Fue el domingo pasado, tras
referir las dificultades que sorteo cada día para darle vida
a este espacio, al tener que contar solamente cuestiones
relacionadas con la ciudad, cuando me pronuncié en contra de
la patochada cometida por Benigno Sánchez, entrenador
de la Asociación Deportiva Ceuta; y adelanté que en el
ayuntamiento existen algunas mujeres dedicadas a cabildear.
Unas más que otras, pero todas dispuestas a intrigar en la
medida de sus posibilidades.
El despropósito del entrenador murciano no consistió en
pelarse al cero, no; porque él puede hacerse con su pelambre
hasta tirabuzones, si lo creyera conveniente; el disparate
estuvo en la justificación aireada que hizo de una tontería.
Y encima diciendo que era para ‘autocastigarse’. Y así
cometió doble pecado.
Uno, perjudicar al club; dos, darle una enorme patada al
diccionario. Auto es un elemento compositivo griego que
significa “uno mismo”. Así que le bastaba con haber dicho me
he pelado para castigarme. Qué oportunidad perdió el
colaborador de este periódico, Jesús Carretero,
siendo catedrático de griego, para haber puntualizado sobre
tamaña redundancia. Otra vez será.
En lo tocante a las féminas que gustan de andar enredando,
maquinando, confundiendo, etcétera, cuando sus maridos, sus
novios, sus compañeros... viven de la actividad política a
cuerpo de rey, bien harían en darse cuenta de que las
paredes tienen oídos y que ya va siendo hora de que procuren
moderar sus comentarios y, desde luego, ser mucho más
precavidas de lo que vienen siendo. Lo digo porque no paran
de llegarme noticias acerca de cómo se están comportando
quienes deberían ser más cautelosas al murmurar de propios y
extraños. Por las responsabilidades que ellas tienen
contraídas.
Imagínense ustedes que tuvieran la oportunidad de oír por
casualidad, las burradas que la señora de un político le va
contando a otro destacado miembro de su partido sobre
Juan Vivas, por ejemplo. Convencida ella de que su
hablar es sólo cosa de dos. ¿Qué pasaría si tales
improperios se hubieran grabados con habilidad por el
escuchante y además hubiera un medio dispuesto a
publicarlos?
Lo que cuento está ocurriendo a cada paso. Ciertas personas
han perdido el oremus, les ciega la ambición y les puede la
envidia, y ya no se conforman con bisbisear maldades de los
compañeros de sus maridos, sino que las difunden a voz en
cuello. Con lo cual están causando un daño de mucho cuidado.
También están las clásicas mujeres que nada tienen que ver
con las señoras anteriores y que han medrado para situarse
en sitios claves del Ayuntamiento, y que jamás se paran en
barras cuando se disponen a cumplir las funciones que les
han encomendado sus jefes. Ahora bien, en el pecado llevan
la penitencia sus protectores: puesto que las historias que
les cuentan llegan tergiversadas.
En fin, ustedes habrán estado esperando que dé nombres. Pero
eso es imposible. Por causas obvias. De modo que les dejaré
con la miel en los labios.
A cambio les diré que una denuncia por calumnias contra
Juan Luis Aróstegui, por parte de una empresa, ha sido
admitida a trámite en el juzgado número 2 de Ceuta. Espero
que no llegue la sangre al río.
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