. Todos esos
consejos se agradecen, señor De la Encina, pero aquí nadie
aconsejó, ni dijo nada, aquí estaba el barco y cuando se
llenó, emprendió el viaje, con lo necesario para viajar un
día normal, pero carente de muchas cosas que pueden
necesitarse en circunstancias como las del pasado viernes:
agua, bocadillos ... . El barco, pues, salió y al llegar a
Algeciras el puerto estaba cerrado. Descoordinación total
entre una y otra parte del Estrecho.
Y no entramos, porque no somos expertos en ello, en “si las
capitanías marítimas tienen atribuidas las funciones de
cerrar el puerto cuando circunstancias de seguridad marítima
así lo aconsejen”. Ahí no entramos. No tenemos que objetar
nada a quien ordenó cerrar el puerto, pero si objetamos todo
a no haber habido una coordinación para que en esas
circunstancias el barco, con unos mil pasajeros, no hubiera
salido de Ceuta. Lo dicho, dicho está.
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