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OPINIÓN - SÁBADO, 27 DE SEPTIEMBRE DE 2008

 
OPINIÓN / EDITORIAL

El peor de los síntomas

El Comité de Empresa de la sociedad que se encarga de la prestación del servicio público de transporte urbano en autobús, Hadu-Almadraba, trasladó anteayer por escrito a sus patronos su disposición a dejar de realizar el recorrido habitual de la línea 8, la que llega al Príncipe Alfonso, entre las 14.00 y las 16.00 horas. Inmediatamente, la empresa secundó su postura y el lunes su gerente se verá con el consejero de Gobernación para ver qué solución le puede dar al asunto.

¿Qué asunto? Según las declaraciones de los conductores de los autobuses, devolver a los jóvenes a sus casas se ha vuelto una especie de película diaria de terror. A saber: los adolescentes abren la puerta trasera de los autobuses y se dedican a la tarea de reventar retrovisores a patadas mientras vuelven a sus domicilios; cuando no, destrozan, queman, pintan, estropean el vehículo que los traslada; algunos optan por arrojar objetos a los viandantes con que se topan en el camino. Otros, por insultarles, tanto a los peatones como al propio conductor.

¿Qué está pasando? Todo ello a mediodía, en la ciudad que seguramente aglutina más elementos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de España. ¿Nadie hace o dice nada más allá de que unos trabajadores se vean obligados a dejar de desempeñar su oficio para no exponerse a sufrir una tragedia, tanto en su cuerpo como en el de sus propios tormentos? Todos los responsables institucionales, de cualquier tipo en realidad, tienen una ardua tarea en la ciudad autónoma, pero la de la Dirección Provincial del Ministerio de Educación, Política Social y Deporte (MEPSYD) se antoja verdaderamente titánica. Ya no se trata de la epidemia del fracaso escolar, que frustra las esperanzas y el desarrollo y óptimo aprovechamiento del capital humano ceutí, sino de síntomas de un verdadero fracaso vital. Del olvido absoluto de las reglas del civismo y de la ciudadanía, del mínimo común denominador que nos une a todos.
 

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