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OPINIÓN - JUEVES, 9 DE OCTUBRE DE 2008

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

A pesar de todo cuanto digan los entendidos, la oposición y el propio gobierno que lo ha reconocido, más vale tarde que nunca, no me he enterado de que hay crisis, porque siempre estoy en crisis. O sea que para mí, personalmente y en persona, la crisis no es ninguna novedad para los que la venimos padeciendo desde que llegamos a este mundo. La auténtica novedad, es que hubiésemos salido de la crisis.

Esto de la crisis, aunque algunos no lo quieran creer, hace disfrutar a más de uno, de dos y hasta de media docena, al comprobar como algunos que presumían tener no sé cuánto y comer todos los días en la calle a base langostas y esas tonterías, ahora resulta que no tienen ni un maldito euro y se pana el día de banco en banco, a ver si encuentran alguno capaz de darles un préstamo. Somos malos, nos alegramos de las desgracias ajenas.

Ver a todos estos que antes presumían dándose porte, mirándole a usted por encima del hombre, en un alarde de perdonarle la vida, nos da más risa que cuando vamos paseando por la calle, alguien tropieza y se viene al suelo, pegándose un “trotazo” de aquí te quiero ver.

Esto, la verdad, lo de la risa no me parece bien, pero alguna ventaja tenemos que tener los “boyaos”, ante esos que sacaban pecho y presumían de tener de todo, tratándonos a los “boyaos” como una especie de raza inferior.

La crisis, está visto y comprobado que ha jodido a más de uno que ya ni sacan pecho, ni comen cada día fuera de casa, ni se atreven a mirarnos a los “boyaos” como una raza inferior.

Que conste que nunca me he alegrado del mal ajeno, pero lo que no puedo evitar es reírme de todos estos personajillos que hacen colas en los bancos pidiendo un préstamo y a los que se les han pagado, de momento, todo los “faroles” que se han venido pegando, mientras les ha durado el chollo. Ya lo decía aquel “mal acaba, lo que mal empieza”. Y fueron muchos los que empezaron mal, en la creencia de que le “chollo” les iba a durar toda la vida. Pena grande, sólo les duró cuatro años.

Oiga, tienen que estar agradecidos, nunca fueron nada. O sea que vuelven a sus raíces, pero con el condicionante que ya esas raíces en las que nacieron y a las que despreciaron cuando se creyeron los “reyes del mundo”, ya no les aceptan. Y, ahora, se encuentran sin saber a dónde ir. Los que antes les dieron parte del chollo, como ya no les interesa, le han dado puerta y no quieren saber nada de ellos y, los suyos, los de sus raíces, a los que despreciaron no le quieren.

Para qué hay qué desearles una mayor desgracia, tienen todo lo que se merecen, conseguido sin la ayuda de nadie, sólo por méritos propios. A chufla lo toman las gentes y a mí no me da ninguna pena. Sé que he cambiado la letra de la poesía “El Piyayo”, pero es la única verdad y el desprecio que se merecen.

Nunca, jamás, se debe olvidar uno de sus raíces, ni aunque la democracia le haya facilitado el chollo de conseguir un pito y una gorra con mando, más por su inutilidad que por sus méritos. ¡Cuantas gorras y pitos ha traído la democracia!.
 

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