La pizarra se convierte en un pentagrama a gran escala, las
mesas cobran vida y suenan a través de las teclas del piano
y el abecedario comienza en ‘do’ y concluye en ‘si’, con
sólo siete notas básicas que luego de traducen en letras y
sonidos.
Bajo estas sugerentes características se presentan las
clases impartidas en la Escuela de Música Mundo@arte,
ubicada en la calle Delgado Serrano de la ciudad autónoma, y
dentro de la cual los más pequeños adquieren sus primeros
conocimientos del ámbito musical a través del curso
Estrelita, una iniciativa puesta en marcha con el patrocinio
de Yamaha, que facilita el material de aprendizaje al
centro.
El curso Estrellita está diseñado específicamente como un
programa de dos años para los más pequeños, que se puede
iniciar con sólo 3 añitos y consiste en una clase semanal de
una hora en la cual los participantes pueden ampliar y
enriquecer su relación con la música en compañía de los
profesores y amiguitos. El objetivo de esta propuesta es
aprovechar la corta edad de los futuros músicos para
desarrollar al máximo su capacidad auditiva de forma natural
y así van reconociendo los diferentes tonos y sonidos.
Aunque quizás lo más divertido y atractivo de la propuesta
es el método de enseñanza utilizado en Mundo@rte; “para que
el niño no se aburra, se le enseñan las notas musicales a
través de dibujos, juegos y canciones que van repitiendo”,
explicó Manuela Álvarez, directora de la escuela. Estas
experiencias en el aula fomentan la creatividad del pequeño
de la casa y ayudan a inculcar las bases para tocar, así
como la expresión a través del sentimiento y el
entendimiento de la música.
Para ellos las partituras son sus libros de lectura, las
canciones constituyen el lenguaje y las melodías, las
matemáticas, lo más difícil de captar. Solo que en el
colegio la tarea y las obligaciones son poco apetecibles
para los alumnos de Primaria mientras que la música se puede
convertir en la mayor de sus pasiones, no sólo por ser pura
diversión a estas edades, sino por los incentivos que se les
plantean. “Cuando nos portamos bien en las clases de piano y
hacemos las cosas, nos dan chuches y galletas y chicles”,
comentaba Guillermo, alumnos de la escuela de música de
siete años. A lo que hay que añadir los simpáticos métodos
de aprendizaje para, con paciencia, educar musicalmente a
los niños. “Lo principal es que canten mucho y después,
aprender las notas. Las clases se basan en la imitación
profesor-niño y luego van colocando las notas en los
diferentes instrumentos. Después de pasar aquí dos o tres
años, se sale de la escuela con conocimientos básicos de
música pero lo suficientemente preparados para enfrentarse a
pruebas de Conservatorio”, explicó Carmelo Álvarez, profesor
de canto y piano. Además, otro de los motivos por los cuales
los padres llevan a sus hijos a estos centros es porque “la
música mejora la capacidad de aprendizaje en otras clases y
desarrollan el sentido auditivo, la memoria, el trabajo en
grupo o la sensibilidad. Incluso existe la figura del alumno
tutor, que es el que trata de ayudar a los que saben menos
que él”, concretó Álvarez. Al tener entre los 3 y los 10
años, las clases no carecen de ruidos; simpáticos,
extrovertidos, cariñosos y carismáticos son muchos alumnos
de la escuela, que muestran a los profesores su lado más
inocente devolviéndoles un poco de alegría en la rutina del
día a día. Dentro de Mundo@rte existen dos grupos; el
primero de ellos, para los que superan los siete u ocho años
de edad y un segundo, más gracioso, con los pequeñitos,
desde tres hasta siete años. “Cuesta que atiendan, pero
aprenden muchísimo, y cuanto más chicos, mejor, porque se
quedan con todo. Son muy traviesos pero se les explican las
notas con dibujos; inventamos que el pentagrama es una
fiesta, a la que asisten las notas; una historia para que se
entretengan”, confesó Noelia Caballero, profesora de piano
de la escuela.
Algunas niñas como Ana Belén, de 7 años, no saben porqué
asisten a estas clases, “mi madre es la que me trae”. A
otros ya les pica el gusanillo de la música, “la canción de
Spiderman es mi favorita y me gusta mucho, la quiero tocar
yo solo”, confesaba el pequeño Esteban de cinco años. Pero
lo cierto es que el arte de la música es compartido por
todos.
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