A pesar de todo cuanto digan los
entendidos, la oposición y el propio gobierno que lo ha
reconocido, más vale tarde que nunca, no me he enterado de
que hay crisis, porque siempre estoy en crisis. O sea que
para mí, personalmente y en persona, la crisis no es ninguna
novedad para los que la venimos padeciendo desde que
llegamos a este mundo. La auténtica novedad, es que
hubiésemos salido de la crisis.
Esto de la crisis, aunque algunos no lo quieran creer, hace
disfrutar a más de uno, de dos y hasta de media docena, al
comprobar como algunos que presumían tener no sé cuánto y
comer todos los días en la calle a base langostas y esas
tonterías, ahora resulta que no tienen ni un maldito euro y
se pana el día de banco en banco, a ver si encuentran alguno
capaz de darles un préstamo. Somos malos, nos alegramos de
las desgracias ajenas.
Ver a todos estos que antes presumían dándose porte,
mirándole a usted por encima del hombre, en un alarde de
perdonarle la vida, nos da más risa que cuando vamos
paseando por la calle, alguien tropieza y se viene al suelo,
pegándose un “trotazo” de aquí te quiero ver.
Esto, la verdad, lo de la risa no me parece bien, pero
alguna ventaja tenemos que tener los “boyaos”, ante esos que
sacaban pecho y presumían de tener de todo, tratándonos a
los “boyaos” como una especie de raza inferior.
La crisis, está visto y comprobado que ha jodido a más de
uno que ya ni sacan pecho, ni comen cada día fuera de casa,
ni se atreven a mirarnos a los “boyaos” como una raza
inferior.
Que conste que nunca me he alegrado del mal ajeno, pero lo
que no puedo evitar es reírme de todos estos personajillos
que hacen colas en los bancos pidiendo un préstamo y a los
que se les han pagado, de momento, todo los “faroles” que se
han venido pegando, mientras les ha durado el chollo. Ya lo
decía aquel “mal acaba, lo que mal empieza”. Y fueron muchos
los que empezaron mal, en la creencia de que le “chollo” les
iba a durar toda la vida. Pena grande, sólo les duró cuatro
años.
Oiga, tienen que estar agradecidos, nunca fueron nada. O sea
que vuelven a sus raíces, pero con el condicionante que ya
esas raíces en las que nacieron y a las que despreciaron
cuando se creyeron los “reyes del mundo”, ya no les aceptan.
Y, ahora, se encuentran sin saber a dónde ir. Los que antes
les dieron parte del chollo, como ya no les interesa, le han
dado puerta y no quieren saber nada de ellos y, los suyos,
los de sus raíces, a los que despreciaron no le quieren.
Para qué hay qué desearles una mayor desgracia, tienen todo
lo que se merecen, conseguido sin la ayuda de nadie, sólo
por méritos propios. A chufla lo toman las gentes y a mí no
me da ninguna pena. Sé que he cambiado la letra de la poesía
“El Piyayo”, pero es la única verdad y el desprecio que se
merecen.
Nunca, jamás, se debe olvidar uno de sus raíces, ni aunque
la democracia le haya facilitado el chollo de conseguir un
pito y una gorra con mando, más por su inutilidad que por
sus méritos. ¡Cuantas gorras y pitos ha traído la
democracia!.
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