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OPINIÓN - DOMINGO, 28 DE SEPTIEMBRE DE 2008

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Los polígonos, resentidos

La propuesta para privatizar algunos de los servicios que actualmente presta la ciudad autónoma, bien recibida por el consejero de Hacienda y, se supone, por el resto del Gobierno de Juan Vivas, planteada por la patronal ceutí, es innovadora en tanto que, aunque pueda pensarse que es muy fácil hincarle el diente a precios ajustados a alguno de esos negocios tan apetecibles como el del Tryp o los aparcamientos, supone casi un precedente en lo que al desenvolvimiento empresarial en Ceuta se refiere. Sin caer en la generalización absurda, el empresariado ceutí ha pecado en más de una ocasión de una criticable falta de iniciativa. El peso de la Administración ceutí y, por extensión, del sector público en general, en esta ciudad es tan grande que si bien no puede dejar de valorarse como imprescindible por los condicionantes locales al mismo tiempo anestesia el desarrollo normal (entendiendo por tal en similares condiciones a las que se dan en el resto del país) del sector privado. Los polígonos industriales del Tarajal son una fuente cotidiana de noticias. Durante mucho tiempo los empresarios allí asentados reivindicaron con ahínco de las instituciones la apertura de un paso como el del Biutz, que se hizo una realidad con Jerónimo Nieto al frente de la institución de la plaza de los Reyes. Pasados los meses, sin saber exactamente por qué, los comerciantes empezaron a aborrecer la estructura, que ha multiplicado el número de porteadores que llegan a Ceuta para comprar precisamente en sus negocios. Sin duda alguna razón la asociación debe tener para expresar sus quejas, pero da la impresión de que el asunto se circunscribe más a quién sale más perjudicado por los insoportables atascos del Biutz que a que el puente sea malo en sí mismo para sus negocios. Lo malo es que una infraestructura indudablemente positiva ha acabado muriendo de éxito, como advirtió en más de una ocasión Arreciado. A Chacón le toca ahora lidiar con la más fea y concretar de una vez ese paso alternativo al puente. O, mejor, empezar a trabajar en alternativas para cuando el negocio de los porteadores se acabe. Y no queda mucho.
 

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