Nos referimos al técnico de la AD
Ceuta que, tras el varapalo recibido en Antequera, decidió
cortarse el pelo “al cero” para así hostigarse a sí mismo a
trabajar más y mejor.
A lo largo de su estancia aquí en Ceuta, Benigno Sánchez ha
tenido algunas “genialidades” propias e intransferibles que
le colocan en una situación intermedia entre el deseo de
lograr su objetivo y la sin razón del banquillo en momentos
cruciales.
En la mente de todos está el momento en el que el Ceuta, la
pasada temporada, se acababa de meter matemáticamente entre
los cuatro primeros y el técnico eufórico, y por ello
desmemoriado, decía en la sala de prensa aquello de que “hoy
es un día histórico para el Ceuta” o algo más como “hemos
entrado en la élite del fútbol”.
Eso de histórico es un adjetivo tan gastado que ya no
significa nada y si él quería hacerlo significar algo
especial, por estar en la fase de ascenso, deberíamos
recordarle que ya antes de esa fase de ascenso el Ceuta
había llegado en segunda B otras cuatro veces,
anteriormente, y con el mismo éxito al final, no mejor, pero
tampoco peor que el pasado campeonato. Ese “histórico” no se
había revaluado.
En lo de entrar, estar o llegar a la élite del fútbol
todavía es un sueño, que puede hacerse realidad pero ..., ha
habido que esperar y habrá que esperar, al menos unos meses.
Y ahora el corte de pelo. Cada uno hace lo que considera
oportuno, siempre que no moleste a los demás, aunque ese
paso del técnico va más dirigido a la galería que al terreno
de juego, por mucho que su argumento quiera camelar al
personal, al decir “cada vez que me mire al espejo, tener la
sensación de que tengo que mejorar”.
La idea puede ser buena, pero si Fran Amado no mete goles,
si Álvaro fuera de casa rinde menos que dentro, si la
defensa está “a cerezas” en Antequera en los dos goles y...,
de poco le va a servir al técnico cortarse el pelo o ponerse
“una bata de cola”.
Lo suyo empieza y termina en el trabajo en los
entrenamientos, en “tener contenta” a la plantilla, en
plantear el partido correctamente y sabiendo donde se está,
lo demás ..., marcar goles ya no es cosa del entrenador,
sino de los jugadores y eso lo hacen a veces, mientras que
otros días se pasan los 90 minutos mirando a las estrellas,
como ocurrió en Antequera.
El nuevo “look” de Benigno Sánchez no es para vender más su
imagen, ni para dar una exclusiva a nadie, es una forma de
auto castigarse de algo de lo que él solo no es el
responsable.
Es cierto que actitudes como estas pueden echar una cortina
de humo a ciertos resultados, pero esa cortina de humo
desaparecerá si, en los partidos siguientes, no llegan los
triunfos.
El público, la afición, lo primero que quiere son goles,
después triunfos, más tarde una buena clasificación y sólo
mucho más tarde, si llega un “numerito” especial aplaude el
chiste sin más. Así son las cosas, o al menos, así se ven
desde la grada.
La obsesión del entrenador ceutí está en “que quiero
recordarme cada día que tengo que apretar más”. Esto hay que
alabarlo como esa otra idea de que “aspiro a ser cada día
mejor, y hay que trabajar cada día más y más y más”.
Honradez si hay en las palabras del entrenador y a lo mejor,
con ese gesto, ha espantado a algunos buitres carroñeros que
empezaban a merodear en ciertos ambientes, cercanos al club.
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