En estos días D. Juan Carlos y Dª
Sofía han inaugurado, en presencia de la Ministra de
Educación, el curso escolar no universitario, en un colegio
público de Mahón.
S.M. reclamó a toda la sociedad, en general, un permanente
esfuerzo en la actualización y en la mejora de la educación,
el apoyo a los profesores y familias y el compromiso de
éstas en sumarse a los apoyos a profesores y familias y el
compromiso de éstas en sumarse a los esfuerzos por lograr
“una formación amplia y rica, impregnada en valores como el
respeto, la tolerancia, la lealtad, la solidaridad y la
amistad”.
Recordó, también, S.M. a los alumnos que sin su particular y
personal aportación de “voluntad, atención y disciplina, no
les serán posible formarse como personas libres y
responsables; y a las autoridades, que la educación requiere
de la mayor atención y constancia por parte de los poderes
públicos”.
Oportunidad que S.M. no ha dejado pasar, después del
preocupante informe de la OCDE, “Panorama de la Educación,
2008”, en el que el nivel de formación alcanzado en España,
la sitúa en el antepenúltimo lugar.
S.M., al enumerar los valores básicos, presta atención a la
amistad, lo que me trae a la memoria una reciente historia
protagonizada por un alumno de ocho años, en el momento de
incorporarse al colegio. Para él, lo más importante es la
amistad, como resumen o síntesis de los demás valores.
En primer lugar voy a recordar como se iniciaba, se
desarrollaba y conservaba la amistad en aquellos alumnos de
la llamada “escuela de antaño”.
En la citada escuela, los alumnos y alumnas se sentaban en
los pupitres bipersonales, de dos plazas, y como las
escuelas se diferenciaban por sexos, era prácticamente
imposible que una niña y un niño iniciaran una relación de
amistad, al menos con ese “escenario”. No se veían ni en el
recreo, ya que lo impedían los muros de separación. Existían
también las mesas multipersonales, que no permitían salir y
entrar de ellas sin tener que incomodar al resto de los
compañeros. Un banco servía de asiento, sin tener respaldo.
En mi escolarización, en un solo colegio unitario de niños,
me “beneficié”, cuando ya había superado los primeros
cursos, de la mesa de dos plazas, ya que antes nos situaban
en los bancos multipersonales, donde se orignaban las
consiguientes molestias para salir de ellas. Los únicos que
no molestaban eran lo que se colocaban en las esquinas.
Pero, en una u otra colocación, lo cierto era que siempre se
procuraba que el compañero o compañeros fuesen los mismos.
Ahí queda como recuerdo aquellas fotografías con el
compañero, siempre con el mapa de España como fondo.
Se hacían auténticos amigos, que después de abandonar el
colegio, continuaban siéndolos. Lo que se suele decir,
“amigos de toda la vida”. Nos beneficiábamos al pertenecer a
una escuela unitaria, ya que toda la escolarización la
realizábamos en la misma. Pero, se había conseguido disponer
de grandes amigos, porque siempre ha sido y será, la
amistad, un valor en alza.
No podrá decir lo mismo, Paquito, protagonista de esta
historia, que, con sólo ocho años, ha pasado ya por tres
centros educativos distintos: Guardería, Centro de Enseñanza
Bilingüe, y por ahora, para iniciar su tercer curso, un
centro de Primaria. Y es que él tiene como un gran valor, la
amistad, y de esta forma se ha desconectado de aquellos que
compartieron aula en la Guardería y con los que han estado
con él en el Colegio Bilingüe. Pero todavía le queda lo
peor: que con toda probabilidad, al finalizar su Primaria,
perdería a los de su colegio actual.
Así me lo contaba, y ve, que le va a ocurrir lo mismo que a
su hermano Juanito que, de momento, consolidará amigos en su
paso por la Secundaria Obligatoria, porque los de su
Primaria se matricularon, por ley, en otro centro distinto,
al elegido por sus padres.
Ya, Paquito, se ha incorporado a su nuevo centro. No ha sido
un día muy feliz para él. Se ha sentido extraño, desplazado.
Nuevos compañeros y compañeras y nuevos maestros. El tutor
es una maestra. De entrada, no le ha caído bien, pero espera
adaptarse a ella. Tiene otros maestros, los llamados
especialistas, que irá conociéndolos en estos días. En el
recreo, sí que lo ha pasado mal. Se ha visto sólo. Ningún
compañero de ha acercado a él. De mala manera ha consumido
su bocadillo. Por otra parte, el día no ha sido bueno desde
el punto de vista climatológico. El Sol se había escondido y
estaba todo muy nublado. Un día que se prestaba a estar
triste.
La maestra ha decidido, en su primer día, que hagan copias.
A Paquito le ha sorprendido escribir sobre dos rayas, ya que
en el bilingüe siempre lo hacía sobre una. Poco a poco, se
irán integrándose. La tutora les hará, en estos días, unas
pruebas para conocer el grado de conocimiento que tiene su
grupo. Paquito tiene las llamadas instrumentales superadas.
El idioma inglés, muy adelantado, ya que se le tiene que
notar los cursos que ha pasado en el colegio bilingüe. En el
deporte, no destacará como su hermano, en el fútbol, porque
él prefiere el tenis, deporte que probablemente, no
practicará en el colegio.
En su primer día, ya iba con todo el material necesario y
con su uniforme heredado de su hermano, porque este Colegio
público estableció como obligatorio el uniforme. Como el
colegio tiene comedor, se quedará, con lo cual tendrá nuevas
oportunidades de conseguir amigos, ya que para él es
fundamental la amistad, ese afecto personal, puro y
desinteresado, con el signo de la reciprocidad.
Recordemos que en la edad escolar, lo esencial en la vida
para el pequeño colegial es indudablemente las relaciones
que les unen con los demás. De ellas saca el niño la
confianza en sí mismo.
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