Sobre el terreno he podido ir
comprobando, preocupado, que el problema levantado por la
“fatwa” del jeque marroquí Al Maghrawi (declarando lícito el
matrimonio con pequeñas de nueve años) es de mayor calado de
lo que creía. Primero por el personaje en sí, un cualificado
ex profesor con todos los laureles del Instituto Islámico de
Mekinés (dependiente de la afamada Al Qarauin) y reconocido
representante actual en Marruecos del rigorista wahabismo,
ese fascismo religioso imperante en Arabia Saudí y matriz
(en una de sus corrientes) del terrorismo islamista;
segundo, por su cerrado movimiento salafista (rama wahabí,
por diferenciarlo del salafismo reformista y del yihadista)
articulado a través de su “Asociación para la llamada del
Corán y de la Sunna”, fundada en 1976 y con miles de
fanatizados seguidores repartidos por todo el país, nueve de
cuyas sedes fueron a toro pasado clausuradas por la policía
después de los atentados terroristas del 16-M en Casablanca.
La tardanza en responder por el Estado marroquí a través del
Consejo Superior de Ulemas del Reino (esperamos la
intervención directa de la Fiscalía y una eventual condena)
revelaría según algunas de mis fuentes el rigor del “hadith”
de Bujari exhibido por el tal Al Maghrawi, así como su
cerrazón en banda reafirmándose en su “fatwa” desde La Meca
y remitiendo a sus críticos a los especialistas de la
“sharia” (ley religiosa islámica). En cuanto a la “Mudawana”,
un abogado amigo me hace llegar el preocupante artículo 20
del flamante Código de la Familia, según el cual los jueces
pueden demandar un certificado médico y, después de ciertas
investigaciones, aceptar en ciertos casos (que en realidad
serían la mayoría) el casamiento de chicas con edad inferior
a los 18 años de edad; según las estadísticas, estos
matrimonios podrían alcanzar durante los últimos dos años el
10% del total.
Este lastre ideológico con una patina religiosa, explicaría
los motivos por los que a Marruecos siguen acudiendo
centenares de hombres de negocios y príncipes saudíes,
muchos de ellos encantados de poder retozar con jovencillas
menores de edad; mismamente a la vera de cabo Negro, en la
Bahía Sur apodada ahora “Tamuda Bay”, era no hace tanto
tiempo un espectáculo clásico el de los yates de potentados
árabes con patente de corso para beneficiarse a marroquíes
adolescentes, por no hablar del trato que muchas jóvenes
trabajadoras emigrantes reciben en los “hermanos” países del
Golfo. Algo espeso y oscuro, doctrinalmente hablando, late
en la esencia del Islam; el Corán mismo, presunta palabra
directa de Dios, no parece precisamente un libro apto para
ser leído o estudiado por menores, salvo que se desea
practicar en los mismos, desde la más tierna edad, un lavado
de cerebro. Luego, claro, pasa lo que pasa… Afortunadamente,
en la sociedad marroquí las aguas empiezan a agitarse y
desde muchos ángulos (entre ellos el del islamismo moderado)
se ha criticado con acidez al imám de la pedofilia, por muy
profesor que fuere… En cuanto a su mentor ideológico y
protector, el wahabismo saudí, ¿sabe el lector que Arabia
Saudí es una de las principales financiadoras -y
responsables- del ascenso del Islam en España…?; por cierto,
hay datos de cuántas jóvenes musulmanas de Ceuta son
forzadas para abandonar sus estudios… e ir a casarse a
Marruecos?.
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