Noche fría la que pasamos
durmiendo. Un aire helado se coló, por la ventana del baño,
en casa y permaneció hasta bien entrada la mañana. El
malestar que se siente mientras duerme con “la ropa del
verano”, o sea desnudo, es bastante desagradable. Con decir
que mi chico pequeño se desplazó, como un sonámbulo, desde
su cama a la nuestra en busca de calor he dicho todo.
Bueno, me siguen interesando las cosas de la Iglesia pero no
pienso escribirlas todas porque mientras no se metan conmigo
o con mi familia…, pero opinaré de algunas cosas empezando
por la famosa población gala de Lourdes.
¿Cómo quiere el papa Benedicto XVI incrementar el número de
adeptos a su Iglesia si siempre se opone a lo que más hacen
esos futuros adeptos?
Negarse a algo tan humano y actual como es el divorcio,
exigiendo a los obispos franceses que frenen las bodas de
divorciados, es la mejor solución para vaciar las iglesias.
Que condene una vez más el aborto ya no resulta noticia. Lo
de la eutanasia lo dejo. No me interesa colgarme ningún
sambenito.
No se si el papa Benedicto XVI sabrá que los galos llaman a
Lourdes el “SUPERMERCADO DE LA FE” camino de convertirse en
hipermercado. Lourdes es en realidad como Ceuta, pero
trasplantada a la montaña, donde los turistas de la fe
consumen, compran, reza, consumen, compran, rezan una y otra
vez. Si en Ceuta las tiendas se llaman Bazar, Todo a Uno,
Tokio, etc. en Lourdes le ponen nombre de santos y de
símbolos cristianos sin queja alguna del Vaticano por usar
nombres benditos unidos al mercantilismo… ¡qué ganas tengo
de que venga Jesús y derribe los carros de mercancías de
este templo, de todos los templos!
Casi parece Disneylandia, palabras del obispo francés de
Lourdes, Jacques Perrier, con la gran estrella del
espectáculo: la propia Virgen de Lourdes.
Soy enemigo declarado de creencias que no conducen a ninguna
parte, lo que no significa que yo sea nihilista. El papa
hace tiempo que dejó de ser infalible, desde los tiempos del
papa Borgia por lo menos, y enemigo natural de dictadores
que tratan de imponer sus ideas.
Todas las religiones, sin excepción, son tremendas farsas
bien montandas con el único fin de vivir bien a costa de los
demás. Algunas camuflan en la fe los verdaderos intereses de
poder, económico y de gobernar, a costa de que los demás
vivan como ermitaños con creencias difícilmente asimilables
por una mente libre.
Esos pobres minusválidos que se arrastran en pos de una
oración con la fe puesta en su curación o ese grupo de
pensionistas murcianos apretujados en un autocar fletado por
el Opus Dei… ¿a quién pretenden engañar?, a ellos mismos
supongo.
Tener la firme convicción de que algo es verdad, por la
absoluta confianza que se deposita en algo o alguien, lo que
se llama fe, solo ha acarreado desgracias en realidad. Tanto
en el tema religioso como en el ámbito doméstico. ¿Qué no?,
entonces díganme: ¿como un hombre o una mujer que ha
depositado su fe en la pareja que ama no tarda mucho en
darse cuenta que tal fe era pasajera?
Muchos rezan diariamente, hasta cinco veces si se tercia, en
la esperanza de que su bolsa se llene alguna vez o que su
mal físico, sensorial o psíquico desaparezcan… no se
diferencia en nada a las prácticas de brujería, del tarot o
de otras cosas.
La complejidad de algunos vericuetos filosóficos
establecidos para conservar la integridad coherente del
sistema dogmático, convence a los religiosos devotos de que
su fe es verdadera y eterna. Por otro lado, cada vez son más
las personas que observan que esos vericuetos no aportan
soluciones prácticas a sus vidas cotidianas; es en ese punto
en donde aparecen dos tipos de comportamientos distintos: El
comportamiento coherente (tendente al cambio) y el
comportamiento crédulo (tendente al fanatismo).
Ahí no se diferencian las dos religiones mayoritarias, el
catolicismo y el islamismo.
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