Hay, por que de todo tiene que
haber en esta vida, a quien no le ha sentado bien mí
artículo sobre el delegado del Gobierno. Cosa, por demás,
que me la trae al fresco del poniente. Escribo, lo que
escribo, porque quiero y porque puedo sin importarme, ni
poco, ni mucho, lo que cada quisqui quiera opinar sobre
ello.
De siempre, o sea desde hace más de cincuenta años, he
escrito para que todo el mundo me entienda, desde esos a los
que algunos llaman “intelectuales” hasta los que les cuesta
trabajo hilvanar algunas frases.
Para entendernos, he dejado atrás todas reglas gramaticales
que puedan hacer el artículo más o menos bonito a los ojos
de los que entienden, para dedicarme a escribir para que el
pueblo llano y sencillo comprenda, perfectamente, que es lo
que quiero decir en cada uno de mis escritos.
Por cierto, antes de que se me olvide, que tengo muy mala
memoria, en la Facultad de Ciencia de Información de Madrid,
se puso un artículo mío, escrito en “El Faro” bajo el título
de “La Plaza de los Reyes refugio de los ancianos”,. Como
ejemplo, a los estudiantes de periodismo, de cómo se debe
escribir. Testigos existen de cuanto digo.
Pero pensé que con tanta literatura, mis gentes, los míos,
los del pueblo, no me entenderían y dejé de escribir de esa
forma literaria, para hacerlo de forma que los míos se
enterasen, cada día, de lo que quería decir. Y en ello sigo.
Nunca he presumidote nada, porque de nada tengo que
presumir, hago lo que hago de acuerdo con mi conciencia y
mis principios, sin importarme en absoluto lo que cada uno
pueda pensar. De ahí loo que dice un amigo mío, que no he
llegado más lejos porque no se vender la “moto”. ¿Y qué
“moto” es la qué tengo qué vender?. Ninguna, porque jamás he
tenido moto.
Trato de tomarme la vida con humor, porque el humor es algo
que no cuesta dinero, sólo tener la capacidad suficiente
para poderlo ejecutar. Y el humor como la intuición no están
a la altura de todo el mundo. ¡Cosas de la vida, colega!.
Me hace gracia el contemplar, a todos aquellos, que se hacen
llamar políticos, cuando ni tiene ni… idea de lo que es ser
político. Sigo pensando que el mundo de las ideas
desapareció con Platón. Y para reafirmarme más en ello,
acuden en mí ayuda todos esos a los que la tómbola de la
vida le entregó la gorra y pito con mando para demostrarme a
cada momento, con sus actuaciones, que no tienen ni idea de
nada.
Son esos los que se extrañan de que me pueda caer bien el
delegado del gobierno. Ellos en su inutilidad, más que
demostrada, mantienen aquello de “conmigo o contra mí”. Si
enterarse de que, lo he repetido hasta la saciedad, no
pertenezco a ningún partido, voy de libre por la vida,
porque nada le debo a ningún partido ni a nadie de
cualquiera de esos partidos.
La democracia, según dijo uno que sabía una jarta de
política, es el menos malo de los sistemas. En nuestro país,
hasta que no desaparezca esa fauna de gorra y pito, la
democracia no habrá alcanzado su plenitud. ¿O no?
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