LUNES. 22
Me tropiezo con Luis Luna; quien, además de ser
funcionario, ejerce como entrenador de fútbol. Es decir, que
el título nacional no lo tiene para lucirlo en una pared de
su casa. Lo primero que me recuerda, vaya memoria que tiene,
es que hace un año que nos vimos en el mismo sitio. Y yo le
respondo que puede darse el caso de que hablemos de lo mismo
que hablamos entonces. Y así va sucediendo a medida que nos
enfrascamos en una conversación rápida. Aunque en esta
ocasión sale a relucir la escuela de fútbol y quienes han
sido designados para que muchos niños consigan hacer carrera
futbolística. Luna, que me conoce sobradamente, expone sus
ideas sin tapujos. Porque sabe que a mí hace ya muchos años
que dejó de interesarme todo lo concerniente al deporte rey
de esta ciudad. Lo único que le contesto es que cada vez que
alguien me cuenta sus inquietudes acerca de la escuela de
fútbol, no puedo evitar acordarme de cuando hace más de dos
décadas tuve la mala suerte de ser elegido para dirigir un
proyecto similar, que había nacido muerto y que por poco me
cuesta a mí una enfermedad. Todo lo ocurrido en aquella
década de los ochenta, en relación con el ICD, su
supervisión y la dirección de la escuela, está apuntado en
la libreta de mi memoria. Un lugar seguro para que hechos
tan desagradables como vergonzosos descansen en paz.
MARTES. 23
Paseo por la plaza de África cuando alguien menciona mi
nombre y descubro que es Carlos Bringa que está
saliendo de su coche con celeridad para darme alcance.
Llevaba yo la tira de tiempo sin verle y me entra la alegría
correspondiente por ver a una persona a la que aprecio
muchísimo. Bringa fue siempre tan amable conmigo como
directo a la hora de decirme las cosas. El secretario del
grupo parlamentario socialista es un tipo en el cual se
puede confiar. Le he notado, y así se lo he dicho con
satisfacción, una mejora grande en todos los aspectos.
Carlos se nos ha venido arriba después de pasar lo suyo...
La conversación entre nosotros transcurre por los cauces de
siempre. Si bien me recuerda que había leído cómo mis
relaciones con Salvador de la Encina se habían
recuperado. De pronto aparece Francisco Valero y se une a la
conversación. Valero y Bringa mantienen una amistad añeja y
bien construida. De las que suelen durar toda una vida. Y
cuando estábamos a punto de despedirnos, llega Carmelo
Tamajón y la cháchara se alarga varios minutos más.
Minutos en los cuales se expusieron situaciones de las que
prefiero no decir ni pío para no perjudicar a nadie.
MIÉRCOLES. 24
Mis relaciones con Alfonso Conejo fueron siempre
buenas. Antes de ejercer como concejal y diputado, cuando
ejercía y ahora que pertenece a la ejecutiva del PP. Hoy,
durante mi paseo por la Avenida de Sánchez-Prados, me lo he
encontrado sentado a una mesa en el exterior de una
cafetería, compartiendo charla con Emilio Carreira y con el
tercer hombre. A quien nomino de esta manera porque hace ya
mucho tiempo que olvidé su nombre. Y me daba mucha lacha
preguntarle: ¿es usted acaso fulano de tal? Así que opté por
dirigirme a Conejo a fin de que me contara algo para darle
vida en esta sección. Y cuando andaba mi estimado Alfonso a
punto de caramelo, se acordó de que tenía que ir a recoger a
sus nietos. Son los nietos de Conejo los que le tienen
sorbido el seso y los únicos capaces de alegrarle las
pajarillas durante todo el día. Eso sí, Conejo es un abuelo
que sigue estando en plena forma para desempeñar cualquier
cargo político. A propósito, no sé por qué motivo no le he
dedicado yo todavía una columna en la contraportada a este
político, conocedor a fondo de su partido y con el temple
adecuado para saber oír ver y callar, incluso en momentos
donde no se ha sentido a gusto por el trato recibido.
JUEVES. 25
Mis relaciones con Pedro Moreno datan de muy lejos.
De cuando él jugaba en la Agrupación Deportiva Ceuta y yo
era el entrenador del Algeciras. Creo que estoy hablando de
la temporada 73-74. Cuando Desiderio Herrero era
técnico del equipo ceutí. Un Herrero con quien me unía una
gran amistad. Porque él era madrileño y fuimos componentes
de una tertulia en el Bar Domitila, situado en el Paseo de
las Delicias, durante gran parte de la década de los
sesenta. Pedro Moreno, cada dos por tres, y hoy ha tocado,
saca a relucir lo que dio de sí aquel partido copero. El
primer encuentro de la eliminatoria se jugó en el Alfonso
Murube, con lleno absoluto y ambiente enrarecido. Finalizó
con empate a cero. Y a Herrero lo abroncaron y le pidieron
la destitución a gritos destemplados y con pañolada típica
de la época. Todo hacía pensar que en el Mirador nosotros
resolveríamos la eliminatoria. Pero hete aquí que un balón
golpeado por Moreno, desde Punta Almina, no lo vio nuestro
portero y los ceutíes ganaron el partido y, por supuesto, la
eliminatoria. Lo cual le dio vida a Desiderio y a mí me dejo
a merced de la ira de una afición que se consideraba
especial y que no perdonaba casi nada y menos una derrota
ante el equipo caballa. Pedro Moreno, coñón por excelencia,
se ha entretenido, una vez más, en recordarme aquel mal
trago y ha sacado pecho recordando el gol que metió de
chamba... ¿O no, Pedro? Mira que ya va siendo hora de que lo
confieses.
VIERNES. 26
A mí me gustaría tener motivos para destacar la labor de
Inmaculada Ramírez, portavoz socialista, aunque fuera de
tarde en tarde. Pero mis deseos se estrellan ante su
debilidad como interpelante en los plenos. Acusa al Gobierno
sin explicarse bien y sin argumentos capaces de poner en
evidencia las respuestas del consejero o viceconsejero
cuestionados, ni tampoco las intervenciones de Vivas que se
aprovecha de las facilidades que Ramírez le concede para
lucirse. De modo que el presidente acude a los plenos
sabiendo de antemano que cualquier intervención de la
diputada del PSOE -en Ceuta- le permitirá reprenderla con
una suficiencia que deja en el ambiente la sensación de que
trata por todos los medios de no abochornarla. O sea, que
encima el presidente se apunta tantos de bonhomía mientras
ella queda expuesta a las consiguientes murmuraciones y
críticas negativas. Lo cual no es justo. Si bien es ella la
que debería darse cuenta de que está muy sola y carente de
ayudas, en un partido donde sus portavoces se distinguieron
casi siempre por ir a los plenos con las ideas muy claras y
las lecciones de las denuncias bien aprendidas. Por lo
tanto, bien haría Inmaculada Ramírez en plantearse la forma
de hacer oposición. Porque si el INEM está haciendo bien sus
funciones y las filtraciones de los exámenes de marras están
siendo investigadas por la Policía, cómo es posible que ella
siga dando palos de ciego. Así, la portavoz consigue dos
cosas: una, que a mí me resulte imposible no hablar de sus
errores; y otra, que Vivas siga ganando adeptos porque se
quedan prendados de su carácter y comportamiento bonachón, a
costa de ella.
SÁBADO. 27
Vi con agrado que Yolanda Bel fuera el viernes pasado
motivo de portada de este periódico. Creo que es merecedora
de esa atención por su estar siempre en esa primera línea
política, donde se halla expuesta a todos los vientos. Como
la flor del vilano. Menos mal que ella, de natural decidida
y en posesión de un valor sordo, ha terminado por
endurecerse. Y, como lo que no mata engorda, parece ser que
le ha cogido el tranquillo a la portavocía y ya ofrece pocas
brechas por donde sus adversarios se puedan colar para
zurrarle la badana con deleite. La fotografía que de la
también consejera de Medio Ambiente se publicó en la
primera, correspondía a su visita a la Estación de Impulsión
de La Marina. Visita que hizo acompañada por Manuel Gómez
Hoyo, director gerente de Acemsa. La verdad es que forman
una buena pareja, según pude comprobar en la fotografía que
ilustra la noticia en las páginas interiores. Y es así,
pienso yo, porque a Manolo se le nota muchísimo que su jefa,
como él acostumbra a decir cuando habla de Bel, le permite
trabajar con entera libertad. Y eso se refleja en la mirada
y en los gestos. ¿Verdad, Manolo?
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