Ceuta y su ciudad hermana,
Melilla, han pasado ya página tras las torrenciales lluvias
sufridas hace días, pero su “hinterland” vecino no acaba de
recuperarse: si en Castillejos las autoridades han logrado
encajar y paliar los daños no ocurre lo mismo en Nador,
villa de caótico crecimiento que aun padece las
consecuencias derivadas de un urbanismo salvaje, como les
adelanté en su momento en esta columna. De Nador me llegan
ecos de un creciente descontento social, que se
materializará el próximo sábado en una manifestación no solo
contra el deterioro de las infraestructuras locales y la
falta de saneamientos, sino también criticando la pasividad
y negligencia mostradas por las autoridades responsables,
particularmente la “bachalía” (ayuntamiento), a la que se
exigirá un rendimiento de cuentas; parece ser que proyectos
millonarios no han llegado a materializarse, mientras que en
zonas como la cornisa de Mar Chica y otras la situación es
un desastre, con los accesos impracticables. A ver por donde
sale la cólera contenida de la ciudadanía, que en algunos
casos (barrio de Ibouârouthen) han llegado a enfrentarse a
pedrada limpia con las fuerzas policiales, obligándolas a
sacar sus armas reglamentarias. Ya puede el “wali” de Nador
ponerse las pilas, porque como no solucione a paso ligero
los problemas y llegue a oídos de su rey Mohamed VI los
apuros de la ciudadanía, se va a enterar de lo que vale un
peine… y dos también.
Pero lo importante de estos días van a ser las dos visitas
de Estado (una oficial, la otra privada) a Marruecos: por un
lado la vice presidenta Mª Teresa Fernández de la Vega
aterrizará hoy en Marruecos, a fin de impulsar las
relaciones bilaterales que han sufrido, pese a las
expectativas que había levantado Rodríguez Zapatero, cuando
menos un anquilosamiento. Fernández de la Vega, que viaja
acompañada del ministro Moratinos, tendrá ocasión de conocer
al Primer Ministro marroquí, Abbas El Fassi y también se
entrevistará, en Casablanca, con cualificados representantes
de las cerca de mil empresas españolas (buena parte de ellas
de capital catalán) que operan en Marruecos. Por otro lado y
según “Le Soir”, Don Juan Carlos tiene previsto iniciar
estos diqs una visita privada (la última fue en 2005), con
la que desde estas líneas entiendo se cerrará el profundo
malestar causado en Marruecos por la histórica presencia de
los Reyes de España en Ceuta y Melilla en noviembre de 2008
y que Don Juan Carlos vuelva a ser para el joven soberano
alauí, afectuoso pero pronto de genio, “el tío Juan”.
La agenda oficial -y privada- está cargada de puntos a
tratar, uno vital para Marruecos: la nueva directiva europea
sobre emigración, que prohíbe entre países de la UE la
posibilidad de nuevas regulaciones masivas como la efectuada
alegremente, en su tiempo, por el Presidente español
Rodríguez Zapatero. La recesión económica en ciernes
golpeará duramente a los trabajadores extranjeros, que en el
paro no podrán renovar su residencia. Una eventual (pero
posible al quedarse sin papeles y ser proclives a la
expulsión) vuelta masiva a su país de origen, en este caso
Marruecos, sería catastrófica para la economía (los
emigrantes aportan la mayor entrada de divisas) y, por ende,
para la estabilidad del país. Entiendo que esta será la
mayor preocupación de Rabat.
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