Los hermanos franciscanos de Cruz Blanca de Ceuta, con
motivo de la celebración de su patrón San Francisco de Asís,
iniciaron ayer una eucaristía en la que las palabras
solidaridad y ayuda a los más necesitados no faltaron.
Aprovechando la ocasión la entidad concedió el título de
voluntaria de honor con distinción de cruz blanca de oro y
nácar a María del Carmen Regueiro Bolaino ya que durante
doce años ocupó el puesto de supervisora general de Cruz
Blanca en Ceuta. Al acto asistieron varias personalidades de
la corporación municipal además de feligreses y enfermeros
pertenecientes al organismo.
Sobre las seis de la tarde de ayer, la iglesia de San
Ildefonso, la parroquia de los hermanos franciscanos de Cruz
Blanca en el Príncipe, se encontraba repleta.
Con motivo de la festividad de San Francisco de Asís, patrón
de Cruz Blanca, los sacerdotes celebraron una eucaristía a
la que asistieron varias autoridades de la ciudad, tales
como Juan Vivas, presidente de la ciudad autónoma, Yolanda
Bel, consejera de Medio Ambiente, Pedro Gordillo,
vicepresidente de Ceuta, así como diferentes personalidades
de la corporación municipal. Además de varios pacientes de
Cruz Blanca, enfermeros y creyentes.
Durante el transcurso de la misa, José Manuel Jiménez, deán
de la Catedral de Ceuta, comentó la unión existente entre el
espíritu franciscano y la ciudad autónoma por razones
históricas. Y segundos más tarde, puso especial hincapié en
la labor solidaria y digna de Cruz Blanca, cuya sede se
ubica en la barriada del Príncipe.
Antes de finalizar la eucaristía, y tal y como estaba
previsto, se le concedió el título de voluntaria de honor
con una distinción de una cruz blanca de oro y nácar a María
del Carmen Regueiro Bolaino, ya que durante trece años ocupó
el puesto de supervisora general de Cruz Blanca en Ceuta.
“María del Carmen es auténtica, sencilla, y debemos
reconocer la dedicación que ha mostrado por la entidad. Se
describe con las palabras solidaridad y dignidad”, explicó
uno de los hermanos franciscanos.
Regueiro, muy emocionada con la distintición, reconoció ayer
que “es un orgullo y un honor que me hayan concedido esto,
habiendo tantos voluntarios dedicados a limpiar, coser,
cocinar y cuidar a los más desfavorecidos. Lo cierto es que
he pasado 13 años en Cruz Blanca, primero de coordinadora y
luego de supervisora. Y después de acabar mi trabajo,
siempre iba para allá. Ha sido un voluntariado muy
constante”, reconoció la homenajeada. Cánticos y alabanzas,
rezos comunitarios, con olor a incienso y las figuras
religiosas presidiendo el altar, fueron los datos más
relevantes de la sesión solemne, con salmos responsoriales y
la lectura de la palabra haciendo alusión a la solidaridad
humana y la dedicación a los más necesitados, de ahí el
homenaje hacia Regueiro, que insistió que “hacer
voluntariado es una experiencia maravillosa, muy completa, a
través de la cual te sientes realizada. Ayudar a las
personas es una satisfacción muy grande, de hecho entré en
Cruz Blanca por una amiga y me enganché. Saber que puedes
auxiliar a cuantas más personas mejor, gusta”, confesó la
voluntaria.
Actualmente, María del Carmen Regueiro Bolaino no trabaja
como supervisora general de Cruz Blanca aunque “sigo siendo
voluntaria y soy la secretaria traductora del consulado
francés porque no me puedo desligar”.
La celebración concluyó con los aplausos del auditorio en la
entrega de la cruz a la homenajeada, junto a un ramo de
flores y una metopa conmemorativa.
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