El pasado domingo, en el estadio
de Alfonso Murube donde el Ceuta se iba a enfrentar al Betis,
salude al delegado del Gobierno que me cae una jartá de
bien. Ambos dos recordamos que tenemos pendientes tomarnos
un café. Por supuesto que nos lo tomaremos delegado.
Hay personas que nos pueden caer bien o mal a primera vista.
Y al menda, desde el primer día que nos presentaron, le cayó
bien el delegado. Desde ese día, siempre que nos hemos
encontrado nos hemos saludado con afecto y, por cierto,
hemos hablado de cosas intranscendentes recordando a cada
momento, en el transcurso de esos minutos de charlas, que
tenemos pendiente tomarnos un café.
Cuando conozco a una persona y me cae bien, nunca me paro a
pensar cuales son sus ideas políticas. Eso me da igual.
Tengo amistades de todo tipo de ideas con las que me encanta
charlar. A las personas las juzgo como tales personas sin
importarme, en absoluto, lo que cada uno pueda pensar.
Será por deformación profesional, que cada vez que conozco a
alguien, me gusta estudiarlo para poderlo conocer a fondo y,
de esa manera, saber a qué atenerme a la hora de entablar
conversación. Suelo equivocarme en muy raras ocasiones, por
no decir en ninguna, a la hora de hacer el diagnostico.
A veces me dejo llevar por mí intuición y no me hace falta
estudiar nada del personaje para tener un pleno conocimiento
del mismo. Eso es, sencillamente lo que me paso la primera
vez que e presentaron al delegado que, desde ese mismo
instante, me cayó bien.
Ser delegado en esta tierra nuestra no es ningún chollo.
Ceuta es diferente y existen unas fuerzas ocultas que creen
tener el derecho de pernada. Y esas mismas fuerzas a los que
llamo los caciquillos del siglo XXI, cuando las autoridades
no hacen los que ellos creen que deben hacer tratan, por
todos los medios a su alcance, hacerles la vida imposible.
Desde mí particular conocimiento del delegado creo, con toda
sinceridad, que sabe mucho más que yo de esos caciquillos de
medio pelo de los que pasa olímpicamente. Él ha venido a
hacer un trabajo y como hombre culto e inteligente que es,
sabrá realizarlo a la perfección.
De hecho, todo cuanto hasta ahora ha realizado es perfecto
dentro del trabajo a efectuar. Cosa, por supuesto, que está
cabreando a más de uno de esos politiquillos de medio pelo,
que se pasan el día dándole vueltas a la cabeza a ver por
dónde le pueden meter mano al delegado
Cosa que no debe preocupar en absoluto al delegado, por la
incapacidad mental de todos estos politiquillos del tres al
cuarto, a los que la tómbola de la vida, les concedió el
pito y la gorra con mando.
Tengo la seguridad plena de que conseguirá llevar a buen
puerto la misión encomendada y que no le temblará la mano a
la hora de meter el bisturí para “sajar” algún problema. No
olvidemos que es cirujano. Como tampoco olvidemos, delegado,
que tenemos pendiente un café.
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