Me remito, para que retomen el
hilo, al “Sniper” del pasado domingo día 14: “El sexo, el
Corán y el cretino del Imám”. Si recuerdan, ponía el grito
en el cielo de todos sobre la desquiciada “fatwa” de un imám
marroquí, un tal Al Maghraoui, en la que se legalizaba el
matrimonio religioso entre un hombre adulto y una pequeña
puesto que “una niña de 9 años da con frecuencia mejor
resultado en la cama que una joven de 20”. El asunto levantó
una polvareda de críticas en el seno de la sociedad civil de
nuestro vecino país del sur. En la misma columna, me
preguntaba cual iba a ser la respuesta de las autoridades
marroquíes.
Pues bien, coincidiendo casi con la visita de Mohamed VI a
las tierras del norte fronterizas con Ceuta (Tetuán, Rincón
y Castillejos), el Consejo Superior de Ulemas del Reino ha
decidido finalmente reaccionar por boca de su secretario
general, Mohamed Yessef, emitiendo este fin de semana un
comunicado en el que se denuncia “la utilización de la
religión para legitimar el matrimonio de pequeñas de nueve
años”, una presunta “fatwa” en su percepción “aberrante” y
“abominable”, condenable tanto en la forma (el Consejo
Superior de Ulemas es el único organismo competente en
Marruecos para emitir “fatwas”) como en el fondo: no hay
precedentes en la historia del Islam de ningún ulema que
haya utilizado las particularidades internas de la vida del
Profeta para emitir una “fatwa” como ésta. Según esta
reconocida institución, el tal Mohamed Ben Abderrahmán Al
Maghraoui sería “una persona conocida por sus tendencias a
la subversión y a la amalgama alrededor de las constantes de
la Umma y de su rito”, legitimando “el matrimonio de
pequeñas de nueve años de edad, argumentando toda una serie
de suposiciones sacadas de su propia percepción, que él
quiere deducir por la evocación del casamiento del Profeta,
sobre Él la paz y la bendición, con Aisha, por gracia de
Dios, entonces con nueve años de edad”. El Consejo de Ulemas
del Reino de Marruecos señala también, invocando numerosos
hadices en referencia al matrimonio de Mahoma con la pequeña
Aisha, que entre el compromiso de boda y el establecimiento
del acto del matrimonio propiamente dicho habría,
ciertamente, una diferencia de muchos años.
En Marruecos, un país en acelerada mutación social, se vive
con preocupación la proliferación de “fatwas anárquicas”, en
acertada expresión del abogado rabatí Mourad Bakoury, quien
ha apelado a la Justicia para que tome cartas en el asunto y
encauce este peligroso fenómeno, que además en este caso
vulneraría el Código de la Familia o Mudawana, como
reconoció recientemente el portavoz del Gobierno, Khalid
Naciri: “La edad legal del matrimonio en Marruecos está
fijada en 18 años. Si no, se trataría de la trasgresión de
la ley votada unánimemente por el Parlamento”. Las cartas
están boca arriba. Falta ahora que de las críticas se pase a
la acción, único movimiento que puede ejercer un efecto
disuasivo en el atomizado campo de la religión islámica en
el que viven los marroquíes, presionados por corrientes
insanas y rigoristas alejadas de la versión equilibrada del
Islam preconizada por la máxima autoridad religiosa, el rey
Mohamed VI en su papel de “Amir Al Moumenim”. Que
intervenga, ya es hora, la Fiscalía del Reino.
|