Más de cuatro años después, el muro del perímetro del Centro
Penitenciario de Los Rosales sigue incompleto, desde que
unas obras del Gobierno de la Ciudad Autónoma lo derribasen.
Ayer, tanto las secciones en la prisión de la Unión General
de Trabajadores (UGT) como de la Central Sindical
Independiente y de Funcionarios (CSI-CSIF) recordaron esta
situación. “Desde hace mucho tiempo nos dicen que se están
haciendo las gestiones, pero ahí sigue”, señaló el ugetista
Raúl Fernández.
La Federación de Servicios Públicos de UGT Prisiones y la
sección penitenciaria de CSI-CSIF lamentaron ayer que la
reconstrucción del muro caído en el centro de Los Rosales
haya cumplido cuatro años en el mismo estado físico:
derrumbado.
Así, el coordinador de la Unión Autonómica de Ceuta de CSI-CSIF,
Manuel Domínguez, quien es además jefe de la oficina del
centro, lamentó una vez más la “dejadez” de los responsables
de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, que
permanece sin reconstruir desde el año 2004.
El coordinador de CSI-CSIF Ceuta calificó la situación de
“tercermundista si es que para levantar un muro de una
prisión se necesitan más de cuarto año, con todo el problema
que ello implica en lo referente a la seguridad del centro”.
Domínguez reveló además que por el Centro Penitenciario de
Los Rosales ha pasado varias veces el inspector de la zona
que supervisa las prisiones y que “aún así, todavía estamos
esperando unas obras de reparación que se tenían que haber
hecho hace más tiempo”, por lo que añadió que “no quiero
pensar que se trate de excusas que nos dan una y otra vez”.
Por su parte, el delegado de FSP-UGT Prisiones Raúl
Fernández indicó que, “aunque nos dicen desde hace tiempo
que se están haciendo las gestiones, el muro sigue ahí
derribado”.
El delegado de UGT Prisiones recordó que una malla de color
verde hace las funciones del muro, si bien, según puso en
evidencia, “cualquiera que quiera entrar o salir sólo tiene
que llevar un mechero, por ejemplo”.
No obstante, Fernández explicó que se trata de una zona a la
que sólo tienen acceso los presos de tercer grado, es decir,
los que gozan de permisos de fines de semana, por ejemplo, y
que no suponen una amenaza para la fuga.
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