Su misión consiste en pillar a ese listillo que se toma las
calles de Ceuta como si fueran las de Indianápolis y que
escupen con su prepotencia en las señales de tráfico que los
demás sí respetan. “Nosotros detectamos a todos aquellos que
sobrepasan los límites, pero si es por lo mínimo estudiamos
en qué situación se ha producido, los condicionantes...
porque a veces te da pena denunciar a alguien por tan poco.
Ahora, si la persona va a 80 por una zona de 50, ése cae
seguro”.
Cinco miembros de la unidad de tráfico se reparten los
turnos durante el día para captar las matrículas de
conductores que se pasan de la raya. El fin de semana
pasado, la presidenta de la Asociación de Vecinos de San
Amaro denunció un nuevo accidente en su barriada y pidió,
por favor, a la Ciudad que colocara instrumentos en la
calzada que disuadieran a los conductores de pisar el
acelerador más de la cuenta. Sin embargo, San Amaro solo es,
en estas fechas, víctima durante la noche y los fines de
semana, cuando se suspenden las obras que se están
acometiendo en la zona.
Mientras, existen otros puntos conflictivos que sí son
susceptibles de infracciones a diario: la parte alta de
Recinto Sur, Avenida de Lisboa, Independencia o las calles
del interior de Benzú (la que bordea el litoral no es
competencia de la Policía Local, al ser carretera estatal).
El Policía ha tomado la costumbre de quedarse dentro del
coche, apoya el fusil -o radar, mejor dicho- en el eje del
volante y desde ahí controla la calzada. Por el espejo
retrovisor, camuflado en un coche corriente, calcula la
velocidad del que viene a la espalda; prepara el arma y
dispara en cuanto la presa pasa por delante a unos 25
metros, para enganchar con nitidez la matrícula. Es un
ejercicio de pesca, donde el anzuelo es la vía despejada de
coches y la caña, la situación estratégica del policía.
Sin embargo, hay exenciones para aquellos valientes gustosos
de correr. Martínez Catena, Juan Pablo II o la carretera
hacia Benzú son zonas desprotegidas. La Policía Local no
tiene capacidad de intervenir ahí al ser carreteras del
Estado y rara vez se ve a un agente de la Guardia Civil. Aun
así es posible que en Juan Pablo II se llegue a un acuerdo
para realizar controles con el radar. Durante la elaboración
del reportaje, y después de haber pasado por Martínez Catena
se acerca un motorista que le dice al Policía: “Mira, es que
me habéis cazado por la carretera nueva y es que soy
guardia”. Esto demuestra que el conductor es vivo y que
existe la psicosis hacia el radar. Los ‘pilotos’ saben que
en Martínez Catena hay vía libre y sería bueno que se
reestableciera el servicio allí después de dos años de
libertinaje.
La Policía Local se encuentra a la espera de un radar con
flash y con funciones digitales que supere al actual.
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Se imparte un curso destinado a disuadir
a detenidos potencialmente peligrosos
Durante esta semana se ha
desarrollado en el Polideportivo Díaz Flor un curso para
policías locales, policías militares y guardiaciviles
integrado dentro del plan de formación continua de 2008.
Estas jornadas, impartidas durante dos días y medio han
consistido en tácticas de arresto y control y un II nivel de
esta misma asignatura. Con ello se ha pretendido dar a los
policías conocimiento acerca de cómo saber actuar con
delincuentes potencialmente peligrosos. Entre otros
conocimientos se han impartido las técnicas de registro y
cacheo, inmovilización, aseguramiento de los detenidos y
engrilletamiento, además de todas las cuestiones relativas a
las intervenciones de agentes de forma exhaustiva con un
detenido. Hay que decir que los cuerpos de seguridad deben
mantener siempre unas premisas en la mente cuando ejecuten
estas actuaciones, como son las de congruencia, oportunidad
y proporcionaldad en la utilización de los medios de los que
se dispone para las detenciones. Han participado un total de
20 alumnos y la empresa que se ha encargado del curso ha
sido ‘Tácticas defensivas, policiales y escolta’.
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