Dice el refranero que la guerra es el arte de destruir los
hombres y la política es el arte de engañarlos. Sin tomar la
expresión por la peor de sus vertientes, háganse a la idea
de que a eso, a regatearse mutuamente, es a lo que vienen
jugando durante las últimas semanas y a lo que seguirán
dedicándose las próximas los candidatos que podrían aspirar
a la Secretaría General del PSOE ceutí cuando Salvador de la
Encina dé el pistoletazo de salida al proceso de refundación
del partido, algo que por los plazos estatutarios y de
acuerdo con su compromiso público de celebrar el congreso
antes de final de año debería suceder antes de que termine
octubre.
Los que más claro lo tienen son los militantes que no han
mostrado disconformidad con la línea política seguida
durante los últimos años con Toñi Palomo al frente de la
nave socialista y muy especialmente con la gestión de la
crisis que desencadenó su dimisión, el 27 de mayo del año
pasado. Su candidato es José Antonio Carracao, socialista
genético, líder de Juventudes Socialistas, que como
candidato al Congreso obtuvo en marzo los mejores resultados
en las urnas que habían cosechado nunca los de la rosa en
Ceuta. Pero Carracao calla y mantiene la incógnita. Ahora le
toca hablar a De la Encina y a la Ejecutiva Federal, piensa
el aspirante, que ha mamado en casa la importancia que tiene
en política respetar las reglas y los tiempos.
Ayer, en declaraciones a este periódico, volvió a negarse a
cualquier elucubración de futuro, pero fuentes de toda
solvencia muy cercanas a él dieron fe de que, tras unos
meses de dudas, envuelto en la vorágine de todo joven que
está poniendo en pie su proyecto personal y profesional,
“está dispuesto a dar el paso”.
Es más, en medio de sus diatribas los partidarios de
mantener la línea de acción política reciente llegaron a
tantear otras opciones con peso como la del actual jefe de
Gabinete del delegado del Gobierno, Sergio Moreno, que
aunque también se niega a confesarlo ahora mismo no está ni
en esa ni en cualquier otra carrera fuera de la institución
de la Plaza de los Reyes. Primero, aunque el orden de los
factores no altera el producto, dicen sus allegados, por el
cargo que ocupa. Segundo, porque no tiene interés alguno por
competir con un Carracao al que también contempla con los
mejores ojos al frente del partido.
La opción renovadora
Entre los renovadores o menos conformes sobran dos dedos de
una mano para contar las posibles cabezas de cartel según
todas las fuentes consultadas. Son el activo sindicalista y
también joven Gonzalo Sanz, cuya proyección bendijo con
ganas durante mucho tiempo Palomo hasta que se atrevió a
discrepar y se negó a entrar en la Gestora que iba a
encabezar Moya; el veterano de la retaguardia socialista
local Justino Lara, el más claro y directo, “ni crítico ni
oficialista”, el único que ayer admitió sin reparos seguir
dispuesto a “dar el paso” en un proceso que deseó “pronto,
abierto, claro y limpio”; y el inspector de Educación y ex
director provincial de Trabajo Javier Martínez, bregado en
mil batallas, compañero de Zapatero cuando este ganaba
congresos en León militante por militante, que tampoco quiso
en conversación con este periódico decir si sí o si no, pero
al que quiere y respeta, o eso dicen, las cabezas visibles
de la izquierda periférica de la ciudad y muchos de esos
grupos clave en el devenir del PSOE local durante los
últimos años: el sector de Educación, el de UGT, el de pesos
pesados del pasado más reciente de la formación que
prefieren no ser citados por su nombre.
Se conocen y no se llevan mal, por lo que es seguro que no
rivalizarán entre sí y sus entornos dicen que están
dispuestos a liderar como a coliderar.
En las cábalas de la calle entran también otros nombres como
los de Clemente Cerdeira, que muy en el papel vertebrador
del partido que le confiere su trayectoria y su apellido
ayer aseguró no tener caballo ganador porque su apuesta es
otra: “Lo que yo quiero es que los socialistas seamos una
cuádriga”, metaforeó.
Sin él, los hipotéticos candidatos comparten, además de ser
varones, un denominador común: su pasado limpio de
estridencias ante los medios. Ninguno de ellos entró en la
trifulca de descalificaciones e improperios que tanto le
sulfura escuchar a De la Encina desde el otro lado del
Estrecho. Todos han recibido también con buenas impresiones
el anuncio (la confirmación) sobre los plazos que maneja que
el presidente de la Comisión Delegada hizo el lunes en este
periódico.
Y los cuatro esperan, cartas boca abajo, salvo Lara, que
hable el diputado.
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