Ayer martes y ya en Ceuta, seguí
sorprendiéndome con que a estas alturas un buen puñado de
conciudadanos (de otras confesiones, pero también muchos
musulmanes) vayan ahora enterándose del doble papel de
Mohamed VI: Rey de Marruecos por un lado y “Amir Al Moumenim”
por otro. Puede que en ciertas circunstancias ambos roles se
solapen, pero en lo que respecta a Ceuta y Melilla es obvio
que la figura de “Amir Al Moumenim” (Príncipe de los
Creyentes) vincula religiosamente a la inmensa mayoría de la
comunidad musulmana de ambas ciudades hermanas, en tanto que
“sunníes” (la primera rama del Islam) y “malikíes”, una de
sus cuatro escuelas jurídicas. En tiempos del Régimen de
Franco y tras la Independencia de Marruecos, al final del
sermón del viernes se pedía en las mezquitas por la salud de
Mohamed V (lo mismo que los católicos lo hacen en misa por
el Papa), en tanto que “Amir Al Moumenim”. ¿Qué pretenden
ahora algunos, invocar la protección de Alláh/Dios para
emires “yihadistas” de Kandahar…?.
Con el tiempo y en los últimos años se han infiltrado en
ambas ciudades corrientes rigoristas, ideológicamente
fundamentalistas y procedentes de otra geografía que,
solapadamente, han pulsado diferentes resortes para
asentarse, jugando con los sentimientos patrióticos (a
veces, también, con la ignorancia y la soberbia) de las
autoridades. ¿Cómo?. Pues bien fácil, conocedores de la
suspicacia que presenta la “marroquinización” (por lo demás
culturalmente un hecho), han jugado la carta de representar
un “Islam” españolista y para nada proalauí, por lo que
desde algunos estamentos (locales y de Madrid) han sido
recibidos con los brazos abiertos, pensando fatua e
ingenuamente que con ellos se podría frenar la influencia
marroquí… representada por una población musulmana
mayoritariamente del país vecino: a nivel nacional y, sobre
todo, en Ceuta y Melilla. Al calor del desconocimiento esta
otra vía del Islam, tan “españolista” ella, ha amparado
posiciones islamistas abiertamente fundamentalistas,
peligrosas para la convivencia en sí y por las que, incluso,
navega el yihadismo terrorista. Me refiero, naturalmente, a
los Hermanos Musulmanes y a la Yamáa Al Tabligh que, en lo
que respecta a Ceuta y Melilla, se han repartido los papeles
de la islamización. ¿Su objetivo?: hacerse con “islotes” y
espacios radicales bajo bandera española; ¿cómo?: desde las
bases, copando el campo asociativo y haciéndose representar
por él (UCIDCE en Ceuta es un caso de manual) y, a nivel
político, fundando partidos políticos aparentemente neutros,
pero catapultando en los mismas a personalidades
simpatizantes, en el fondo, con el Islam radical y
extremista afín a la corriente de los “Hermanos Musulmanes”,
ideología por la que algunos líderes tratan de esconder
cuanto pueden sus simpatías. Pero las caretas de la farsa no
tardarán en ir cayendo. En síntesis, mientras el Reino de
Marruecos lanza reformas religiosas inteligentes y de
calado, desde España y en Ceuta se contesta apostando por el
islamismo radical, so banal pretexto de evitar el
anexionismo marroquí. Ya.
¿Y nuestro Ejército?; ¿y las FAS?. Porque esa es otra
cuestión. ¿Hasta que punto asociaciones como el Tabligh no
lo han infiltrado? ¿Alguien con solvencia les ha explicado
con detalle a nuestros oficiales jefes, con mando en tropa,
lo que está pasando?; ¿y cómo reaccionar?. Que en
Comandancia General vayan preguntándoselo.
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