Ya sé que me adelanté en unos
días, pero desde el bello y agreste paisaje del norte
asturgalaico, qué voy a decirles. Pero ahora sí, Mohamed VI
está al aterrizar (si no lo ha hecho ya ayer por la tarde)
en el aeropuerto tetuaní de Sania Ramel. A media tarde y
mientras escribo estas líneas, el vuelo de aeronaves es
incesante por encima de casa mientras un helicóptero de
color verde oscuro no deja de sobrevolar, a baja cota, la
populosa Martil y sus alrededores; la autopista
Tetuán-Castillejos ya es una realidad, cuidados jardines y
vías para senderismo jalonan una buena parte de la ruta
hacia Ceuta y, a la altura del Palacio Real de Rincón,
guardia uniformada de diferentes cuerpos señalan, con su
colorida presencia, que el joven soberano alauí no puede
andar lejos… En la villa pesquera, multitud de palmeras (a
mi juicio demasiado juntas, pero bueno) han sido dispuestas
a lo largo de la carretera, tantas que apetece entonar
aquella canción canaria: “Palmero sube a la palma y dile a
la palmerita, que se asome a la ventana que su amor la
solicita”. ¡Ay, qué bonito es el amor…!. Probablemente
ustedes no comprendan a qué viene esto (y, si me lo
permiten, ni falta que hace), pero yo ya me entiendo. El
Tarajal estaba tranquilo, pero un poco raro, no sé; serán
cosas de la seguridad, pero a buen seguro que la peculiar
importación de mercancías de Ceuta a Marruecos podría estar
-lo digo por ayer- resintiéndose. El personal, en general, a
la espera de la caída del sol para romper el ayuno de
Ramadán (por cierto, que en Ceuta el Presidente Vivas iba
ayer lunes a celebrarlo a la mezquita de Sidi Embarek, en
compañía de la asociación “Luna Blanca” y los musulmanes
moderados de la ciudad) y en cuanto al cambio (“primum
vivere delinde filosofare”), pues el euro se cotiza en la
calle entre 11.20 y 11.25 dirhams (en los bancos, cucos
ellos, un pico menos). Ya saben pues como está el patio.
Por cierto, no sé si esta vez habrán comprado ayer “El
Mundo”; lo digo por un excelente artículo del periodista y
escritor pakistaní Ahmed Rashid, titulado: “Urge una
estrategia regional contra el terrorismo islámico” (sic); no
sé si habrá habido algún problema de traducción, pues
empieza a haber consenso en emplear el término “terrorismo
islamista”, lo “islámico” es otra cosa. Pues si pueden ya
saben, consíganlo y trabájenselo. Entre otros varios
aspectos, el autor señala la importancia de su país en la
guerra de Afganistán, pues el 80% de los suministros de
combustible y municiones para las fuerzas occidentales se
transportan a través de Pakistán… y los talibán (plural de “talib”,
estudiante) están logrando controlar las vías de
comunicación; además, Rashid señala las “estrategias
comunes” y el “terrorismo por encargo” de la hidra de
“Al-Qaïda” y la ideología que la sustenta. Por mi parte
apuntaría otra estrategia complementaria: la necesidad de
actuar sobre los santuarios del terrorismo islamista en
Occidente, en Europa, en España, en Ceuta…, así como de
controlar y limitar la influencia de organizaciones
fanáticas y extremistas, caldo de cultivo del terror… como
el movimiento “Tabligh”. ¡Ah jai, chof!, ¿acaso vas a
decirme que no?. En varios de los antiguos países de Europa
del Este, las autoridades ya están restringiendo sus
movimientos y declarando al Tabligh en sí “no grato”. ¿A qué
esperamos en España…?
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