Parece un pequeño poblado marinero sin comunicaciones,
establecimientos o locales a la orilla del mar. Las
maravillosas vistas les conceden instantes de paz que a los
segundos desaparecen ante la frustración de saber que a la
mañana siguiente la lluvia, las olas, los roedores o los
insectos van a impedir que sus pequeños estén seguros.
Los vecinos de la barriada Miramar-Chorrillo están
preocupados, estresados, desolados, ante una situación que
de ellos no depende y en la que la impotencia les juega
malas pasadas y más, tras las intensas precipitaciones que
han acabado con la poca resistencia de sus viviendas, o
mejor dicho, chabolas prefabricadas por ellos mismos. “Aquí
nadie tiene propiedad, nosotros hemos construido estas
casitas y llevamos viviendo en ellas generaciones completas.
El lunes por la noche nos trasladaron al polideportivo
Campoamor porque nos entró agua por todos lados, se nos
cayeron los techos. Juan Vivas ha dicho que va a tirar esto
nada más terminar los pisos del Príncipe y la consejera de
Asuntos Sociales nos ha prometido una casa, como muy tarde,
en marzo. Mientras tanto nos buscarán un piso de alquiler y
nos pagarán la mitad”, explicó Turía Ashad.
En la barriada Miramar-Chorrillo, en cuanto sale el sol, hay
actividad. Los pequeños, a la escuela. Las madres, a sus
trabajos del Plan de Empleo. Los maridos, a las obras. Pero
la motivación, llegada esta fecha, cada vez es menor y las
ganas de luchar por un futuro mejor tiene altibajos
constantes que incluso a los niños afecta. “Hoy me he podido
levantar pero ayer no pude ni cocinar porque me faltaban las
fuerzas. El trabajo, la limpieza, el agua que queda dentro
de la casa. Pero tengo que sacar a mis hijos hacia delante
porque ellos sufren mucho. No quiero acordarme la depresión
que cogieron cuando el año pasado nos trasladaron a una
pensión repleta de borrachos y drogadictos, y no paraban de
llorar asustados”, confesó Ashad.
Bajando las cuestas que rozan el mar hay más chabolas, más
pequeños correteando por las estrechas calles, más pobreza y
desolación, y más enfermedad. “Tengo a mi niño de un año con
bronquitis y ni siquiera lo he podido llevar al hospital
porque no tengo tiempo ya que tengo todo el mobiliario
mojado, la ropa, e incluso hay zonas que hemos tenido que
tapar con ladrillos por las serpientes y las cucharachas que
entran. Las mareas rozan las ventanas y cuando llega la
lluvia la verdad es que preferimos irnos al Campoamor que
quedarnos en esta casa. Estamos peor que los perros, hasta
los gatos tienen miedo de los ratones. Y lo peor, es que
llevamos años así y nadie nos hace caso”, declaró Yamila
Mohamed.
Promesas que día tras día, mes a mes e incluso años, no se
cumplen, y se las llevan los vientos que dejan a estos
vecinos al amparo de las olas del mar. “Nos nos dicen nada y
llevamos aquí desde 1980 esperando que nos entreguen la
llave de alguna vivienda. Ha habido mucho favoritismo cuando
se han entregado las diferentes promociones de EMVICESA. Por
aquí vienen de Asuntos Sociales, arquitectos, periodistas.
Todos toman notas, hacen fotografías, nos entregan cartas de
desalojo por ruina. Pero se han cachondeado de nosotros como
han querido. Y Vivas diciéndonos que todo va a ir bien.
Tiran a la gente como si fuera basura y encima ni se han
molestado en pasar por aquí las autoridades”, reclamó Ahmed
Layasi Abdeselam.
Pequeños habitáculos en los que conviven un mínimo de seis
personas, donde las cocinas, los cuartos de baño y los
dormitorios no se dividen por puertas. Donde los cucarachas
y los roedores son los vecinos que salvaguardan las chabolas
las 24 horas del día. Donde la enfermedad y el sufrimiento
traspasa las fronteras del infinito. Donde el mar, la
tempestad, y las condiciones atmosféricas mantienen el orden
a su antojo. Y la situación, no cambia para los vecinos de
la barriada Miramar-Chorrillo. “Todos trabajamos y tenemos
dinero para pagar las viviendas de EMVICESA, pero no un
alquiler, sino una casa, con su llave, sus dormitorios.
Porque todos tenemos derecho a una vivienda digna y no es
justo que los que tienen coches muy caros, tengan pisos de
lujo, habiendo tanta gente que sufre por no tener un techo
en el que cobijarse”, manifestaron los afectados de Miramar.
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