Los pequeños del colegio público Mare Nostrum no han
olvidado a su compañera. En la mañana de ayer, los amigos de
la pequeña Suhaila guardaron un minuto de silencio en
memoria a los dos años que se cumplen sin la sonrisa de la
querida niña. Desde el centro quisieron manifestar la
solidaridad hacia la madre de la antigua alumna, Mina Ahmed
Abdesalam, en estos días en los que aún no se ha dictado la
sentencia firme para el presunto asesino de la menor, Kassem
El Yassini. El recuerdo de la niña Suhaila permanece latente
en el corazón de la escuela ya que el árbol plantado en su
memoria ha mantenido su esencia.
Sus carcajadas ya no se escuchan, su sonrisa nadie la ve,
sus muestras de afecto y sus abrazos no se sienten. Pero la
esencia, el recuerdo, la nostalgia hacia la pequeña Suhaila
se mantiene con vida dentro de las paredes del colegio
público Mare Nostrum.
Los compañeros y el resto de alumnos del centro celebraron
ayer un pequeño homenaje en recuerdo de la niña al mismo
tiempo que ofrecieron muestras de solidaridad hacia Mina
Ahmed Abdesalam, madre de la menor fallecida. ¡Queremos que
el culpable se quede en la cárcel y no siga matando niños.
Nuestra amiga estaba con nosotros, era muy buena, y pido que
cumpla más condena!, explicaba uno de sus compañeros de la
pequeña sin vida.
Tras el alborotado recreo y las sesiones de juego para
disfrutar con los compañeros, todos los alumnos del Mare
Nostrum fueron colocados en sus filas para proceder al
minuto de silencio. Un minuto simbólico, sepulcral, emotivo
y respetado por los más pequeños. Profesores, empleados y
todo el equipo que se encontraba en el centro se arrojó al
patio; unos pudieron controlar las lágrimas, otros ocultaban
su gesto bajo gafas oscuras pero todos recordaban la gran
sonrisa y la amabilidad que caracterizaba a la pequeña
Suhaila. “Le dí clases a Suhaila en el primer y segundo
curso. El lunes de ese septiembre, al llegar al colegio, me
comentaron lo que había ocurrido. No me lo podía creer
incluso me desmayé. Los niños lo pasaron muy mal porque
fueron días difíciles, de mucha pena, de no entender cómo le
podía pasar a una niña tan pequeña. Era recordarla, y los
niños ni dormían. Fueron días malos para todos y costaba
porque preguntaban si no la iban a ver más, ni jugar con
ella”, confesó Fátima Mohamed Mohamed, profesora de Suhaila.
“Era una niña muy buena, muy agradable y cariñosa, y nada
más entrar salía corriendo de la fila para darme un abrazo.
Eso no se me va a olvidar en la vida”, añadió emocionada la
antigua maestra. Al recuerdo de la pequeña se unieron las
muestras de solidaridad, tanto de los alumnos, como el
profesorado y el equipo del colegio, con la madre de la
menor de siete años, Mina Ahmed Abdeselam. “Hemos querido
realizar este acto en estos días tan críticos en los que se
está juzgando a su agresor, y encima teniendo los datos de
esa condena, un poco ridícula, y solidarizándonos con la
madre para concienciar un poco a la población y a los que le
juzgan para que la condena sea la máxima posible. Suhaila no
volverá al colegio y su agresor, por portarse bien puede
quedar libre en tres años de condena y eso es lo que
reivindicamos”, explicó Ana Beltrán, directora del colegio
público Mare Nostrum.
Hace un par de años, a los pocos días de que la niña
descansara en paz, sus compañeros plantaron un árbol, un
madroño, en un minúsculo jardín ubicado en el patio del
colegio. Poco a poco, y con el tiempo, el árbol cada vez se
hace más grande, más alto, al igual que el recuerdo de la
pequeña Suhaila, reencarnada por sus compañeros en esa
planta, que lleva un cartel con su nombre, y que todos miran
día a día recordando la gran sonrisa que caracterizaba a su
gran amiga.
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