Dicen los que le conocen que Carbonell era un general
diferente, muy abierto y compañero. Ha pasado los últimos
cuatro años de su vida en Ceuta, “adonde jamás pensé que
vendría” y reconoce que, cuando pasó a la reserva en febrero
de este año y se marchó a Alicante, sintió una especie de
vacío, aunque ya está adaptado allí, “porque cada ciudad
tiene sus ventajas e inconvenientes y hay que saber sacarle
el lado positivo”. Desde que se marchó, hace aproximadamente
medio año ya, ha regresado en tres ocasiones a la ciudad
autónoma, “un lugar en el que me sentí acogido muy pronto”.
Ya en la reserva, la entrevista se hace más humana y apenas
sin secretos. Ahora será reconocido como legionario de
honor.
Pregunta.- ¿De dónde le viene su contacto con la Legión?
Respuesta.- Mi padre estuvo destinado en la Legión, en el
primer Tercio, en Melilla y luego se fue al Sáhara como
voluntario, con la 13 bandera y de ahí conozco la Legión,
desde pequeñito, cuando estaba en el protectorado. Yo, en mi
carrera profesional, no me he ido por la parte de la Legión,
sino a las operaciones especiales que he hecho toda la vida.
Recuperé el cariño hacia la Legión cuando se formó la
bandera de operaciones especiales, la 19. Tuve una visita en
Jaca y fui conociéndola poco a poco.
P.- Nunca ha estado destinado en la Legión...
R.- Nunca. Desde que salí de la Academia no había pisado
Ceuta en la vida, solamente Melilla, hasta los 10 años y
luego me marché a Madrid. Pero la historia de infantería
siempre ha estado vinculada a la Legión. Los de infantería
siempre nos fijamos un poco en la Legión.
P.- ¿Recuerda cuántos sábados legionarios ha vivido aquí?
R.- No los he contado, pero en cuatro años he ido a todos
los sábados legionarios; unas veces los he presidido y otros
iba como segundo jefe. Es algo que me gusta; el sábado
legionario tiene un sabor especial, no sólo por lo que
hacen, sino por el sitio. García Aldave es la cuna de la
Legión. En Ceuta se vive de verdad el sábado legionario.
P.- Aparte de su amor a la Legión está su amor por la
montaña, ¿cómo son esos romances?
R.- Se compaginan. Mis destinos dicen por dónde me he
inclinado. Siempre he estado ligado a la montaña, pero mi
amor por la Legión es romántico, lleno de recuerdos, de
cuando era pequeño. Mis apetencias profesionales han ido
siempre por otro lado: unidades no convencionales y no tan
jerarquizadas, donde el mando es muy importante; allí se
deja más iniciativa individual y ese es un poco mi carácter.
P.- Usted sigue unido a Ceuta...
R.- Totalmente, desde que me fui he venido tres veces. Todas
las semanas hablo con alguien de Ceuta, o con el jefe del
Estado Mayor, o con el comandante general... El general, que
ahora está de permiso, estuvo en mi casa estos días -en
Alicante-; lo conocía de la academia. Yo era de una
promoción anterior a la de él, entonces era su tío
académico. Cuando en la academia duermes cerca de uno de
primeros, se dice que el que está más próximo es tu hijo y
el que está más alejado, aunque próximo, es el sobrino y
Enrique Vidal era mi sobrino y lo cuidaba, ¿eh?, lo cuidaba.
P.- ¿Cómo se ve la Legión desde el puesto de general?
R.- Nunca me he dejado guiar por la fama o por lo que me han
dicho de un tercero. He preferido siempre valorar cuando
conozco a la gente o a la unidad. Me habían dicho que la
Legión en Ceuta no salía mucho de maniobras y que era una
unidad de guarnición teóricamente. Pero yo la primera vez
que los vi fue en el campo. No me sorprendió nada, porque vi
que tenían una preparación buenísima y que dominaban el tema
del que estaban hablando. Cuando llegué me di cuenta de que
la plaza estaba a un nivel altísimo, pero en todas las
unidades.
P.- ¿Es verdad que la Legión es más brava que el resto de
unidades?
R.- Las unidades se hacen en función de su historia. La
gente que lleva tiempo en una unidad transmite el espíritu
al nuevo. Tanto Regulares como la Legión, aquí en Ceuta, son
de las unidades más laureadas del Ejército español. Y eso es
historia. Esas unidades tendrán más valor, puesto que lo van
mamando desde pequeñitos.
P.- ¿Un general puede mantener la emoción en este tipo de
actos?
R.- Son cosas que son naturales. El despedirte de la bandera
cuando pasas a la reserva es único; la has besado 40 veces,
pero cuando te vas, te emocionas. Cuando te nombran en una
cosa que no es normal, pues si eres sensible, como somos los
militares en ese aspecto, pues te emocionas.
P.- Era usted un asiduo al Casinillo de la Legión...
R.- Cuando yo llegué aquí el Casinillo estaba muerto. Entre
el anterior jefe del Estado Mayor, Pontijas, y yo, lo
levantamos, porque pensamos que era un sitio ideal para que
se juntaran, no solo los miembros del Casino Militar, sino
todo el que fuera militar. Esta es una de las cosa que yo
puedo echar de menos en Alicante, porque está en un entorno
tan bonito y está uno allí charlando... le tengo un cariño
especial.
P.- Igual que hay ciudades donde se vive el fútbol
sobremanera, aquí en Ceuta se lleva lo militar.
R.- Aquí puedes ver a un montón de soldados haciendo sus
cosas por la calle y es una algo habitual. El Ejército se
vive en el pueblo. Los jueves con los Arriado ya se ve, y
ahí es donde se perciben esas vivencias.
P.- No se puede marchar sin explicar qué es la montaña.
R.- En la montaña predomina el ambiente físico, hay mucha
altura y tú teóricamente tienes que saber vivir, combatir y
moverte en ese ambiente.
|