Jerónimo De Mascarenhas, en una época de confusión entre lo
portugués y español, hizo la primera referencia a la caza en
Ceuta en su libro publicado en 1648 de bárroco título
Historia de la ciudad de Ceuta, sus sucesos militares y
políticos, memorias de sus santos y prelados y elogios a sus
capitanes generales. Mascarenhas comenta en su obra que era
tal la riqueza de especies que los conejos y las codornices
se acercaban hasta el entorno de las murallas de la ciudad.
360 años más tarde la gestión de las actividades cinegéticas
ha cambiado un poco. Los cupos que se establecen para la
temporada se deciden en el Consejo de Caza, presidido por la
viceconsejera de Calidad Ambiental, Celinia De Miguel. Este
organismo debe seguir las directrices marcadas por la
42/2007 del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad y
recoge entidades de muy diferente índole: desde
conservacionistas como la Sociedad Española de Ornitología (SEO),
estatales como el Ejército o a las propias asociaciones de
caza: “Este año habíamos hablado antes de los cupos que se
podían designar y la anécdota fue precisamente que fue el
Consejo de Caza más breve de los que yo tengo recuerdo” dijo
el presidente de la Sociedad de Cazadores, Antonio López.
Los cupos de este año recogen dos periodos. El primero va
desde el 5 de octubre hasta el 21 de diciembre y las
cantidades se establecen por cazador y día: dos ejemplares
de conejo, uno de liebre, dos perdices morunas, tres
becadas, cinco tórtolas comunes y diez codornices. Además se
decretó que los faisanes no tuviesen cupo al ser una
población alóctona, es decir no propia de los entornos
silvestres de Ceuta por lo que se busca la eliminación de la
población que está asentada en los montes locales. Un
objetivo difícil, en cotos cercanos de Marruecos se hacen
sueltas de faisanes en diciembre y el ave tiene una
capacidad de vuelo muy largo.
El otro periodo se alarga desde el 5 de octubre hasta el 18
de enero, pero a partir del 21 de diciembre los cazadores no
podrán auxiliarse de perros. En él se recogen tres especies
de paloma, tres de zorzales y los estorninos. Todas estas
especies pueden capturarse en un número de diez ejemplares
por cazador y día, excepto la paloma zurita de la que se
pueden capturar cinco. Además se pueden decretar batidas
excepcionales de animales que pueden originar daños a la
naturaleza o a las personas como el jabalí, o, si la
Consejería de Medio Ambiente no consiguiera una solución
menos directa, los perros asilvestrados.
“La Sociedad de Cazadores de la Federación fuimos los
primeros en 2001 en pedir que se estableciesen cupos y
limitaciones. Probablemente sea ahora el momento que más
especies se encuentran protegidas en Ceuta y se decretan
como no cazables” señaló Antonio López. En la ciudad existen
poblaciones de especies que están incluidas en el Catálogo
Nacional de Especies Amenazadas y protegidas como el
alcavarán, la curruca cabecinegra, el mochuelo o la pardela
cenicienta. Otras, como la tórtola común, se encuentran en
la lista roja de especies amenazadas: “La lista roja no es
nada vinculante ni definitivo, pero se designó su cupo a
pesar de que las poblaciones están en claro retroceso en
España” indicó el responsable del área de conservación de la
Sociedad Española de Ornitología en Ceuta, José Jiménez.
Mediante esta protección hay especies como el mirlo o el
pinzón común que están prosperando y aumentando sus
poblaciones
Los peligros para las especies amenazadas ya no pueden
provenir de la presión de las actividades cinegéticas,
descontando a los cazadores furtivos que se lucran con la
venta de la carne del jabalí, lo que no quiere decir que no
existan dificultades para que prosperen sus poblaciones: “El
monte no está en buenas condiciones, está muy cerrado y
homogéneo y eso favorece a las alimañas y los depredadores
como el meloncillo, que está protegido y tiene una población
que está aumentando en los montes de forma extraordinaria”
aseguró Antonio López.
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