PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - SÁBADO, 4 DE OCTUBRE DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Baelo Claudia
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Harto de deshojar margaritas en la loma (“son extremistas/no son extremistas…”, ¡perdón, en qué estaría pensando…!, iba a escribir “ me quieren/no me quieren”, ya saben), decidí marcar un paréntesis cruzando el Estrecho a primeras horas de la mañana para luego y desde Algeciras enfilar la carretera camino de la antigua Gades desviándome, a poca distancia de la isla donde desembarcó el beréber Tarif, hacia el conjunto arqueológico de Baelo Claudia. Hombre, no son las ruinas de Palmira que evocaba el conde De Volney pero guardan su “glamour” en un paisaje de agreste belleza y el personal al cargo, además de muy profesional, es particularmente amable. En el cruce con la general y junto a un montón de sandías un rural letrero anunciaba 15 kilos de patatas a 5 euros, mientras una alegre piara de jalufillos ibéricos que retozaba por los alrededores iluminaba en mis neuronas el castizo refrán español: “quien echa flores a los cerdos, pierde las flores y estropea a los cerdos”. Por consiguiente, que ya decía Isidoro.

La ciudad de “Baelo Claudia”, también conocida como Bolonia, marcó varias centurias en el reloj del tiempo antes y después de la Era Común, estando su existencia muy ligada al comercio con el Norte de África (las dos provincias Mauritanas), enlazando directamente con el puerto de Tingis (Tánger). Comunidad agropesquera y comercial, bien urbanizada, el emperador Claudio (41-54 EC) le otorgó la titularidad de municipio romano pues, no en vano, Baelo Claudia nos legó todo tipo de elementos representativos de una pequeña y coqueta ciudad imperial, siguiendo los parámetros urbanísticos clásicos en Roma: un sólido recinto amurallado, el “Cardo” y el “Decumanus maximus” debidamente enlosados, tres acueductos y un notable abastecimiento de agua potable, termas (todavía hoy. algunos levitan con el “invento” del “hammám” y otras gloriosas “aportaciones” a la civilización…), varios templos (destacaría el dedicado al culto de la egipcia Isis, con notables semejanzas al cristiano de la Virgen y el Niño), edificios administrativos, el foro… y, no podía faltar, un teatro. En la otra orilla el más cercano que concozco es el de Lixus, en Larache.

Tras ir a mover el diente por las cercanías en alegre y familiar compañía, con una espléndida vista de la zona oeste de El Estrecho y la silueta, en lontananza, del cabo Malabata cerrando la bahía de Tánger, reflexionaba sobre los vaivenes de la historia teniendo una vez más claro y nítido, a la vista de las ruinas romanas de Baelo Claudia, quién puso en la región a uno y otro lado del Estrecho los pilares de la cultura y el conocimiento, los fundamentos de nuestra civilización. Quien no conoce su historia puede que se vea obligado a repetirla… Ahora que algunos, desde parámetros religiosos que intercambian el término de “conquista” por el de “apertura” (la suya, naturalmente), marean la perdiz y revuelven en el pasado alegando pretéritas presencias como puerta de entrada y justificación a ciertos anhelos anexionistas, conviene tener y dejar muy claro que nosotros, herederos en lengua, cultura y patrimonio de una fecunda romanización, pues mira por donde… estuvimos aquí y allí mucho antes. Por tanto y siguiendo la pauta, ¿por qué no empezamos a reivindicar el antiguo “Mare Nostrum”?. Y cada mochuelo a su olivo.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto