El 7 de octubre de 2008, esto es, hoy, el movimiento
sindical organiza una Jornada Mundial por el Trabajo
Decente, una oportunidad sin precedentes para la dignidad
laboral en una movilización global de gran envergadura.
Antonio Gil, Juan Luis Aróstegui y Manuel Domínguez, líderes
en Ceuta de la Unión General de Trabajadores (UGT),
Comisiones Obreras (CCOO) y la Central Sindical
Independiente y de Funcionarios (CSI-CSIF), respaldan hoy
las convocatorias en la ciudad autónoma y piden que, más que
fijarnos en China como modelo productivo, se globalicen los
valores por los que vienen luchando los sindicatos: trabajo
con derechos, contra la pobreza y la desigualdad y por la
solidaridad internacional.
Pregunta.- ¿Qué es un trabajo decente?
Antonio Gil: Aquel que ofrece garantías de estabilidad, que
cumpla con las normas de Prevención y Riesgos Laborales y
que permita la negociación colectiva que regule sus
condiciones de trabajo y salariales.
Juan Luis Aróstegui: Significa un trabajo estable y con
derechos. Significa que haya una continuidad y unos derechos
laborales y sindicales que permitan desarrollar una vida
digna a las personas sin un exceso de explotación.
Manuel Domínguez: Es un trabajo en condiciones de libertad,
equidad y seguridad y con un ingreso justo. Tener seguridad
en el lugar de trabajo y protección social para los
trabajadores y sus familias.
P.- ¿Es el porcentaje de paro existente el factor
principal de la ecuación de la que sale la dignidad en el
trabajo?
A.G: No debe. El porcentaje de paro en absoluto debe
determinar las condiciones de trabajo. Un trabajo tiene que
cumplir las condiciones dignas siempre.
J.L.A.: No necesariamente. De nada sirve que haya empleo si
se consigue de recortar los derechos de los trabajadores,
con unas condiciones que no permitan vivir con dignidad.
M.D.: Habría que instar a todos los gobiernos a hacer más
respecto a la creación de empleo, pero no de cualquier tipo
de empleo, sino de empleos decentes para todos.
P.- ¿Cómo se puede luchar contra el trabajo indecente
ahora que se acerca una coyuntura en la que hasta tener un
trabajo va a ser un privilegio?
A.G.: Afortunadamente, en nuestro país, gracias a las
conquistas sociales, no hay cabida para el trabajo
indecente. Hay mecanismos en el Estado español para
perseguirlo. Un trabajo debe estar regulado y para ello
están los sindicatos, la Inspección de Trabajo y la Ley.
J.L.A.: Aquí hay dos problemas con fondos distintos: una
cosa es actuar con medidas de empleo eficaces en las
economías localizadas y otra, de un mayor calado, que es
extender, globalizar los derechos sindicales del conjunto de
los trabajadores. Precisamente la jornada de mañana –por
hoy– lo que tiene como objetivo es concienciar a la
población de que mientras se ha internacionalizado la
economía no lo ha hecho ni la política ni los derechos de
los trabajadores.
M.D.: Muchas veces se aduce que los países no pueden
permitirse unos salarios justos y mejores condiciones, sin
embargo los costos a corto plazo se verían rápidamente
superados por los beneficios a largo plazo.
P.- El Banco de España ha pedido una rebaja de las
nóminas y eliminar las cláusulas de revisión salarial para
combatir la crisis ¿Son éticas estas soluciones?
A.G: Que el Banco de España pida esto sí que es del todo
indecente, porque el Banco de España y otros estamentos son
los que han permitido que se produzca una crisis de este
calado. Ahora quieren que sufran los trabajadores todo el
derrumbe del sistema financiero. No son los trabajadores los
que han especulado.
J.L.A.: Esas teorías han sido ya rebatidas por la propia
práctica. La crisis está generando un problema de inflación
y de empleo, pero cuya raíz no es un problema laboral. Me
parece que el Banco de España más que hacer una aportación
para luchar contra la crisis, aporta una forma de esconder
la responsabilidad de algunos agentes económicos que han
generado esta crisis.
M.D.: Para nada. La pregunta que está en el aire es por qué
cuando se viene abajo el sistema financiero en un
libremercado que, según habla el capitalismo, se
autorregula, el Estado, y más concretamente los Bancos
Centrales, tienen que acudir a su rescate; y por qué cuando
hay beneficios no se distribuyen solidariamente en las capas
de población más necesitadas. Los fondos de rescate
dispuestos por las Administraciones pertenecen a los
impuestos de los contribuyentes.
P.- ¿Hay alguna receta para una ciudad como Ceuta en la
que el paro es todavía más acuciante que en el resto de
España?
A.G.: Habrá que trabajar en instalar en Ceuta un modelo
productivo acorde con sus posibilidades y poner mucha
imaginación. Ceuta en el sector primario y secundario no
tiene prácticamente ninguna implantación, habrá que abaratar
también el transporte marítimo y el turismo. No obstante,
Ceuta será siempre una ciudad exportadora, no nos engañemos,
por lo que habrá que formar bien a los trabajadores, tanto
si se quedan como si quieren encontrar trabajo fuera.
J.L.A: Ceuta tiene, desde el punto de vista económico, una
gran complejidad. Los problemas económicos se unen a un
problema político de fondo que es el hostigamiento de
Marruecos hacia todo lo que suponga un desarrollo de Ceuta.
Hay algunas posibilidades y caminos por explorar, pero,
entre la falta de voluntad política y las reticencias de los
empresarios a invertir y a arriesgar, hay una expectativa
muy mala.
M.D.: Recuperar la inversión productiva. Hay que recordar
que la desaparición en la ciudad de empresas como Weil, de
cervezas y refrescos, o Carranza de Conservas,
desaparecieron 450 y 279 puestos de trabajo. La falta de
inversión productiva la tienen que paliar los estamentos
públicos. De nada sirve un Consejo Económico y Social. Lo
importante es servir de vehículo entre grandes empresas de
la Unión Europea y la Ciudad.
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