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OPINIÓN - JUEVES, 18 DE SEPTIEMBRE DE 2008

 
OPINIÓN / BREVE HISTORIA DE MARRUECOS

42. La cabalgada de Yusuf Ibn Tasufín

Por José Luis Navazo

Hombre longevo (1061-1107) y austero, rigió con mano de hierro el destino de los velados almorávides durante unos cuarenta años, dejando a su muerte establecido el “Imperio de las Dos Orillas” (Desde Senegal hasta la España de “Al-Andalus”), fundando Marrakech en 1062. Todavía hoy, este recuerdo (más que el Idrisi) forma parte de la memoria colectiva marroquí y de un concepto subliminal de “nación”, alentando en la década de los cincuenta del pasado siglo el concepto imperialista del “Gran Marruecos”, alentado por la clase política (El Fassi y su partido del Istiqlal) como paradigma nacionalista en el que quedarían englobados una buena parte de Argelia, regiones del África Negra, Mauritania y... ¿subliminalmente Al-Andalus?. Porque si en el imaginario populista sigue vivo el recuerdo del imperio almorávide, éste alcanzaba la línea del río Tajo, el suroeste del Ebro, parte de Cataluña y las Islas Baleares... Incluso, ¿hasta que punto la “Marcha Verde”, con la consiguiente guerra en el Sáhara y la reivindicación de este extenso territorio por el Reino de Marruecos no evoca las raíces y la aspiración del viejo imperio beréber de los almorávides…?.

Tras este breve paréntesis sobre nuestra historia compartida, volvamos a Ibn Tasûfin: en su cabalgada debela la antigua capital Idrisi, Fez, se le rinde Mekinés, incursiona en el Rif (arrasa Nekor) y se dirige posteriormente hacia el este combatiendo a las tribus zenatas, quienes consideraban a los almorávides bárbaros venidos del desierto a destruir su cultura y modo de vida. Ibn Tasufín toma Tremecén en 1079 y Ouxda en 1081, alcanzando con sus tropas la región del Oranesado y Argel en 1082. Tánger (1077) y Ceuta, en manos del reino de Taifa de Málaga (Al-Andalus) son las últimas en caer ante la embestida almorávide. Ceuta sucumbe ante el fanatismo en 1084, tras una heroica lucha: su defensor, el tangerino Aziz Diya al Dawla, fue torturado antes de morir y la guarnición “andalusí” masacrada hasta el último hombre. Salvo núcleos bereberes Masmudas del Atlas Central de los que, años más tarde, surgirá la reacción almohade, todo el Maghreb estaba ya bajo los pies de los intolerantes almorávides. Al ir sometiendo territorios, como advierte Lugan, “Un clero de ‘fakihs’ intransigentes rodeaba al emir almorávide, bien decidido a imponer una teocracia extranjera a las aspiraciones profundas de las élites maghrebíes que habían recibido las influencias de Al-Andalus, tierra de cultura tanto brillante como refinada y que inquietaba la rusticidad conquistadora de los guerreros surgidos del Gran Sur”. Quizás harta de la opresión fundamentalista, Fez se revuelve en 1063 y aniquila a la guarnición almorávide, siendo reconquistada por el ejército de Ibn Tasufín en 1070 quien, en represalia, perpetra durante varios días una auténtica y cruel carnicería entre sus habitantes.

Quedan, no obstante, por reseñar en este periodo varios aspectos de capital importancia: primero, la fundación de Marrakech como capital del Imperio Almorávide, a la que ya hemos aludido; segundo, el vasallaje de Ibn Tasufín ante el lejano Imperio Abasida de Bagdad, quien le nombra gobernador del Maghreb, además de “emir de los musulmanes y defensor de la fe”, lugarteniente del Califa; finalmente, la conquista de la feraz y tolerante Al-Andalus.
 

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