Aquí podríamos hablar de “dos al
precio de uno”, o lo que es lo mismo, un fraude por un lado
y una falta complementándolo.
Hasta ahora sabíamos que aquí en Ceuta, en otras partes
también puede ocurrir, eran muchos los que iban al volante
de un vehículo sin el permiso de conducir en regla o, mejor
dicho, sin permiso de conducir.
La policía, en más de una ocasión, ya ha intervenido en
situaciones de este tipo que luego, al pasar al ámbito
siguiente, no sabemos en qué habrá quedado el asunto.
No es extraño ver, casi a cualquier hora del día, y por el
mismo centro de la ciudad, a alguno de esos “coches
discoteca”, conducidos por chavales que, por su aspecto, no
parecen tener edad para haber adquirido ya el permiso de
conducir. A esos, en concreto, les vale todo, o casi todo,
fuera de la normalidad.
Por otra parte, y eso bien lo saben la mayoría de los
profesionales del taxi, no es infrecuente que ciertas
personas, sin escrúpulos y sin la licencia pertinente,
además del coche en toda regla, aparezcan algunos individuos
actuando como un taxista más, de una manera clandestina,
privando de una o de una docena de carreras a los verdaderos
profesionales.
En honor a la verdad, si estas circunstancias no se han
cortado ya será porque no se ha puesto la diligencia
necesaria por parte de los organismos competentes para
frenar esto, porque si uno cualquiera, desde fuera, detecta
estas anomalías, en repetidas ocasiones, quienes debieran
conocer toda esa tramoya, tendrían que conocerlo mejor e
impedir, de raíz, que esa actividad siguiera.
Acabamos de exponer dos anomalías, que aquí se dan, pero que
hasta ahora parece que se daban por separado.
Lo que no habíamos percibido nunca, eso es al menos lo que
parece, era que se colara de rondón un “taxista pirata” y
que además no tuviera permiso de conducir.
Esto parece la superación de la cuadratura del círculo, y
eso lo detectaron hace tres días agentes de la Policía
Local, mientras prestaban servicio en la frontera del
Tarajal.
Un individuo, con su vehículo, en repetidas ocasiones,
llegaba hasta las inmediaciones de la frontera y allí dejaba
a “sus clientes” con su correspondiente equipaje.
Al haberse repetido “ el servicio” los policías fueron a
darle el alto y proceder a la sanción administrativa, ante
un presunto delito de ejercer el transporte público de
viajeros sin licencia.
Era el primer paso y la Policía Local no sospechaba que eso
era la punta del iceberg de la situación, puesto que al
requerirle su documentación se encontraron con que carecía
de permiso de conducir.
La sorpresa de la Policía Local fue monumental, y se le
requirió al individuo para que saliera del vehículo. La cosa
no terminó ahí, porque el “caballero” se negó a cumplir la
orden, con lo que los agentes, además de la sanción por
ejercer como “taxista improvisado” sin licencia, por
conducir sin permiso, también tuvieron que utilizar la
mínima fuerza indispensable para proceder a su detención.
La labor de la Policía Local estaba hecha, con una actuación
impecable, pero lo que no sabemos es el resultado del
“después”, ni tampoco si se está actuando con verdadera
rigidez en casos como este, u otros parecidos. ¿Qué se hace
a intrusos como este?.
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