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OPINIÓN - MARTES, 23 DE SEPTIEMBRE DE 2008

 
OPINIÓN / CARTAS AL DIRECTOR

Imanes

Por Abdelmalik Mohamed


En abril de 2005 el Ministerio de Asuntos Islámicos de Marruecos puso en marcha un programa de formación de imames y predicadoras con la intención de crear un nuevo tipo de hombre religioso capaz de reflexionar sobre las relaciones entre los musulmanes y el mundo moderno en el que viven y actúan. Los arquitectos de este programa se propusieron como objetivo la capacitación de jóvenes imames y guías religiosos para adaptarlos a la era de la globalización y prepararlos para hablar el lenguaje de la modernidad. Para ello, hubo que empezar por aumentar los conocimientos científicos de los imames, estableciéndose asignaturas, tales como: Ciencias del Corán, Ciencias de la Sunna, Los orígenes de la Ley, El Dogma, Lengua Árabe, Ciencia del Imamato, Métodos de Investigación, Historia de las Religiones, Musulmanes en el Mundo, Vía profñética, Retórica, Salmodia y audición espiritual del Corán, Problemas Jurídicos, Pensamiento musulmán, informática, Derecho de las mujeres, Lenguas Extranjeras, Astronomía, Mística, Métodos de Investigación, Lógica, entre otras muchas.

Los candidatos fueron seleccionados entre los estudiantes universitarios licenciados (de todas las especialidades) con nota de Muy Bien, Bien o Bastante Bien, es decir, con una media general superior a la normal. A esta condiciones, se sumó la de memorizar los 60 capítulos que constituyen el corpus coránico para los imames y aproximadamente la mitad (30 capítulos) para las predicadoras. La totalidad de los candidatos pasó ante dos comités de selección, el del Corán y el llamado científico. La duración de la formación de los estudiantes fue de doce meses. Al final de la formación, los estudiantes firmaron un contrato con el Estado, a través del Ministerio de Asuntos Musulmanes, pasando a integrar el cuerpo de funcionarios en la escala 10, nivel 1.

Los datos estadísticos sobre los imames de la primera promoción indican que de los 745 aspirantes se preseleccionaron 230, siendo seleccionados finalmente 160, de los que aprobaron 150. En cuanto a las predicadoras, 515 presentaron candidatura, se preseleccionaron 100, y se seleccionaron 60. Aprobaron 50.

Los datos sobre el siguiente ciclo 2006-07, muestran un contraste sobrecogedor entre los imames y las predicadoras, con una reducción neta del número de candidatos a imam, 537 en comparación con 745 en el ciclo anterior, y un fuerte crecimiento entre las predicadoras: 1027 en comparación con 515 de la promoción anterior, pero sólo 280 preseleccionados, y 160 candidatos aceptados para cubrir 150 puestos de imamato menor (presidencia del rezo) y 130 preseleccionadas y 60 aceptadas para cubrir 50 puestos al final de la formación.

El nombramiento de los imames en las mezquitas y delegaciones regionales de Marruecos se basa en los resultados académicos. La clasificación les ha permitido escoger su puesto en las regiones, otorgando así a los mejores el privilegio de trabajar cerca de sus familias.

Al comienzo, el programa de formación de imames y predicadoras se propuso como objetivo la creación de un cuerpo de funcionarios estatal capaz de hablar el lenguaje de la modernidad religiosa, accesible para los musulmanes de a pie. En este sentido, hay que subrayar que la distinción común entre imames jóvenes, forzosamente modernos, e imames viejos, necesariamente tradicionalistas, no siempre es válida. Los primeros pueden defender la tradición en nombre de un pasado glorioso y de una edad dorada, mientras que los segundos pueden ser más críticos con las tradiciones religiosas. En realidad, el punto en el que se ha de insistir es en el de la paradoja entre la edad del joven imam y la edad de sus arcaicas ideas. Es cierto, el mayor reto intelectual de la actualidad es el de la inadecuación entre las ideas religiosas modernas (la tolerancia, la libertad de culto, la separación del poder temporal y espiritual) y el antiguo papel que los imames deben desempeñar para perpetuar tradiciones diametralmente opuestas al mundo contemporáneo. A este respecto, es importante recordar que es más fácil realizar una fisura en un átomo que cambiar un prejuicio, sobre todo si es religioso. De ahí la importancia de preparar a los nuevos imames para que se reconcilien con ellos mismos y se reinserten en el mundo, en la historia, la de toda la humanidad, mediante conocimientos religiosos compatibles con el prodigioso avance de las humanidades y las ciencias sociales modernas, puesto que les permitirá releer los textos sagrados bajo un nuevo ángulo.

De este modo, se quiere concienciar a los nuevos imames que han de pensar antes de dirigirse a los creyentes, puesto que han de saber lo que significa hablar en el ámbito religioso, pues hablar a los musulmanes de a pie conlleva una responsabilidad considerable; por ejemplo, el rezo del viernes conlleva una responsabilidad inmensa, pues produce efectos hipnotizadores en los cerebros y corazones de los creyentes. Por consiguiente, resulta imperativo sensibilizarlos sobre su responsabilidad religiosa, mostrándoles que la predicación religiosa, en determinadas situaciones, acarrea consecuencias, que también conciernen altamente a los imames, como actores religiosos. Así, pues, vocación, convicción y responsabilidad deberían ser las reglas de la nueva deontología del imam moderno.

La iniciativa del Ministerio de Asuntos Musulmanes de Marruecos hay que enmarcarla en un proceso para preservar y desarrollar las otras formas de expresión del Islam: popular, sufí, salafista, quietista, ya que el Islam se conjuga en plural. Permitir la expresión de una única forma de Islam a expensas de las demás, incitaría al fanatismo. En realidad, el radicalismo religioso que se extiende en Marruecos desde los años setenta quiere imponer una única versión del Islam, la suya en este caso, a todas las categorías de una sociedad profundamente religiosa, pero también decididamente plural: bereberes, árabes, arabófonos, francófonos, modernistas, tradicionalistas…

Tienen, por tanto, los nuevos imames de Marruecos, la responsabilidad de establecer nuevos parámetros de pensamiento, acordes con los tiempos actuales, interviniendo como la mejor opción frente a la actitud de aquellos otros imames enraizados en el oscurantismo de sus ideas, incapaces de aceptar y convivir con personas diferentes en ideas, lengua y cualquier otro elemento o rasgo que le diferencie.

Marruecos, como país musulmán más cercano, siempre ha orientado la práctica del Islam en Ceuta, siendo norte y sur en cuanto a formas d ever, entender y aplicar, constituyéndose en dueño absoluto de su carácter anímico, aunque con ciertos vacíos, pues han existido épocas en que la práctica de la fe se hizo rutinaria, casi adormecida, apareciendo en algunos momentos como laxa y de impulso autómata, careciendo de cualquier tipo de alicientes, sin apenas voluntad de promoverlos, dejando que otros de rostro extraño así lo hicieran, cultivando de este modo ideas extrapoladas, insensibles al dolor y, sobre todo, a la condición humana, siempre con el cadalso como condena. Así se aprovechó el radicalismo para asentarse en Ceuta, fue el vacío que nunca llenaron los nuevos imames de Marruecos.

En ausencia de estos nuevos doctores de la fe, fue la naturaleza intemporal de la escuela maliki quien más antagonismo ha venido protagonizando frente al auge de aquellos movimientos radicales, reciclados en su mayoría, convencidos de que buen porte y mejores modales abrirán puertas principales.

Si existe una necesidad natural esa no es otra que la paz, pues sin ella el hombre perece. Debemos abstenernos en manipular cuestiones delicadas, pues más gentes murieron por actos de violencia que por radioactividad.

La incomprensión se vuelve odio, fácil es, y el odio hace ciego a quien lo toma, y quien nada ve, ni con ojos ni con corazón, allí donde pisa nada germina. Es la consecuencia de la manipulación indebida.

Decidir unilateralmente un rezo colectivo con carácter de concentración de masas, constituye un acto de imprudencia temible, pues quien así actúa no es sino una mente ensimismada en si misma, absorta en cuestiones ajenas al bien común, es, definitiva, un acto inmisericorde hacia lo que no debe manipularse inadecuadamente.

Los nuevos imames de Marruecos tienen como finalidad abortar este tipo de actuaciones que, por cierto, cada vez son menos, y que tan solo pueden darse en puntos donde muchas veces no llega el vivificante tono de la tolerancia y aceptación de las diferencias como elemento de riqueza y diversidad entre las personas.

Para convocar un rezo colectivo con carácter de masa hay que estar previamente legitimado para hacerlo. Un grupo o asociación como la UCIDCE no goza de ese privilegio; menos aún, decidirlo unilateralmente y luego proponerlo a quienes tenía que haber consultado previamente que, por cierto, le habrían hecho ver que no tiene atribuciones para hacerlo, siendo ese uno de los motivos por el que lo hizo.

Convocar a las masas para realizar un rezo como el que se pretende es, cuestión delicada, tanto que requiere unanimidad general, ya no solo de quienes tienen responsabilidades frente a los musulmanes, sino que no debe existir ningún elemento de discordia entre los convocados. Si la concordia no es total, si existen diferencias en cuanto a su celebración, lo mejor es no realizar el rezo, pues de lo contrario, se fomenta la división, la crispación y, en definitiva, se elimina una de las cualidades inherentes al ser humano: la comunicación.

Igual tenemos suerte y llegan a las mezquitas de Ceuta nuevos imames, con sus cestas cargadas de tolerancia y deseos de paz para todos. Así podremos jubilar a algunos y hacer callar a otros.

Nos hace falta.
 

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