La propuesta para privatizar
algunos de los servicios que actualmente presta la ciudad
autónoma, bien recibida por el consejero de Hacienda y, se
supone, por el resto del Gobierno de Juan Vivas, planteada
por la patronal ceutí, es innovadora en tanto que, aunque
pueda pensarse que es muy fácil hincarle el diente a precios
ajustados a alguno de esos negocios tan apetecibles como el
del Tryp o los aparcamientos, supone casi un precedente en
lo que al desenvolvimiento empresarial en Ceuta se refiere.
Sin caer en la generalización absurda, el empresariado ceutí
ha pecado en más de una ocasión de una criticable falta de
iniciativa. El peso de la Administración ceutí y, por
extensión, del sector público en general, en esta ciudad es
tan grande que si bien no puede dejar de valorarse como
imprescindible por los condicionantes locales al mismo
tiempo anestesia el desarrollo normal (entendiendo por tal
en similares condiciones a las que se dan en el resto del
país) del sector privado. Los polígonos industriales del
Tarajal son una fuente cotidiana de noticias. Durante mucho
tiempo los empresarios allí asentados reivindicaron con
ahínco de las instituciones la apertura de un paso como el
del Biutz, que se hizo una realidad con Jerónimo Nieto al
frente de la institución de la plaza de los Reyes. Pasados
los meses, sin saber exactamente por qué, los comerciantes
empezaron a aborrecer la estructura, que ha multiplicado el
número de porteadores que llegan a Ceuta para comprar
precisamente en sus negocios. Sin duda alguna razón la
asociación debe tener para expresar sus quejas, pero da la
impresión de que el asunto se circunscribe más a quién sale
más perjudicado por los insoportables atascos del Biutz que
a que el puente sea malo en sí mismo para sus negocios. Lo
malo es que una infraestructura indudablemente positiva ha
acabado muriendo de éxito, como advirtió en más de una
ocasión Arreciado. A Chacón le toca ahora lidiar con la más
fea y concretar de una vez ese paso alternativo al puente.
O, mejor, empezar a trabajar en alternativas para cuando el
negocio de los porteadores se acabe. Y no queda mucho.
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