En abril de 2005 el Ministerio de Asuntos Islámicos de
Marruecos puso en marcha un programa de formación de imames
y predicadoras con la intención de crear un nuevo tipo de
hombre religioso capaz de reflexionar sobre las relaciones
entre los musulmanes y el mundo moderno en el que viven y
actúan. Los arquitectos de este programa se propusieron como
objetivo la capacitación de jóvenes imames y guías
religiosos para adaptarlos a la era de la globalización y
prepararlos para hablar el lenguaje de la modernidad. Para
ello, hubo que empezar por aumentar los conocimientos
científicos de los imames, estableciéndose asignaturas,
tales como: Ciencias del Corán, Ciencias de la Sunna, Los
orígenes de la Ley, El Dogma, Lengua Árabe, Ciencia del
Imamato, Métodos de Investigación, Historia de las
Religiones, Musulmanes en el Mundo, Vía profñética,
Retórica, Salmodia y audición espiritual del Corán,
Problemas Jurídicos, Pensamiento musulmán, informática,
Derecho de las mujeres, Lenguas Extranjeras, Astronomía,
Mística, Métodos de Investigación, Lógica, entre otras
muchas.
Los candidatos fueron seleccionados entre los estudiantes
universitarios licenciados (de todas las especialidades) con
nota de Muy Bien, Bien o Bastante Bien, es decir, con una
media general superior a la normal. A esta condiciones, se
sumó la de memorizar los 60 capítulos que constituyen el
corpus coránico para los imames y aproximadamente la mitad
(30 capítulos) para las predicadoras. La totalidad de los
candidatos pasó ante dos comités de selección, el del Corán
y el llamado científico. La duración de la formación de los
estudiantes fue de doce meses. Al final de la formación, los
estudiantes firmaron un contrato con el Estado, a través del
Ministerio de Asuntos Musulmanes, pasando a integrar el
cuerpo de funcionarios en la escala 10, nivel 1.
Los datos estadísticos sobre los imames de la primera
promoción indican que de los 745 aspirantes se
preseleccionaron 230, siendo seleccionados finalmente 160,
de los que aprobaron 150. En cuanto a las predicadoras, 515
presentaron candidatura, se preseleccionaron 100, y se
seleccionaron 60. Aprobaron 50.
Los datos sobre el siguiente ciclo 2006-07, muestran un
contraste sobrecogedor entre los imames y las predicadoras,
con una reducción neta del número de candidatos a imam, 537
en comparación con 745 en el ciclo anterior, y un fuerte
crecimiento entre las predicadoras: 1027 en comparación con
515 de la promoción anterior, pero sólo 280
preseleccionados, y 160 candidatos aceptados para cubrir 150
puestos de imamato menor (presidencia del rezo) y 130
preseleccionadas y 60 aceptadas para cubrir 50 puestos al
final de la formación.
El nombramiento de los imames en las mezquitas y
delegaciones regionales de Marruecos se basa en los
resultados académicos. La clasificación les ha permitido
escoger su puesto en las regiones, otorgando así a los
mejores el privilegio de trabajar cerca de sus familias.
Al comienzo, el programa de formación de imames y
predicadoras se propuso como objetivo la creación de un
cuerpo de funcionarios estatal capaz de hablar el lenguaje
de la modernidad religiosa, accesible para los musulmanes de
a pie. En este sentido, hay que subrayar que la distinción
común entre imames jóvenes, forzosamente modernos, e imames
viejos, necesariamente tradicionalistas, no siempre es
válida. Los primeros pueden defender la tradición en nombre
de un pasado glorioso y de una edad dorada, mientras que los
segundos pueden ser más críticos con las tradiciones
religiosas. En realidad, el punto en el que se ha de
insistir es en el de la paradoja entre la edad del joven
imam y la edad de sus arcaicas ideas. Es cierto, el mayor
reto intelectual de la actualidad es el de la inadecuación
entre las ideas religiosas modernas (la tolerancia, la
libertad de culto, la separación del poder temporal y
espiritual) y el antiguo papel que los imames deben
desempeñar para perpetuar tradiciones diametralmente
opuestas al mundo contemporáneo. A este respecto, es
importante recordar que es más fácil realizar una fisura en
un átomo que cambiar un prejuicio, sobre todo si es
religioso. De ahí la importancia de preparar a los nuevos
imames para que se reconcilien con ellos mismos y se
reinserten en el mundo, en la historia, la de toda la
humanidad, mediante conocimientos religiosos compatibles con
el prodigioso avance de las humanidades y las ciencias
sociales modernas, puesto que les permitirá releer los
textos sagrados bajo un nuevo ángulo.
De este modo, se quiere concienciar a los nuevos imames que
han de pensar antes de dirigirse a los creyentes, puesto que
han de saber lo que significa hablar en el ámbito religioso,
pues hablar a los musulmanes de a pie conlleva una
responsabilidad considerable; por ejemplo, el rezo del
viernes conlleva una responsabilidad inmensa, pues produce
efectos hipnotizadores en los cerebros y corazones de los
creyentes. Por consiguiente, resulta imperativo
sensibilizarlos sobre su responsabilidad religiosa,
mostrándoles que la predicación religiosa, en determinadas
situaciones, acarrea consecuencias, que también conciernen
altamente a los imames, como actores religiosos. Así, pues,
vocación, convicción y responsabilidad deberían ser las
reglas de la nueva deontología del imam moderno.
La iniciativa del Ministerio de Asuntos Musulmanes de
Marruecos hay que enmarcarla en un proceso para preservar y
desarrollar las otras formas de expresión del Islam:
popular, sufí, salafista, quietista, ya que el Islam se
conjuga en plural. Permitir la expresión de una única forma
de Islam a expensas de las demás, incitaría al fanatismo. En
realidad, el radicalismo religioso que se extiende en
Marruecos desde los años setenta quiere imponer una única
versión del Islam, la suya en este caso, a todas las
categorías de una sociedad profundamente religiosa, pero
también decididamente plural: bereberes, árabes, arabófonos,
francófonos, modernistas, tradicionalistas…
Tienen, por tanto, los nuevos imames de Marruecos, la
responsabilidad de establecer nuevos parámetros de
pensamiento, acordes con los tiempos actuales, interviniendo
como la mejor opción frente a la actitud de aquellos otros
imames enraizados en el oscurantismo de sus ideas, incapaces
de aceptar y convivir con personas diferentes en ideas,
lengua y cualquier otro elemento o rasgo que le diferencie.
Marruecos, como país musulmán más cercano, siempre ha
orientado la práctica del Islam en Ceuta, siendo norte y sur
en cuanto a formas d ever, entender y aplicar,
constituyéndose en dueño absoluto de su carácter anímico,
aunque con ciertos vacíos, pues han existido épocas en que
la práctica de la fe se hizo rutinaria, casi adormecida,
apareciendo en algunos momentos como laxa y de impulso
autómata, careciendo de cualquier tipo de alicientes, sin
apenas voluntad de promoverlos, dejando que otros de rostro
extraño así lo hicieran, cultivando de este modo ideas
extrapoladas, insensibles al dolor y, sobre todo, a la
condición humana, siempre con el cadalso como condena. Así
se aprovechó el radicalismo para asentarse en Ceuta, fue el
vacío que nunca llenaron los nuevos imames de Marruecos.
En ausencia de estos nuevos doctores de la fe, fue la
naturaleza intemporal de la escuela maliki quien más
antagonismo ha venido protagonizando frente al auge de
aquellos movimientos radicales, reciclados en su mayoría,
convencidos de que buen porte y mejores modales abrirán
puertas principales.
Si existe una necesidad natural esa no es otra que la paz,
pues sin ella el hombre perece. Debemos abstenernos en
manipular cuestiones delicadas, pues más gentes murieron por
actos de violencia que por radioactividad.
La incomprensión se vuelve odio, fácil es, y el odio hace
ciego a quien lo toma, y quien nada ve, ni con ojos ni con
corazón, allí donde pisa nada germina. Es la consecuencia de
la manipulación indebida.
Decidir unilateralmente un rezo colectivo con carácter de
concentración de masas, constituye un acto de imprudencia
temible, pues quien así actúa no es sino una mente
ensimismada en si misma, absorta en cuestiones ajenas al
bien común, es, definitiva, un acto inmisericorde hacia lo
que no debe manipularse inadecuadamente.
Los nuevos imames de Marruecos tienen como finalidad abortar
este tipo de actuaciones que, por cierto, cada vez son
menos, y que tan solo pueden darse en puntos donde muchas
veces no llega el vivificante tono de la tolerancia y
aceptación de las diferencias como elemento de riqueza y
diversidad entre las personas.
Para convocar un rezo colectivo con carácter de masa hay que
estar previamente legitimado para hacerlo. Un grupo o
asociación como la UCIDCE no goza de ese privilegio; menos
aún, decidirlo unilateralmente y luego proponerlo a quienes
tenía que haber consultado previamente que, por cierto, le
habrían hecho ver que no tiene atribuciones para hacerlo,
siendo ese uno de los motivos por el que lo hizo.
Convocar a las masas para realizar un rezo como el que se
pretende es, cuestión delicada, tanto que requiere
unanimidad general, ya no solo de quienes tienen
responsabilidades frente a los musulmanes, sino que no debe
existir ningún elemento de discordia entre los convocados.
Si la concordia no es total, si existen diferencias en
cuanto a su celebración, lo mejor es no realizar el rezo,
pues de lo contrario, se fomenta la división, la crispación
y, en definitiva, se elimina una de las cualidades
inherentes al ser humano: la comunicación.
Igual tenemos suerte y llegan a las mezquitas de Ceuta
nuevos imames, con sus cestas cargadas de tolerancia y
deseos de paz para todos. Así podremos jubilar a algunos y
hacer callar a otros.
Nos hace falta.
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