Era necesario, por parte del
Gobierno presidido por Juan Vivas, dedicarle el Día
de Ceuta a Andalucía, por muchos y variados motivos. Además
se le daba la oportunidad a Manuel Chaves de venir a
Ceuta para poner las cosas en su sitio en relación con su
partida de nacimiento. La invitación fue muy acertada.
El arribar de Chaves a su tierra no había despertado, en los
días anteriores al pasado 2 de septiembre, la menor
expectación. Incluso los había que despotricaban contra él,
no eran pocos, porque en una ocasión, creo que durante un
mitin, se sintió gaditano. Y ese desliz se perdona menos que
cometer una canallada.
Ello, unido a que el presidente de la Junta de Andalucía
nunca tuvo fama de buen orador, auspiciaba una celebración
carente de alicientes y que parecía estar condenada al
fracaso, por más que el acto gozara de un escenario como el
Patio de Armas de las Murallas Reales.
Mas no se cumplieron los malos augurios y Chaves destacó
sobremanera en medio de un ambiente magnífico, durante los
días que estuvo en Ceuta: su tierra de nacimiento. Y ese
éxito despertó el interés de Javier Arenas por
conocer si era verdad que el socialista había pasado la
prueba con notable. En sitio donde él, sin haber nacido, es
considerado un ceutí más por los populares; debido a los
lazos familiares que le predisponen a dar la cara por Ceuta.
Chaves y Arenas se tienen tirria infinita. Y el segundo no
acababa de digerir las celebraciones hechas en honor del
primero, en una tierra donde los mimos han sido siempre para
él. Y se mosqueó lo suficiente como para fruncir el ceño y
levantar la ceja izquierda, en señal de protesta. Señales
que fueron interpretadas, con la celeridad necesaria, por
parte de Vivas y Gordillo. E hicieron muy bien
en viajar a Málaga y ponerse a disposición de quien es
hombre muy cercano a Rajoy, presidente del PP en
Sevilla y vicesecretario nacional de su partido para asuntos
territoriales.
Y dentro de esa disposición se le rogaba a Arenas,
encarecidamente, que se encargara él de velar porque esos
acuerdos firmados con la Junta de Andalucía se cumplieran a
medida de los deseos del Gobierno ceutí. Y así hasta
demostrarle que los gobernantes de esta ciudad seguirán
fieles a él y propalando a cada paso lo mucho que los
ceutíes le deben al político nacido en Olvera y criado en
Sevilla, o al revés, que parece ser un caso similar al de
Chaves...
De modo que no entiendo por qué Inmaculada Ramírez ha
salido en tromba, una vez más, para denunciar un
comportamiento en el cual no hay nada de desleal con la
Junta de Andalucía. Lo que sí ha evidenciado el gesto es que
los políticos son muy dados, en todos los partidos, a
respetar la jerarquía. Y Arenas es jerarca en toda la
extensión de la palabra. Aunque esa categoría superior no
sea asumida por el presidente de Navarra, Miguel Sanz,
en ocasiones.
Por lo tanto, lleva razón Gordillo cuando le responde a la
diputada socialista que el PP de Ceuta seguirá reuniéndose
con los suyos a escala nacional, aunque ella se disguste.
Pues la visita de Chaves, amén de los convenios, ha servido
para que los principales dirigentes populares vayan
desembarcando en Ceuta, a fin de contrarrestar la buena
impresión causada por el presidente de Andalucía. Y eso lo
debería tener asumido la señora Ramírez.
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