En los más de 30 años que llevo en
Ceuta, no había visto nunca, creo que no se había dado, una
tormenta tan prolongada y tan dura como la que hemos
soportado desde la tarde del sábado a la noche del unes,
aquí en la Ciudad Autónoma.
Particularmente me asombraba cuando en el levante español,
especialmente, en Andalucía, algunas veces, y en
Extremadura, en otras ocasiones, se habían producido riadas
por una cantidad inmensa de agua, caída en poco tiempo.
Ceuta no se ha quedado atrás, en esta ocasión, y esos más,
bastantes más, de 300 litros caídos por metro cuadrado en
poco más de 48 horas, han puesto en sobre aviso, para el
futuro, de lo que puede suceder y de los acondicionamientos
que hay que tener, para cuando esto llegue, tan de
improviso, como ha llegado.
Es cierto que se venía avisando de esta situación, pero la
situación tan especial de Ceuta y las corrientes del
Estrecho lo habían desplazado o lo habían retrasado.
Ahora bien, cuando llegó no vino en broma, y durante más de
48 horas la Ciudad, aunque haya quien le quiera quitar
importancia, fue una ciudad muy distinta a la que vemos a
diario y a la que queremos ver siempre.
No se me oculta que esto ocurre, también, en otras partes y
que no es culpa de nadie el que suceda, pero lo que hay que
poner son los medios necesarios para que los ser vicios sean
suficientes para atender el mayor número de necesidades, en
vez de que la mayor parte de los que necesitan algunos
servicios se pasen horas esperando a que se les atiendan en
unas necesidades, porque el servicio en cuestión estaba
atendiendo esas mismas necesidades en otra parte.
Que se ha hecho todo lo que se ha podido por parte de los
principales servios e instituciones, no me cabe la menor
duda, pero que los servicios que hay son insuficientes, eso
ya no lo puede poner en tela de juicio nadie. Y Ceuta
necesita estar bien atendida siempre.
Ahora, espero que la normalidad impere, y como de todo se
hace su correspondiente recuento y su valoración para
presentarlo como logro en las estadísticas, desearíamos ver,
también, reflejadas las deficiencias, no para criticar, sino
más bien para corregir y para que en el futuro se haya
prevenido, antes de que pueda suceder algo irreparable.
Atascos, inundaciones, arroyos desbordados, edificios que
corren peligro de derrumbe por las sucesivas trombas de
agua, son los puntos de arranque para las programaciones y
las promociones del futuro.
La lluvia, todavía, los políticos no pueden detenerla a su
antojo, ni hacer nada para que no caiga, las consecuencias
fatales de las lluvias los políticos pueden enmendarlas,
especialmente cuando se dan licencias de construcción en
ciertos lugares, que en tiempos fueron un arroyo y que el
listo de turno se ha hecho con parte de lo que era el cauce
de ese arroyo para hacerse una casa el doble de grande de lo
que podría hacerla con sus terrenos.
Y si no, ahí están los problemas más graves, en barriadas o
en zonas en las que las construcciones se han ido haciendo
al amparo de lo que a cada uno le apetecía. Y en cuanto al
tema de los sumideros es posible que con lo que ha habido
estos dos días se pongan “pies en pared” y se tengan siempre
perfectamente vigilados.
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