Recursos Humanos está consiguiendo
ser la viceconsejería estrella y que su viceconsejero,
Miguel Ángel Díez Nieto, sea el hombre que más sale a
relucir en los medios locales. Y todo por la filtración de
unos exámenes correspondientes a la Policía Local.
De Díez Nieto hice yo columna semanas atrás y destacaba en
ella no sólo sus mejores cualidades sino también su
condición de sabueso para descubrir a quienes habían
accedido a la caja fuerte de su despacho e hicieron copias
de unas pruebas psicotécnicas y las repartieron entre
quienes quisieron.
Una práctica que, al parecer, es tan antigua como la tumba
faraónica de Tutankamón. Asimismo dije que si de algo
había pecado el viceconsejero era de haber creído que su
presencia en el despacho iba a cortar de raíz el hacer de
unos ladrones que habían convertido esa tarea en costumbre.
Algo que me parecía un imperdonable descuido tratándose de
alguien perteneciente al Cuerpo Superior de Policía. Aunque
cosas peores ha visto uno, tiempo ha, concernientes a un
comisario que se dejaba hurtar informes de sus cajones, que
luego recalaban en otras manos. Ay, la memoria, qué de
disgustos puede causar a quienes no tengan su conciencia
tranquila. Y además di pruebas de estar expectante por ver
qué sucedía tras las pesquisas que del asunto llevara a cabo
la Policía.
A lo que iba... Que las averiguaciones hechas por la
Policía, a petición del fiscal y por denuncia del
viceconsejero, no han gustado a los sindicatos y éstos han
salido en tromba a poner en duda la fiabilidad de esos
primeros informes sobre las tan cacareadas filtraciones. Y,
como no podía ser menos, el indecible Juan Luis Aróstegui
es el que ha vuelto a situarse en primera línea para refutar
las indagaciones de los policías encargados del caso.
Apuntando, además, hacia el viceconsejero como el encargado
de desviar las culpas de los tejemanejes traídos con los
exámenes y luego dirigiendo las indagaciones.
Pero Aróstegui, en cuanto le han apretados las tuercas, se
ha rilado y habla ya de no tener pruebas de lo que dice,
pero que cuenta con su ‘certeza moral’. La misma que podría
tener yo si me pusiera a recordar el dinero extra que se
pagaba, en su época de concejal de Hacienda, por ejemplo,
para poder hacerse alguien con una casa de protección
oficial. Entre otras cuestiones jamás olvidadas de aquel
tiempo donde él hacía y deshacía a su antojo en un
Ayuntamiento gobernado por la gerontocracia.
Que el sindicalista de CCOO haya dudado, una vez más, del
trabajo de la Policía ha tenido una parte positiva; la de
haber sabido que José Fernández Chacón se ha irritado
como nunca antes dicen haberle visto las personas más
cercanas a él. Lo cual es bueno siempre que, terminada la
labor policial, con independencia y pulcritud, ponga en su
sitio a quien presume de meterle las cabras en el corral a
autoridades e instituciones. Lo que le produce el mismo
gustirrinín que los franceses le adjudican a la muerte
pequeña.
En cuanto a la autora de filtraciones I y II y capaz de
llegar hasta la XL, si se lo propone, conviene recordarle
que no se escribe para adentro. Mira, Echarri, haz el
favor, porque soy lector de lo tuyo, de explicarte de forma
que no me vea obligado a tener que descifrar tu lenguaje
críptico. Por ser faena agobiante y pesada.
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