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OPINIÓN - JUEVES, 16 DE OCTUBRE DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Desde siempre una de las mayores luchas que ha mantenido el hombre, ha sido conseguir ser eternamente joven. Una lucha que tiene perdida, pero que no se da por vencido. Por pura lógica y ante el avance mostrado por la medicina, el hombre ha conseguido ir alargando la vida cada vez más. Nada de extrañar, que según los científicos, la vida dentro de unos años, se pueda alargar hasta conseguir los ciento veinte años.

En la época de mis padres, un hombre era considerado viejo cuando apenas había cumplido cincuenta años. Hoy, en la época actual, a esa edad está en plenitud de facultades físicas y mentales. Vamos, que a esa edad, es considerado un hombre joven, debido a que la vida se ha ido alargando con el paso de los años y los descubrimientos científicos.

A pesar de todo, cada uno de nosotros, por mucho que la edad se vaya alargando, nunca debemos olvidar la edad que tenemos y actuar en consecuencia a la misma. No creernos, ni mucho menos, que somos chavales que empiezan a vivir cuando, en realidad, no somos más que unos carcamales, que hace mucho tiempo hemos dejado la juventud. Por cierto ¡juventud divino tesoro!.

Hay quienes entienden lo que a cierta edad se puede y no se puede hacer. Son consecuentes con lo actos que pueden realizar y abren el camino a los jóvenes con capacidad suficiente para ocupar sus puestos. Otros se resisten a dejarle paso a la juventud que viene empujando, en la creencia de que son insustituibles. Grave error.

Manuel Fraga, don Manuel para todos por méritos propios, sigue a sus años siendo una auténtica lumbrera dentro del mundo de la política, pero como decía la sabia de mí abuela, “de esos cocos pocos”. Ya lo dijo Felipe González, en la cabeza de Fraga cabía todo un Estado.

Lógicamente, Fraga, es caso único e imposible de repetir por la sencilla razón que la capacidad intelectual de don Manuel no está a la altura de todo el mundo, y mucho menos de todos esos personajillos, politiquillos de medio pelo, cuyos cerebros sólo contienen diarrea mental y una incapacidad intelectual a prueba de bombas.

Querer imitar a don Manuel e incluso superar sus años como político de primera fila, es como se dice en las películas “todo parecido con la realidad, es pura o mera coincidencia”. Para poder imitar a Fraga, hay que tener, al menos, la mitad de su capacidad intelectual. Cosa poco menos que imposible, para todos aquellos, cuya capacidad intelectual está bajo mínimos.

Los años van pasando, y todos aquellos que vamos cumpliendo años debemos darnos cuenta de que estamos sobrando, en algunas cosas, dejando a un lado, la manida frase de “mientras el cuerpo aguante”.

Debemos darle paso a la juventud, a esa juventud, mucho más preparada que nosotros, y que nos viene exigiendo el sitio que por méritos y conocimientos les corresponde. Cerrarles el paso, a la juventud, es uno de los mayores errores que se pueden cometer. El personal se cansa de ve siempre las mismas caras, en los mismos lugares sin que nada cambie. O sea, más de lo mismo.
 

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