El avión de la Pauknair, un tetrareactor BAE-145, que
efectuaba el vuelo número 4101, se estrellaba contra la cima
de una montaña sita a tres millas del Cabo Tres Forcas,
sobre las nueve de la mañana del 25 de septiembre de 1998,
tras despegar del aeropuerto malagueño a las 8,15. La
noticia de la muerte de los 38 ocupantes (34 pasajeros y 4
tripulantes), conmocionaba a la ciudad de Melilla, que
asistía atónita a un siniestro dantesco. De los fallecidos,
17 eran melillenses o residían en Melilla y el resto
procedía de Málaga.
El avión se había volatilizado prácticamente en el momento
de colisionar con la montaña, desperdigándose en decenas de
pedazos por un terreno pedregoso de difícil acceso. Unidades
de salvamento del Ejército Español, equipos de Cruz Roja,
ambulancias y equipos médicos españoles y dotaciones del
ejército marroquí colaboraron codo con codo en la
recuperación de los cuerpos que, merced a las negociaciones
entre ambos países, pudieron ser trasladados a Melilla.
Equipos de forenses de ambos países se encargaron de la
difícil operación de identificación de los cuerpos, que
después eran conducidos al tanatorio improvisado que se
habilitó en el Pabellón Ciudad de Melilla. Los familiares,
destrozados por el dolor, tuvieron que esperar largas y
amargas horas hasta que finalizara el proceso de
identificación de las víctimas, para poder darles sepultura
tanto en Melilla como en la Península. La identificación de
algunos cuerpos, en especial de los de origen marroquí, tuvo
que esperar hasta cuatro días.
Tremendas escenas de dolor se vivieron en una ciudad
conmocionada y de luto que lloraba por igual la muerte de
propios y extraños. Melilla se volcó en los entierros y
acudió de forma masiva al acto ecuménico de las cuatro
comunidades que se celebró en el pabellón para dar su pésame
a las familias. En representación del Gobierno central
acudieron varios ministros y de la Casa Real, la Infanta
Elena.
Causas
A partir de ese momento todo fueron especulaciones sobre las
causas que provocaron el accidente. A esto se sumó además la
denuncia de los pilotos que se quejaban de la falta de
medios que ayudasen a las labores de aproximación al
aeródromo melillense; cuestiones que negaba el SEPLA. Entre
tanto la compañía Pauknair, ponía fin a sus operaciones
aéreas por falta de medios.
Según la comisión de investigación hispano-marroquí
constituida al efecto, se inscribe en los casos de pérdida
de control de la aeronave sin que se desatara el pánico a
bordo, lo que se corresponde con el 20 por ciento de los
accidentes de avión en los que se descartan fallos técnicos.
La nubosidad reinante en la zona del siniestro, la baja
altitud de la nave y un exceso de confianza por parte del
piloto que comandaba el vuelo, se barajaron oficiosamente
como causas posibles del accidente.
A la espera del dictamen judicial, las familias recibieron
su correspondiente indemnización.
Sentencia
Pero las labores de investigación, incluida la lectura de
las cajas negras y la toma de declaraciones de expertos, no
arrojó mucha luz sobre las causas del siniestro habida
cuenta de que cinco años después de lo ocurrido la Audiencia
Nacional archivaba definitivamente el caso aunque reconocía
"la absoluta falta de control de la Torre de Melilla y el
control de Sevilla, por lo que la tripulación tuvo que
autocontrolar su posición y la de otro avión" procedente de
Madrid, que instantes antes del impacto volaba por encima
del Pauknair siniestrado, al tiempo que no consideró
indicios de delito en ninguna de las partes.
Días antes de la resolución judicial, el titular del Juzgado
Central de Instrucción número 1, Guillermo Ruiz de Polanco,
no aceptaba el recurso presentado por el Ministerio Público
de acusar a los controladores de los aeropuertos de Melilla
y Sevilla por imprudencia o delito en el siniestro aéreo, al
considerar que "no se les puede imputar que el aeropuerto de
Melilla no disponga de un radar que regule la navegación
aérea en zonas de montañas y tiempo inestable". Este es el
caso del Cabo de Tres Forcas, una colina situada a más de 10
kilómetros de Melilla, donde los sistemas de navegación de
entonces perdían el control de los aparatos y eran
recuperados de nuevo a 8 kilómetros del aeropuerto de la
Ciudad Autónoma.
Polanco rechazaba el recurso del fiscal que se presentó
después de que la Audiencia Nacional rechazara meses atrás
otro recurso por el que se pedía imputar, igualmente por
prudencia o delito, al piloto de la compañía Pauknair, Diego
Clavero.
Este juzgado descartaba que Clavero hubiera consumido
alcohol, ya que reconocía que las sustancias encontradas en
su cuerpo durante la autopsia se debió al etanol que se
utilizó para realizar el examen anatómico del cadáver. El
juez de la Audiencia Nacional admitía, de todas maneras, un
recurso de apelación ante la Sala de lo Penal de dicho
tribunal.
Tres accidentes en 4 años
El accidente de la compañía Pauknair fue el primero de los
tres siniestros aéreos que ha sufrido la ruta Melilla-Málaga
en cuatro años. En el cuatrimotor BAE-145 fallecieron sus 38
ocupantes. El segundo sucedió el 29 de agosto de 2001 con un
CASA CN-235 de la compañía Binter Mediterráneo cuando se
desplomó sobre parte de la autovía de acceso al aeropuerto
de Málaga, con el resultado de 4 muertos y 27 heridos, y el
tercero el pasado 17 de enero de 2003 con un Fokker 50 de
Air Nostrum que se salió de la pista de aterrizaje del
aeropuerto de Melilla con diez heridos.
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