Era la postura más digna de todo
un país que desde hace más de 40 años se ve agobiado, a cada
momento, por una pandilla de salvajes que no tienen sentido
de lo que es la vida humana.
He dicho, hace más de 40 años, y sin querer ha aparecido esa
cifra maldita para lo que es el respeto a la dignidad de los
hombres de este país.
Recuerdo, todos éramos mucho más jóvenes, cuando se hablaba
de aquellos 40 años de paz, según unos y de opresión según
otros. No había razones para tantos años sin cambio alguno,
y lo malo es que dentro de aquel esquema aplaudido por los
unos y denostado por los demás, apareció, como
contraposición a lo que había, esta canalla que no respeta
las normas de la convivencia y democracia que debiéramos
estar llevando con tranquilidad.
No quisiera, porque no me gusta, que asesinatos del calibre
del de hace tres días, sirvieran para enzarzarse los
partidos políticos, culpándose los unos a los otros de no
atajar hoy, o de no haber atajado esto, en otros momentos.
Esto es una lacra que sobrevuela por encima de partidos,
autonomías, leyes y dignidad humana. Esto es un “sin
sentido” que habrá que atajar con los métodos que sea,
siempre legales, pero que habrá que atajar, y no me valen
palabras que suenan bien, pero que están huecas y vacías de
contenido, porque las leyes son las que deben de hacer que
esto termine, claro está que unas leyes que no dejen impune
ninguno de los crímenes que, cuando menos se piensa, llegan
sin que medie ningún tipo de razón para ello.
Ahora más que nunca, después del silencio que, a veces, no
es más que una pose para la galería, es cuando los
políticos, si de verdad miran por los intereses del país y
no por sus cargos, deben poner “manos a la obra” y reformar
las leyes que son excesivamente suaves con todo lo que
afecta al terrorismo.
Ahora, cuando se debate el sí o el no, a una ley o unas
leyes sobre el aborto, por ejemplo, me parece muy bien que
se aborde eso con dignidad, pero todavía me parecería mejor
que esos mismos políticos no tuvieran descanso hasta haber
completado una legislación en la que estas felonías, estos
atentados contra la vida humana, estuvieran perfectamente
enmarcados en las sanciones, cuanto más duras mejor.
Ceuta estuvo en la calle, Ceuta guardó silencio, todos lo
guardamos, en mi pueblo también, pero después de eso, más de
uno de esos truhanes se estaría “descojonando” de la risa y
diciendo:” Poco me ha importado vuestro silencio”.
Por desgracia, esta es la realidad, que a esos poco les
importan todos los silencios y las manifestaciones en contra
suya, cuando los unos, los que están en la cárcel, viven
allí mejor que el “Papa”, y los otros, los que están en la
calle, siguen tramando el próximo asesinato.
Ahora mismo, cuando con la ley se ha desmantelado alguno de
esos grupos cercanos a ETA, fuera de la ley, los otros
seguidores de la banda asesina se carcajean de las leyes, de
quienes las “fabrican”, de quienes las aplican, y de todo el
pueblo, estén o no en silencio.
Y el pueblo, en el mejor de los sentidos, lo único que puede
hacer es guardar silencio. Esta es su principal
reivindicación, bastante poco, por cierto, pero ante unos
salvajes como esos asesinos, actuar con sus métodos sería
quererse comparar con ellos, y eso no lo toleraríamos
tampoco.
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