El presidente de Estados Unidos,
George Bush, no se anda con chiquitas y al parecer nos ha
remitido un mensaje a todos los españoles, haciéndolo al que
representa el símbolo de unidad y permanencia del Estado, a
quien arbitra y modera el funcionamiento regular de las
instituciones, como queriéndonos advertir sobre el peligro
de dejar lo importante por lo urgente. Lo hace con motivo de
la Fiesta Nacional de España o Día de la Hispanidad (Festa
Nacional d’Espanya, en catalán y valenciano; Festa Nacional
de España, en gallego; Espainiako Jai Nazionala, en vasco),
momento fundamental de evocación histórica del
Descubrimiento de América. Por si se nos había olvidado ante
tantas urgencias que al cabo del día se nos presentan a la
ciudadanía, Bush nos refresca la memoria para que caigamos
en la cuenta de lo importante que es afianzar esta amistad
que nos viene de raíces históricas.
Pienso que una cosa si es fundamental, la de mirar con
serenidad el pasado y no tener miedo al futuro, sobre todo
haciéndolo como lo hicieron aquellos hombres y mujeres que,
con amplitud de miras, llevaron lo mejor de sí a otros
mundos. Si hemos de revisar el pasado que no sea para
reprocharnos unos a otros el mal que hicimos, sino para
tender la mano de la amistad. Dicho lo anterior, creo que
nos debe llenar de alegría que Bush avive y refrende que su
país considera festivo el doce de octubre por la importancia
histórica de la llegada de Cristóbal Colón a América en
1492, y que se celebre el mes de la herencia hispana,
reconociendo así la contribución de la cultura española y de
la gente de origen hispano.
Y es que la historia, doy la razón a Bush, ha de crear
vínculos de afecto, nunca debe servir para separarnos, sino
para aprender y tender puentes hacia el futuro, que será lo
que nosotros queramos que sea. Quizás sean muchas las cosas
que tengamos que tener presente, pero también es fundamental
las responsabilidades de aquello que tenemos que construir
en el futuro y que lo hemos de alzar todos unidos, pudiendo
ser toda la familia humana junta. La historia no debe
encerrarnos en un pasado, sino que debe invitarnos a
cimentar constantemente el futuro.
Por cierto, Bush nos hizo llegar el mensaje a través de una
institución que no es política, ni judicial, sino la más
alta representación del Estado español, altamente
considerada por la mayoría de los españoles, no sé si
aposta, pero el hecho es que el mundo necesita una siembra
de amistad verdadera. Amistad y armonía van juntas.
Apresurar, pues, el camino hacia la unidad amistosa siempre
es saludable. La lección de Bush, en este caso, debiera
sentar cátedra, precisamente en línea con la idea
aristotélica de que si los ciudadanos practicasen entre sí
la amistad, no tendrían necesidad de la justicia.
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