Estoy tomando el aperitivo en la
terraza de mi bar favorito, con el quita y pon de sombras a
que juega el tiempo con las nubes sobre mi cabeza Se nota
que el otoño se está acercando a pasos agigantados y, aunque
no hace frío, el ambiente es fresquito lo que aconseja dejar
arrinconado el bermudas y las camisetas que sólo son para el
verano.
A unos pasos de donde estoy, un par de musulmanes están
discutiendo, no sé que cosas, con voces desaforadas. No
llegaron a las manos porque cerca de ellos una pareja de
mossos d’esquadra estaban vigilando.
Traspolando esta simple discusión entre dos seres humanos a
la barriada del Príncipe Alfonso, veo que nuestras
autoridades siguen haciendo la vista gorda sobre la
verdadera situación de la misma.
Veo que es una constante matemática las declaraciones de
nuestro Consejero de Gobernación en las que quita hierro al
asunto, destaca “un grupúsculo de violentos que no
representan al barrio”, en un esfuerzo por crear cortinas de
humo ante la propia Ciudad.
En realidad ignoro para qué tienen la UIR si no la utilizan
en otra cosa que en agregarle una “h” o para que sus
miembros luzcan palmito por el centro de la Ciudad con sus
uniformes y armas.
No entiendo cómo lo hacen para dar pábulo a polémicas
verbales entre cuerpos de seguridad en vez de buscar
soluciones a la creciente violencia que, empezando por ese
barrio sucursal de Marruecos, acabará por extenderse a toda
la ciudad.
Sería conveniente que, las autoridades responsables de los
distintos cuerpos de seguridad en la ciudad, dejaran de
discutir incongruencias y dedicaran menos tiempo al cara a
la galería y se preocuparan más por buscar soluciones
efectivas a los previsibles brotes de violencia creciente.
El miedo no hará más que envalentonar a ese “grupúsculo de
violentos que no representan al barrio”. La misma prevención
que se aplica a los etarras y sus derivados debería
utilizarse aquí, en la ciudad, en relación con el mencionado
“grupúsculo de violentos que no representan al barrio”.
Puede que no representen al barrio pero sí viven y/o residen
en él. En palabras de un político lo de representación sólo
puede ser avalada por los votos, ahí de acuerdo, pero creo
yo que ese “grupúsculo” no ha mencionado siquiera que actúen
en representación del barrio por lo que las palabras del
político están de más y acrecienta el razonamiento de mi
opinión acerca de la constante mencionada arriba.
Por si fuera poco, no basta opinar de la situación REAL en
la ciudad para convencer a las autoridades. Sin ir más
lejos, en Melilla, ya tenemos un botón de muestra de lo que
nos espera en un futuro cercano merced a nuestra democracia:
la CPM se niega a participar en la conmemoración del Día de
la ciudad hermana porque lo consideran un acto de sangre.
Vengativa posición de quienes, por cierto, difícilmente
pueden probar que tenían antepasados, hace más de quinientos
años, cuando Pedro de Estopiñán encomendado por el III Duque
de Medina Sidonia, Juan Antonio de Guzmán, conquistó la
ciudad para los Reyes Católicos. Ello confirma mis
anteriores opiniones acerca de la existencia de partidos
políticos estrictamente formado por musulmanes. Sus fines,
auténticos fines, son otros que los de participar en la
política española. Se aprovechan de esa política.
En vez de alardear tanto de la españolidad de las ciudades
norteafricanas… ¿por qué no buscan soluciones a lo
previsiblemente problemático?
En otro orden de cosas, ayer por la mañana, me acerqué a la
sede de mi empresa para gestionar algunos asuntos y cerca de
allí se estaba arremolinando un numeroso grupo de gente. La
noche anterior han asesinado a una mujer y herido gravemente
al hijo de 12 años que intentó evitar el ataque. Resulta que
el padre del chico apuñaló a su ex mujer.
Mientras otro hijo acababa con la vida de su padre, ya en el
barrio del Guinardó, al arrebatarle el cuchillo con el que
pretendía agredir a la madre y clavándoselo en el centro del
corazón.
Violencia doméstica, suma y sigue. Sin comentarios.
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