La tromba de agua que ayer dejó
más de 200 litros de agua sobre Ceuta a lo largo de todo el
día y 147 durante sólo tres horas, las que fueron desde las
siete a las diez de la mañana, fue la mejor prueba que podía
tener el plan desarrollado durante las últimas semanas por
Acemsa y la Consejería de Medio Ambiente para hacer frente
precisamente a situaciones como las registradas de ayer. Y
el resultado, objetivamente, sólo puede ser calificado de
satisfactorio, tal como dijo el presidente de la Ciudad en
su comparecencia ante los medios. Satisfactorio porque si
hace exacamente un año se formó el desbarajuste que se formó
con precipitaciones inferiores a 50 litros por metro
cuadrado y hora la red de pluviales de Ceuta aguantó ayer de
forma más que honrada el triple en un cortísimo espacio de
tiempo. ¿A qué se debe el cambio? Fundamental a que el
Gobierno de la ciudad parece haber aprendido la lección: no
se puede descuidar el mantenimiento de este tipo de
conducciones porque si no, con la evolución que sigue la
meteorología, hacia lluvias muy fuertes y muy concentradas,
cuando eso sucede puede acontecer una tragedia. Caso aparte
son los de determinadas barriadas como Patio Castillo o
Benítez, donde la imprevisión y la orografía han dado pie a
situaciones igualmente inaceptables. Es evidente, y nadie
puede negarlo, que en ambos espacios, punto final de
vaguadas más o menos profundas, es imposible evitar que el
agua desemboque sobre ellas. También es evidente que las
viviendas allí levantadas se construyeron de una forma no
demasiado racional. Cada año vemos cómo antiguos arroyos de
diferentes ciudades del arco mediterráneo, copados hoy como
aparcamientos o emplazamiento de viviendas, generan
desastres de magnitudes considerables. Aquí aún no lo hemos
padecido, pero el desaguisado urbanístico es similar. A
pesar de ello y aunque el Ejecutivo actual no sea
responsable de él, no estaría de más obligar a las
constructoras a mirar más por sus residuos para que no
llenen las casas de esos vecinos y a estos, como en Patio
Castillo, ayudarles para que no se sientan desamparados a
merced de determinados poderes fácticos.
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