En los últimos días, hemos
asistido a un intercambio de acusaciones entre miembros del
Partido Popular y del Partido Socialista en relación a las
inversiones efectuadas en nuestra Ciudad por los ejecutivos
de José Luís Rodríguez Zapatero desde su primera
Legislatura. Datos facilitados por ambas formaciones
totalmente contradictorios y que siembran las dudas en la
ciudadanía.
No obstante, resulta totalmente absurda las manifestaciones
efectuadas desde la Comisión Delegada de esta formación al
afirmar “hay que estar aquí para conocerla”, refiriéndose al
senador, Nicolás Fernández Cucurull cuya presencia en
nuestra Ciudad es conocida por toda la ciudadanía
exceptuando los periodos de sesiones de la Cámara Alta en la
cual, ostenta la Presidencia de una de sus comisiones más
relevantes, la de Presupuestos, la totalidad del tiempo
restante, los disfruta en su ciudad natal donde reside junto
a su familia. Debo afirmar por justicia, que este testimonio
desacredita la totalidad de las informaciones formuladas
desde esta formación en contestación a las declaraciones del
senador.
Reflexionar sobre Nicolás Fernández es hacerlo sobre una
persona sobradamente formada y con un excepcional currículo
profesional y político, cuya credibilidad esta argumentada
en el consenso alcanzado por todas las formaciones con
representación parlamentaria en el Senado al designarlo para
un cargo de tal envergadura.
Los ceutíes podemos analizar los datos existentes en los
Presupuestos Generales del Estado o en las informaciones
publicadas en los medios de comunicación pero, también
podríamos simplificarlos paseándonos por las diferentes
obras iniciadas en nuestra Ciudad para comprobar como, desde
el año 2004, los ejecutivos socialista no han iniciado
ninguna construcción de viviendas protegidas tan solo, han
continuado con las iniciadas por los gobiernos de José María
Aznar.
La credibilidad de una formación política se construye desde
la base sólida de las acciones efectuadas en representación
de la ciudadanía que le otorgó su confianza por tanto,
faltar a la verdad es faltar al compromiso adquirido.
|