El perfil sociológico del islamista radical: De los
“damnificados de la tierra” al “islamismo caviar”
Como continuación de su estrategia de expansión en la región
magrebí, AQMI lanza a través de Internet, en enero de 2007,
una llamada a la Yihad dirigida a todos los jóvenes
argelinos, libios, marroquíes y tunecinos, bajo el título de
“Hijos del Magreb Musulmán, esta es vuestra hora”. En esta
misiva, la organización terrorista llama a la movilización
contra “el infiel”, personificado en los intereses
extranjeros presentes en Dar al Islam y en los poderes
corruptos en liza en la región “en total connivencia con
Occidente”. No falta, como ya es costumbre, referencias a la
situación de los “hermanos palestinos”, a “la intrusión en
Iraq” y a las “humillaciones” padecidas por el pueblo del
profeta Mahoma a manos de “los cruzados” tras la pérdida de
Al Andalus en la época de los Reyes Católicos.
Este tipo de llamamientos calan entre amplias capas de la
población y no sólo necesariamente entre el que se ha
extendido como el prototipo del futuro kamikaze, este decir,
jóvenes desarraigados, pobres y sin estudios. Un elemento a
tener en cuenta en la evolución de AQMI es el cambio en el
perfil sociológico de los militantes islamistas radicales,
hecho que inquieta sobremanera a las fuerzas de seguridad de
los diferentes estados magrebíes. En Túnez, por ejemplo, la
mayor parte de los detenidos en diciembre de 2006 eran
jóvenes que, por un lado, se encontraban “bloqueados” en su
ascenso social y, por otro, excluidos de toda participación
política en la vida del país. El exilio, que constituía un
refugio, ya no es posible, habida cuenta que Europa ha
blindado sus fronteras a nuevos inmigrantes. Estos nuevos
yihadistas son, más que “los damnificados de la tierra”,
empleando la terminología de Franz Fanon, los descartados de
la mundialización, que esperan encontrar una razón de ser en
la Yihad global, según la ideología y los modos de operar
aprehendidos a través de Internet.
Otro ejemplo de la complejización en el perfil sociológico
del islamista radical lo encontramos en Marruecos, en la
desarticulación de Ansar Al Mahdi (“los defensores del
pasado”), en 2007. En este particular caso, algunos de los
miembros de esta red no eran ni jóvenes miserables oriundos
de los distritos de chabolas que abundan en las grandes
urbes desde Libia hasta Mauritania, ni aquellos que no
vieron satisfechas sus expectativas en el actual orden
vigente. Y es que los teóricos del salafismo parecen haber
encontrado entre los lujosos chalets de los barrios más
acomodados, en el seno de determinados ámbitos burgueses,
espacios privilegiados para sus prédicas, que no cesan de
evocar la situación en Iraq, las humillaciones infligidas a
los palestinos y, en definitiva, el deber de la Yihad. Todos
estos elementos refuerzan la tesis del surgimiento de lo que
se ha venido en denominar como “islamismo caviar”.
La Yihad femenina y el ciberespacio como herramienta
terrorista
Destaca, por otra parte, el rol creciente desempeñado por
las mujeres, aunque de momento únicamente en labores que
podríamos considerar logísticas. No se puede descartar, no
obstante, una evolución similar a la vivida en contextos de
Oriente Medio, en Palestina sobre todo, donde las féminas
han pasado, poco a poco, a desarrollar funciones
tradicionalmente masculinas como la planificación y
ejecución de atentados. En este sentido, en orden a su
captación y endroctinamiento, el número de páginas Web
dedicadas a la Yihad femenina se ha multiplicado
exponencialmente durante los últimos tiempos, como apunta
bien apunta, entre otros, la especialista tunecina Iqbal
Gharbi.
En estas páginas Web se pueden identificar al menos cuatro
“intenciones” o finalidades principales, a saber, el
aprendizaje a distancia, la propagación del mensaje
salafista, la movilización para la lucha y, por último, lo
que se podría denominar como terrorismo cibernético. No deja
de ser paradójico que, a pesar de las continuas condenas
vertidas por los islamistas al encuentro de Occidente, estos
utilizan, cada vez más, Internet, símbolo de la tecnología
occidental, como herramienta para propagar y consolidar la
Yihad. Este es un medio que cuenta con numerosas ventajas,
entre ellas el hecho de no necesario contar con un espacio
geográfico físico concreto para el ejercicio de actividades
terroristas.
Existen diferentes tipos de sitios webs. Unos, más
radicales, como Mujahidat (“la combatiente”) o Khansaa
(nombre de una antigua poetisa árabe), ofrecen un programa
de entrenamiento militar completo en el uso de armas y en la
preparación de explosivos en ocho semanas. Otros, como For U
Online, más “moderados”, priman el contenido periodístico y
de análisis aunque, eso sí, siempre desde una perspectiva
radical. Un elemento que no pasa desapercibido es que
algunas de estas Webs tratan de atraer al público femenino a
través del elemento estético, con una cuidada presentación
de sus contenidos, utilizando colores suaves, con cierta
preferencia por los tonos rosas o verdes, empleando incluso
a veces fondos de pantalla no exentos de un cierto corte
romántico con puestas de solo entornos floreados.
Por lo que respecta a la retórica empleada, esta es directa,
tajante, apelando de forma firme a estas mujeres, aludiendo
a los sufrimientos de la Oumma (nación islámica) y
declarando a los regímenes occidentales, así como a los
Gobiernos musulmanes, a los que tachan – como poco – de
corruptos, como los principales culpables de estos males.
Las Webs buscan un contacto directo, tratando de relacionar
a las potenciales yihadistas con militantes islamistas
femeninas, que se implican también, a partir de ahora, de
forma directa, en esta labor de captación.
En el caso señalado de Ansar El Mahdi, Fatima Zohra Rhioui,
alias Oum Sâad, ejerció de rica y piadosa benefactora que
dio cobijo y ayuda financiera a Hassan El Khattab, líder de
la trama. A su lado, Amina Mseffer y Amal Serraj, casadas
ambas con dos pilotos de la Royal Air Maroc, la compañía
aérea de propiedad estatal marroquí, que se valieron de su
privilegiada posición para, sin saberlo sus maridos, apoyar
a “la causa”, además de aportar dinero en efectivo y un buen
número de joyas.
Connivencia militar, riesgo de infiltración e influencia
externa
La eventual presencia de efectivos de las fuerzas de
seguridad del Estado en las redes islamistas es otro
elemento inquietante a tener en cuenta. En Argelia, la
sombra de la connivencia entre ejército e islamistas planea
ya desde finales de la década de los ochenta, siendo
numerosos los autores que, al igual que asegura el
investigador galo Benjamin Stora, observan la “impronta
militar” en muchas de las masacres que durante los noventa
se atribuyeron a los mouyahidines.
A mediados de 2007, Rabat llegó a temer por una infiltración
terrorista en el seno del propio Majzén (nombre que recibe
el régimen tradicional marroquí, literalmente “almacén”). El
ministro del Interior, Chakib Benmoussa, se vio obligado a
saltar a la palestra, un tanto apresuradamente como
apuntaron en su momento algunos rotativos, para asegurar que
se trataba de casos aislados. Por si acaso, varias cabezas
rodaron, entre las que cabe destacar las de los generales
Mohamed Belbachir, jefe de la Dirección de la Seguridad
Militar, y Hamidou Laânigri, hasta entonces al frente de la
Dirección General de la Seguridad Nacional. Semanas después
de estos “licenciamientos”, el 31 de agosto, siguiendo
instrucciones de Palacio, un decreto gubernamental abrogaba
el servicio militar obligatorio, en lo que se interpretó una
maniobra para discriminar el accedo al ejército de elementos
desestabilizadores o peligrosos.
El despliegue de políticas para el control del campo
religioso en el Magreb, en orden a formar profesionales de
la religión más acordes con las necesidades de los
musulmanes del siglo XXI y de divulgar y transmitir ideas de
paz y tolerancia incluidas en el Islam, no pueden competir,
en muchos casos, con la influencia externa. En este sentido,
la expansión de los medios de comunicación “árabes” es un
elemento a tener muy en cuenta en la propagación de un
mensaje del Islam ajeno a la tradición magrebí,
tradicionalmente más abierto y menos rigorista, lejos de las
concepciones wahabitas y salafistas importadas actualmente
en boga en el Medio Oriente.
Por último, en los casos marroquí y argelino
fundamentalmente, no podemos dejar de atender a la
influencia de antiguos emigrantes retornados a su país de
origen que en su momento fueron “reislamizados” por la
Jemaat Adaawa wa Tabligh, un movimiento islamista de origen
paquistaní muy influyente entre los contingentes de
trabajadores musulmanes en Alemania, Holanda, Bélgica e
incluso Suiza.
La región saheliana, el Afganistán norteafricano de Al
Qaeda
La inquietud con la que los expertos en terrorismo
internacional contemplan al Sahel contrasta con la
indiferencia de la opinión pública mundial al encuentro de
la región donde Al Qaeda más ha crecido durante los últimos
años. Esta peligrosidad ha sido – y es – puesta de
manifiesto en sucesivos informes de inteligencia de
diferentes estados. Desde el Foreign Office inglés hasta el
Pentágono norteamericano pasando por el Quai d’Orsay galo,
todos coinciden en señalar que, hostigados en contextos como
Afganistán o Irak, los acólitos de Oussama Ben Laden han
encontrado aquí, en un no man’s land lejos del poder
efectivo de los estados y de las fuerzas militares
internacionales, un refugio privilegiado, donde AQMI ha
establecido su retaguardia, sus cuarteles generales y
centros de operaciones, además de sus campos de
entrenamiento para mouyahidines magrebíes. Es también en el
Sahel donde se planean buena parte de los ataques a cometer
en los países de la zona, pero también en la “infiel” y
“cruzada” Europa. Los potenciales terroristas acuden de
sitios tan distintos y dispares como los barrios de chabolas
de los suburbios de ciudades como Casablanca, Tetuán, Argel
o Túnez, o las zonas áridas y desiertas más desfavorecidas
del este mauritano o del gran sur libio y argelino.
El secuestro, en marzo de 2008, de dos turistas austríacos
en el sur de Túnez a manos de terroristas de la órbita de Al
Qaeda y la facilidad con la que, en el plazo de pocos días,
los reos fueron conducidos hasta la región de Tombuctú, al
oeste de Mali, no lejos de Mauritana y a miles de kilómetros
de donde fueron raptados, corroboraron estos temores. Este
suceso, que saltó a la portada de las informaciones de todo
el mundo, dio un importante toque de atención sobre la
peligrosidad de la región saheliana, la permeabilidad de sus
fronteras, la incapacidad de los poderes en liza para
ejercer un poder efectivo de control sobre el terreno y el
hecho de que el Sahel se haya convertido en el santuario de
la organización de Osama Ben Laden en el norte de África.
En esta franja inhóspita que transcurre a lo largo de media
docena de países, desde Egipto y Sudán hasta el África
occidental, las dunas de arena se mezclan con las piedras.
Los dispositivos de vigilancia se han mostrado ineficaces,
lo que convirtió al Sahel en escenario de todo tipo de
tráficos ilícitos (drogas, tabaco, productos falsificados,
seres humanos), de episódicas revueltas tuaregs y, cómo no,
de una intensa actividad yihadista. Si bien existen
enfrentamientos puntuales, informes de inteligencia apuntan
a que terroristas, rebeldes y traficantes trabajan de forma
conjunta. Para muchos expertos, el objetivo de Al Qaida es
hacer del Sahel un nuevo foco terrorista, la imagen de
Pakistán y de Afganistán en los años ochenta. Con esta
finalidad, a la cabeza de este nuevo vivero integrista han
sido situados antiguos combatientes en Afganistán como
Mokhtar Belmokhtar, alias Abou el Abbas, emir de Al Qaida en
la región Sáhara-Sahel. Oculto en el norte de Mali, sobre
Mokhtar Belmokhtar, condenado dos veces a muerte en Argelia,
pesa una orden de busca y captura.
Satélites de Estados Unidos han detectado en el norte de
Malí varios campamentos móviles de entrenamiento para
mouyahidines. Permanecen abiertos unos pocos días y después
se trasladan a otro lugar del desierto para evitar ser
detectados. Conocidos los riesgos y, aunque provisional,
incluso su emplazamiento, la lucha contra Al Qaeda en este
contexto no se antoja, sin embargo, nada fácil. Las Fuerzas
Armadas Argelinas han efectuado incursiones en el norte de
Malí, no lejos de Kidal, tratando de acabar con los
salafistas. El 20 de febrero de 2007 se concluyó un acuerdo
entre el gobierno de Malí y los rebeldes tuareg de la
Alianza Democrática del 23 de Mayo por el Cambio en el que,
bajo los auspicios de Argelia, se resolvía armar a las
milicias tuareg para, aprovechando su experiencia y
conocimiento del medio, emplearlas en la lucha contra el
terrorismo saheliano. Ninguna de estas iniciativas parece
haber dado sus frutos, al menos de momento. Mientras, las
relaciones entre Argelia, Marruecos y Libia son demasiado
rudimentarias como para emprender una acción conjunta contra
AQMI en la región. Francia, antigua potencia colonial con un
peso simbólico harto importante en la zona, tampoco parece
querer implicarse sobremanera en la lucha.
AQMI y los Estados Unidos: La estrategia de seguridad
africana de Washington
Ante la inestabilidad saheliana y las evoluciones de AQMI en
la región, Washington se ha visto en la necesidad de tomar,
en cierta medida, las riendas de la situación. Primero puso
en marcha la Iniciativa Pan Sahel, que perseguía entrenar y
equipar a los precarios ejércitos de la región. El
Departamento de Estado envió 1.500 soldados a la base
militar francesa en Djibuti, con un presupuesto inicial de
unos ocho millones de dólares y con el apoyo de las fuerzas
especiales norteamericanas del Comando Europeo (Eucom). En
2005, aunque el programa siguió vigente de manera formal, se
puso en marcha un nuevo proyecto denominado Iniciativa
Transahariana de Lucha contra el Terrorismo cuyo colofón
debiera ser el despliegue del Comando África de Estados
Unidos (Africom), para cuya puesta en marcha se destinó un
monto aproximado de 80 millones de dólares. El 1 de octubre
de 2007 se estableció como una unidad adscrita al Eucom,
previéndose su total autonomía y operatividad a partir del
30 de septiembre de 2008.
En abril de 2008, el director del FBI, Robert Mueller,
anunciaba la apertura de una antena de su organización en
Argel “para hacer frente a las nuevas amenazas provenientes
de la región, tras constatar que a lo largo del último año y
medio las capacidades de AQMI se han acrecentado de forma
inquietante”. Mueller aludió concretamente a “la posibilidad
de que un mismo individuo posea dos pasaportes que le
permitan entrar en Europa, donde no se encontraría más que a
un billete de avión electrónico del aeropuerto JFK de Nueva
York o de cualquier otro en territorio estadounidense”. La
nueva antena del FBI, que ya dispone de casi 70 en el
extranjero, se situó, como viene siendo costumbre, en el
seno de la embajada de los Estados Unidos en la capital
argelina.
En esa misma época, en Internet se difundía un video
extraído de la cadena norteamericana ABC sobre presuntos
entrenamientos conjuntos entre el ejército argelino y los
Marines en el Sahara argelino. Las imágenes mostraban a
oficiales con el uniforme militar argelino y norteamericano
disparando metralletas M16 equipadas con aparatos de
infrarrojos, además otro tipo de ejercicios de
adiestramiento para la utilización de aviones no pilotados
destinados al reconocimiento del territorio. Si bien no se
precisa ni la fecha en que fueron grabadas las imágenes ni
la ubicación exacta de las mismas, se asegura que estos
ejercicios castrenses están destinados a la lucha conjunta
entre Argel y Washington contra los grupos terroristas que
operan en la región saheliana.
Continúa mañana)
** Politólogo y corresponsal de prensa en el Magreb
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