D espués de esperar casi nueve meses, la Ciudad dio orden de
desmontar los tres cañones Vicker que irán destinados a
Valdeaguas y que servirán para el futuro museo de baterías
de costa que la Administración local va a situar en el
propio Valdeaguas.
La Ciudad solicitó, a principios de año, a la Delegación de
Defensa, la cesión de tres de los cuatro cañones instalados
en Punta Blanca. El otro restante irá al acuartelamiento de
González Tablas y quedará en posesión del Archivo de
Historia y Cultura Militar de Ceuta para su exposición
pública.
Las jornadas de trabajo se han sucedido durante el último
mes, repartidos en 20 días. Un ‘pelotón’, formado por un
subteniente del Ramix 30, cinco antiguos componentes del
extinto Grupo de Costa y dos miembros de la Ulog 23 -un
especialista y un soldador- han sido los encargados de
realizar un desmontaje que ha costado algo más que sudor. El
peso de cada uno de los cañones está tasado en
aproximadamente 20 toneladas. Para el desmontaje de las
piezas de cada cañón ha sido necesario invertir cinco días.
y los componentes de este pelotón al uso han tenido que
emplearse a fondo. Cada cañón ha sido desmontado en tres
fases diferentes. En primer lugar, el afuste;
posteriormente, la casamata; y, por último, el tubo con la
cuna. Unas grúas de 80 toneladas de peso, contratadas por la
ciudad, fueron las que manejaron todo el peso de la
operación.
Las piezas han sido transportadas hacia Valdeaguas, pero las
de material de cobre, de más valor, han tenido que ser
guardadas en Junta de Obras del Puerto para evitar que sean
robadas. Todo lo demás, de hierro, sí permanecerá en el
exterior, a la espera de que la Ciudad dé orden de que sean
instaladas. Pero antes habrá que adecuar el terreno de
Valdeaguas. La base contará con unos anclajes donde se
colocarán los Vicker de 152,4 milímetros de calibre. Hay que
recordar que, en Valdeaguas, antiguamente existían cañones
Krupp y no los que ahora se van a colocar. En este caso el
fin cultural justifica los medios, y es que Valdeaguas es
una de las baterías mejor conservadas en el panorma
nacional. En el subsuelo se encuentra aún el esqueleto de lo
que un día albergó a centenares de soldados que trabajaron
durante combates que abarcaron desde el último tercio del
siglo XIX hasta la Guerra Civil.
En principio, la Ciudad solamente va a reconstruir la parte
exterior y visible. Con el objetivo de convertir la zona en
un museo de batería de costa, apoyará la instalación de los
cañones con paneles informativos que den a conocer la
historia de la batería de Valdeaguas y de los tres Vicker.
En el aire quedó saber si la parte soterrada sería remozada.
Sería un lujo poder contar con una instalación que se
pondría a la altura de museos de este tipo, que sólo existen
en La Coruña y Cartagena. La permanencia de ese esqueleto
subterráneo es fundamental y una gran oportunidad: posee
tres galerías, cuartos donde se almacenaban la pólvora y los
proyectiles y las guías por donde transitaban los carros con
el cargamento que después iban a un ascensor que elevaba
toda esta carga para que fueran depositada dentro de los
cañones.
Los Vicker fueron artillados en Punta Blanca después de que
la plaza ceutí los usara para la Guerra Civil y evitara que
fueran al desguace.
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