Hace tiempo que dejé de ir al
Alfonso Murube para no verme obligado a responder a las
preguntas que me hacen algunos aficionados sobre qué me
parece el equipo o bien cómo está jugando en ese momento.
Porque diga lo que diga, tengo la certeza de que seré
criticado y a veces, incluso, por comentarios tergiversados
que se me suelen achacar.
También si asistiera a todos los partidos de la Asociación
Deportiva Ceuta, seguro que no me resistiría a opinar de lo
visto. Y se me acumularían los problemas: primero, porque me
consta que los pocos lectores que tengo no ven con buenos
ojos que escriba de fútbol en este espacio; segundo, de
hacerlo, tendría que cuidarme mucho de las iras de cuantos
suelen rebelarse ante mis comentarios acerca del primer
equipo local.
Pruebas evidentes de ello he tenido. Y no es que sea el
miedo algo que a mí me pueda, pero tampoco estoy en edad de
enfrentarme con energúmenos que hasta son recompensados con
cargos en la Federación Territorial de Fútbol de Ceuta. Así
que prefiero mil veces analizar las actuaciones de los
políticos, aunque los vapuleados sean como boxeadores
golpeados: el doble de peligrosos.
Nunca he vapuleado a José Antonio Rodríguez, más bien
todo lo contrario. Pero en cuanto le he dicho lo que pienso
de él, en estos momentos, se ha mostrado como si le hubiera
dado yo un sinfín de golpes en el mentón. Bien haría, pues,
el consejero de Gobernación en no perder los estribos por
haberle recordado que estar triste no es lo suyo.
El que sí debe estar muy triste es Pedro Gordillo. Y
todo porque Benigno Sánchez no supo evitar el vapuleo
que recibió su equipo en el Ramón de Carranza. No olvidemos
que el vicepresidente de la Ciudad fue el padrino de
ceremonia durante la imposición de la medalla de Ceuta al
técnico murciano, meses atrás. Y a un ahijado se le suele
estimar mucho. El ahijado de Gordillo al perder su equipo en
Antequera decidió pelarse al cero como castigo por errores
que él se adjudicó. El airearlo fue un gesto para la galería
que lo dejó en entredicho. Amén de que ahora cabe la
siguiente pregunta: si hace dos semanas tomó la decisión de
convertirse en mister Proper, por considerar que sus
decisiones en el banquillo no fueron las más acertadas, qué
hará ahora después de lo ocurrido en Cádiz. ¿Cómo se
castigará a fin de purgar la parte de culpa que le
corresponde por una derrota tan abultada?
En Cádiz vi jugar a la Asociación Deportiva Ceuta, como lo
vengo haciendo por medio de la televisión local, cuando
actúa lejos del Murube. Y pronto me di cuenta, a pesar de
las dificultades de visión que presenta el medio, de que
nuestros jugadores estaban distribuidos muy mal. Una
distribución que facilitaba una versión del equipo amarillo
muy superior a su verdadero potencial futbolístico. La banda
derecha de los gaditanos puso a prueba desde el primer
momento la soledad en la cual se encontraba Pepe Martínez.
A quien sus compañeros no le ofrecieron las ayudas ni las
coberturas consiguientes. Por ahí comenzó a fraguarse la
paliza que le dieron a la Asociación Deportiva Ceuta.
El Cádiz es buen equipo. Pero no tan superior como para
hacerse tirabuzones con el Ceuta. Y podría enumerar los
motivos. Pero, por ahora, no quiero líos con los directivos
del equipo. Pues tienen más peligros que los susodichos
boxeadores.
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