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OPINIÓN - SÁBADO, 27 DE SEPTIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Político poderoso y popular
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Guillermo Cherino era un jugador muy querido en Ceuta. Ejercía de capitán y contaba con mucha ascendencia entre los jugadores locales que estaban en la Agrupación Deportiva Ceuta. También se le daba muy bien relacionarse con los directivos. Quienes solían estar enterados por él de cuanto ocurría en los vestuarios.

Del ex futbolista ceutí, creo que afincado ahora en Murcia, podría yo contar una historia que sería conveniente que la conocieran muchos aficionados, para que se dieran cuenta de las dificultades con que suele encontrarse un entrenador, incluso cuando trata de salvarle la vida a uno de los suyos. Pero esta es una cuestión de la que no quiero hablar hoy...

Entonces, se preguntarán ustedes por qué he sacado a relucir a un ex futbolista que alcanzó éxitos en su ciudad, entre los años setenta y ochenta. Porque fue él, además de darme algún que otro disgusto, quien me presentó a Pedro Gordillo, en un bar cercano a la Escuela de Magisterio. Corría el otoño del 82 cuando Cherino, tan cumplido como un luto alicantino, llamó mi atención, con su característica suavidad, para que le acompañara a ver al personaje más popular de una ciudad que se le había entregado ya desde hacía varios años. Es decir, Gordillo.

Por aquel tiempo, las relaciones entre Gordillo y Antonio Bernal, figura indiscutible entre los estudiantes de magisterio, eran sólidas por motivos interesados. Los dos eran fuertes de carácter. Y mientras Antonio se tenía por político de mucho fuste, Pedro se ganaba a la gente por medio de su labor social con los estudiantes en Granada.

Al final, y por motivos políticos, qué otros celos podían existir, comenzaron los desacuerdos y la tirantez, entre ellos, alcanzó la categoría de tirria. Con lo cual Gordillo dejó a Bernal tocado de un ala y hablando de ese desencuentro con altivez y una tonelada de ironía. Y fue, sin duda, el primer ofendido que se apuntó en la lista de los que no ven con buenos ojos al vicepresidente del Gobierno.

Más tarde, el nombre de Gordillo principió a sonar cual posible candidato a convertirse en el hombre fuerte de unos de los dos partidos que formaban el bipartidismo poderoso, en una España donde hablar de política se había convertido otra vez en algo prioritario. Y entre dudas y dimes y diretes, apareció Alfonso Conejo a tiempo y le preparó el camino del éxito al introducirle en el Partido Popular. Poniendo por delante, como no podía ser de otra manera, la enorme popularidad de su recomendado.

Pero sólo con popularidad no es posible llegar a un partido y en un amén destacar sobremanera y encima hacerse con las riendas del tinglado. Hacen falta muchas más cosas para escalar posiciones a paso de legionario y acabar siendo el presidente regional con más peso específico que jamás haya tenido el PP en Ceuta.

Es cierto que con su modo peculiar de actuar y comportarse, ha ido dejando más heridos que muertos en el camino. Todo hombre poderoso, y Gordillo lo es desde hace mucho tiempo, debe contar con tales inconvenientes. Lo bueno sería, y creo que él estará de acuerdo conmigo, que sus enemigos fueran mayoritariamente inteligentes. Pero todo no se puede tener en esta vida. En fin, que el 18 de octubre, y quizá con la presencia de Mariano Rajoy y Javier Arenas, Pedro volverá a ser reelegido jefe regional de la cosa. Y suma y sigue.
 

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