Ayer, por el miércoles, era fiesta
en la capital de Catalunya, fiesta de “La Mercé”, y decidí
darme una vuelta por la ciudad.
Dejando de lado al “gimnasta” que se queda colgado boca
abajo en el aire algo así como sesenta horas, eso es en
Nueva York que no en Barcelona, las actividades de ese día
estuvieron encaminadas a los niños. Lástima que no pude
llevar al mío porque en Mataró no es festivo y por lo tanto
no podía faltar a la escuela.
Hoy voy a escribir un artículo tonto, artículo que define lo
que es ser o hacerse el tonto en según qué casos.
De momento me ciño a la crisis económica, que solamente
afectan a todos más por voluntad de los especuladores que
por otra cosa. Crisis económica desatada, en principio, en
los EE.UU que rige el imperio del mal. Me hago el tonto o me
deja tonto ese “pánico” que quiere insuflar el presidente
norteamericano con su petición de quinientos mil millones
largos de dólares para SALVAR DEL CATACLISMO A LOS
ESPECULADORES Y A ÉL MISMO… mientras le mundo se muere de
hambre.
Entretanto el inefable Rajoy manifiesta que “la situación es
mala y no decir la verdad es hacer el tonto”… mira por dónde
tiene que ser el mismísimo Mariano Rajoy el que diga eso.
¿Desde cuando dice la verdad el PP? ¿Antes del 11-M decía la
verdad?¿Y después?
Bueno, el tema de la posible debacle económica de los EE.UU
debería ceñirse a los millones de miles de millones de
dólares dilapidados por ese Estado en cruentas guerras a lo
largo de su criminal historia donde centenares de millones
de niños han muerto a causa de sus armas de destrucción
masiva. Desde las bombas contra Japón… no paran de crear
nuevos ingenios de matar a seres humanos. Sobre todo niños
que no pueden defenderse.
La frase que hizo popular un hipermercado de cosas
electrónicas en sus anuncios es utilizada actualmente por
los políticos. ¿No te hace gracia?... a mí, no. Yo sí soy
tonto.
Prefieren engrosar las arcas de las instituciones
financieras que se jugaron el tipo a sabiendas antes de
engrosar los estómagos de seres humanos que se juegan el
tipo cada día en total desconocimiento de las causas por las
que no pueden comer, al menos, una vez al día.
Hace tiempo, me dí una vuelta por el continente africano.
Por un país donde la miseria está a la orden de la hora. En
cierto suburbio de una ciudad, totalmente arruinada, me
encontré a un grupito de niños famélicos, delgadísimos, con
el vientre tan hinchado que parecían estar embarazados. Me
miraban asustados con ojos saltones surcados de venillas
rojas.
Todo lo que llevaba de comer en mi mochila lo solté en medio
de ese grupito de niños… que no probaron bocado porque al
instante los asaltó un grupo de energúmenos adultos
vociferantes que arramblaron con todo y se lo tragaron
inmediatamente, con envoltorios incluidos.
Este hecho me hundió moralmente sobremanera y decidí,
entonces, no volver a preocuparme por la infancia de esos
mundos infrahumanos. ¿Para qué?, si sus propios padres no
velan por ellos.
En esa “petición” de Bush, lacrimógena para mí, se incluye
la legislación que ponga límites salariales a los ejecutivos
de las empresas que se beneficien de los 700.000 millones de
dólares que invertirán en el rescate… ¡qué bonito!, si
tenemos en cuenta que esos ejecutivos suelen cobrar 100.000
dólares anuales como salario mínimo.
¿Qué quieren que diga de un país donde llevan a los
hambrientos bombas en vez de pan?
Está bien, dejemos de lado a los problemas americanos y
enfoquemos los nuestros que no son pocos.
En primer lugar, un lector me comunica que en el colegio
ceutí Juan Carlos I no tienen asesor de lenguaje de signos
para su hija… si el responsable de educación de ese colegio
o del Ministerio de Educación lo ve bien, me ofrezco a ello.
Experiencia, dedicación y voluntad no me falta. Sólo hay que
pedírmelo y no creo que eso sea un problema.
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