De Javier Diez Nieto,
viceconsejero de Recursos Humanos, he escrito que le he
tratado poco aunque hace la tira de años que sé de él. Lo
mismo que sé de otras personas. Pero de las que nunca se me
presentará la oportunidad de hacerles una columna porque no
tienen el valor de participar en la política activa y encima
aceptar el cargo que nuestro hombre ha aceptado.
Lo poco que he tratado yo a Díez Nieto me ha servido para
comprobar que es un tipo agradable y con alegría suficiente
para conversar de cualquier asunto sin que tenga que poner
la cara de apretado que ponen muchos otros cuando se sientan
a negociar.
También he percibido que el viceconsejero no necesita hacer
gala de su bien provisto bagaje cultural. Puesto que en
cuanto abre la boca ello flota en el ambiente. Y mucho menos
me atrevería yo, conociendo algo su historial, a poner en
duda la transparencia de su conducta y ni tan siquiera que
haya pecado de cándido últimamente.
Lo que sí debe de estar notando, vean que uso el sentido de
la duda, es el trabajo indecible que cuesta cambiar las
costumbres que acaban convirtiéndose en leyes en cualquier
consejería o viceconsejería, porque así lo aceptaron los
anteriores titulares de esas dependencias. Si bien, todo hay
que decirlo, bajo el consentimiento de quienes pueden y
están obligados a cortar de raíz el compadreo existente
entre las partes encargadas de decidir la concesión de
empleos.
Habrá, por supuesto, quien pueda salirme al paso argumentado
que si Díez Nieto está en posesión de esas virtudes
reseñadas, cómo es posible que lo hubieran sorprendido con
la filtración de los exámenes para policías locales. Tal vez
porque Díez Nieto creyó que su llegada a Recursos Humanos
serviría para impedir que se siguieran cometiendo esas
irregularidades. Sin pararse a pensar que semejante
tejemaneje estaba ya muy enraizado en esa viceconsejería. Y
pecó de exceso de confianza.
Algo que él, por ser buen sabueso, sabe que es mortal de
necesidad. Ya que la actitud del hombre es la de estar
siempre alerta. Máxime cuando en asuntos de empleo la gente
cree firmemente que los cargos políticos y los sindicalistas
no se cortan un pelo a la hora de hacer uso y abuso del
nepotismo. No se me enfaden las excepciones.
Resumiendo: me consta que el trabajo que viene haciendo el
viceconsejero es excelente. Y que está dispuesto a poner
orden y claridad en una viceconsejería que nunca ha dejado
de ser murmurada por turbia y enredosa.
Incluso podría adelantar que Díez Nieto es tan válido como
para que se piense en él como la persona más capacitada para
poner orden en la consejería de Gobernación. Pero él se
niega a afrontar el reto si ello es a cambio de tener que
dejar Recursos Humanos. Dado que su deseo, al cual está
dedicado en cuerpo y alma, es dejar huella a su paso por una
viceconsejería que estaba pidiendo a gritos luz, mucha
luz... Y el actual viceconsejero ha decidido convertirse en
hombre linterna.
Ojalá que tanto empeño le valga al viceconsejero, Díez
Nieto, para salir ileso de una tarea compleja y nunca
agradecida. Y para ello necesita, amén de usar sus
conocimientos, no arrugarse lo más mínimo.
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