Como dice el refrán. Si en el
campo la lluvia es riqueza, ante el estrés hídrico que cual
plaga endémica azota Marruecos la cantidad de agua caída
días pasados ha equilibrado el nivel de los embalses, que
superan en la actualidad los mil millones de metros cúbicos
representando un alza del 65%; cantidad notable para un país
con sequía crónica que, de la mano del fallecido Hassán II,
fue el primero en toda África en número de presas
construidas. Claro que al autoritario monarca alauí no le
llamaban, como al general Franco por igual motivo, “Pachu el
rana”, solo que a la magrebí; articulen ustedes la frase, a
ver que tal les queda. Pero la otra cara de la moneda es
desoladora: en recientes declaraciones ante la Cámara de
Consejeros (Senado), el ministro de Interior Chakib Benmusa
reconoció que las fuertes e intensas precipitaciones caídas
en varios regiones del Reino entre el 9 y el 11 de este mes,
siete veces superiores a la media anual de los últimos 30
años, obligaron a suspender temporalmente el tráfico rodado
en 27 carreteras (8 de ellas nacionales), ocasionaron
numerosos cortes de electricidad e interrumpieron el
suministro de agua potable (mismamente en Marrakech),
arruinaron cosechas, ahogaron decenas de cabezas de ganado
(de hecho se habla de centenares), destruyeron 500 casas de
adobe y, lo peor, causaron 11 muertos, 5 de ellos en Nador.
Los servicios de Protección Civil, que se emplearon a fondo
auxiliados por las Fuerzas Auxiliares y la Gendarmería Real,
tuvieron que realojar a más de 600 familias siniestradas. Un
drama humano.
Ya se lo advierto yo, permítame el lector la digresión y con
el debido respeto tras la tragedia vivida, a mis amigos
islamistas: el agua no es tan buena como se dice, “jais”,
mirad como deja los caminos…; además, encharca el estómago y
oxida las tripas. ¿Por qué no un vasito de vino?. Según la
tradición musulmana de base coránica, en su justa medida y
siempre que no cause daños a la salud, entiendo que no tiene
por qué ser “haram”. ¿No?. Repasemos las aleyas mecanas al
respecto; ¿o acaso están derogadas…?.
Por lo demás ayer en Tánger y a la luz de una cálida tarde
otoñal, tras una espléndida comida, me llegan confusos
comentarios sobre el último culebrón protagonizado en Ceuta
por un controvertido personaje, estrecho colaborador en
temas marroquíes del diario “El Mundo”: el periodista Alí
L´Mrabet. Parece ser que éste conspicuo individuo,
protagonista antes del verano de un provocativo acto en una
legación diplomática española en Marruecos que puso a cada
uno en su sitio, ha vuelto a ser noticia: no sé si por
meritos propios o por error de otros, me faltan datos y me
abstengo aunque, de entrada, el suceso me parece la mar de
curioso. Resulta que el susodicho colega fue interceptado en
Ceuta, durante la tarde del pasado martes, al embarcar con
destino a Algeciras; retenido primero por la Policía
Nacional, pasó luego a manos de la Guardia Civil, siendo
finalmente suelto no sin antes ser sancionado con varias
multas; ignoro las causas. Parece que Alí, conocido por su
talante demagogo y provocador, está intentando poner en
marcha una campaña, para variar, sobre presuntos malos
tratos recibidos. Conociendo al personaje… ¿qué voy a
decirles?. Llueve sobre mojado: tras su anterior “affaire”
en un Consulado de España, grosero y violento, poca
credibilidad le queda al personaje.
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