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cultura - LUNES, 13 DE OCTUBRE DE 2008


alumnos del curso. a.samiñán.

musica
 

La fiesta del pentagrama

La Escuela de Música Mundo@rte, con el proyecto y el patrocinio de Yamaha, imparte el curso Estrellita en el que los más pequeños de la ciudad autónoma aprenden las notas musicales y las teclas del piano
 

CEUTA
Cristina Marzán

ceuta
@elpueblodeceuta.com

La pizarra se convierte en un pentagrama a gran escala, las mesas cobran vida y suenan a través de las teclas del piano y el abecedario comienza en ‘do’ y concluye en ‘si’, con sólo siete notas básicas que luego de traducen en letras y sonidos.

Bajo estas sugerentes características se presentan las clases impartidas en la Escuela de Música Mundo@arte, ubicada en la calle Delgado Serrano de la ciudad autónoma, y dentro de la cual los más pequeños adquieren sus primeros conocimientos del ámbito musical a través del curso Estrelita, una iniciativa puesta en marcha con el patrocinio de Yamaha, que facilita el material de aprendizaje al centro.

El curso Estrellita está diseñado específicamente como un programa de dos años para los más pequeños, que se puede iniciar con sólo 3 añitos y consiste en una clase semanal de una hora en la cual los participantes pueden ampliar y enriquecer su relación con la música en compañía de los profesores y amiguitos. El objetivo de esta propuesta es aprovechar la corta edad de los futuros músicos para desarrollar al máximo su capacidad auditiva de forma natural y así van reconociendo los diferentes tonos y sonidos. Aunque quizás lo más divertido y atractivo de la propuesta es el método de enseñanza utilizado en Mundo@rte; “para que el niño no se aburra, se le enseñan las notas musicales a través de dibujos, juegos y canciones que van repitiendo”, explicó Manuela Álvarez, directora de la escuela. Estas experiencias en el aula fomentan la creatividad del pequeño de la casa y ayudan a inculcar las bases para tocar, así como la expresión a través del sentimiento y el entendimiento de la música.

Para ellos las partituras son sus libros de lectura, las canciones constituyen el lenguaje y las melodías, las matemáticas, lo más difícil de captar. Solo que en el colegio la tarea y las obligaciones son poco apetecibles para los alumnos de Primaria mientras que la música se puede convertir en la mayor de sus pasiones, no sólo por ser pura diversión a estas edades, sino por los incentivos que se les plantean. “Cuando nos portamos bien en las clases de piano y hacemos las cosas, nos dan chuches y galletas y chicles”, comentaba Guillermo, alumnos de la escuela de música de siete años. A lo que hay que añadir los simpáticos métodos de aprendizaje para, con paciencia, educar musicalmente a los niños. “Lo principal es que canten mucho y después, aprender las notas. Las clases se basan en la imitación profesor-niño y luego van colocando las notas en los diferentes instrumentos. Después de pasar aquí dos o tres años, se sale de la escuela con conocimientos básicos de música pero lo suficientemente preparados para enfrentarse a pruebas de Conservatorio”, explicó Carmelo Álvarez, profesor de canto y piano. Además, otro de los motivos por los cuales los padres llevan a sus hijos a estos centros es porque “la música mejora la capacidad de aprendizaje en otras clases y desarrollan el sentido auditivo, la memoria, el trabajo en grupo o la sensibilidad. Incluso existe la figura del alumno tutor, que es el que trata de ayudar a los que saben menos que él”, concretó Álvarez. Al tener entre los 3 y los 10 años, las clases no carecen de ruidos; simpáticos, extrovertidos, cariñosos y carismáticos son muchos alumnos de la escuela, que muestran a los profesores su lado más inocente devolviéndoles un poco de alegría en la rutina del día a día. Dentro de Mundo@rte existen dos grupos; el primero de ellos, para los que superan los siete u ocho años de edad y un segundo, más gracioso, con los pequeñitos, desde tres hasta siete años. “Cuesta que atiendan, pero aprenden muchísimo, y cuanto más chicos, mejor, porque se quedan con todo. Son muy traviesos pero se les explican las notas con dibujos; inventamos que el pentagrama es una fiesta, a la que asisten las notas; una historia para que se entretengan”, confesó Noelia Caballero, profesora de piano de la escuela.

Algunas niñas como Ana Belén, de 7 años, no saben porqué asisten a estas clases, “mi madre es la que me trae”. A otros ya les pica el gusanillo de la música, “la canción de Spiderman es mi favorita y me gusta mucho, la quiero tocar yo solo”, confesaba el pequeño Esteban de cinco años. Pero lo cierto es que el arte de la música es compartido por todos.
 

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